El Puente Salomón, una obra de ingeniería industrial británica en el ferrocarril minero

Todo el que llega hasta este alejado paraje para poder visitar el extraordinario Puente Salomón, situado en el mismo corazón del ferrocarril minero, entre los términos de Niebla y Paterna del Campo, puede comprobar la hazaña tecnológica de la ingeniería británica, símbolo de modernidad y vanguardismo. El Puente de Salomón no deja indiferente a nadie.

Pero este puente no fue el original que se diseñó para la construcción del ferrocarril en 1875. El día 1 de enero de 1888,(el Año de los Tiros) tan solo 13 años después de su construcción, una fuerte avenida de agua destruyó el Puente Salomón. Se había llevado lloviendo intensamente durante los meses de noviembre y diciembre de 1887. Una gran riada de agua provocó la destrucción de los puentes Salomón y Manantiales el primer día del año de los tiros. En ese mismo año se reconstruyeron dos nuevos puentes, que son los que actualmente conocemos.

Con la venta de las Minas de Rio Tinto en 1873 se comenzó la construcción del ferrocarril para transportar el mineral desde Riotinto hasta el muelle embarcadero en Huelva. El ferrocarril estaba trazado por el margen del Río Tinto hasta llegar a Huelva. Se empezó a construir el 11 de junio de 1873, sólo 6 semanas después del registro de la compañía y en tan solo 25 meses, en julio de 1875, estaba terminado, que se levantaron los 84 km de vías, se construyeron 8 puentes, 5 túneles y 12 estaciones con la anchura inglesa de 1,067 m (vía estrecha). El proyecto fue del ingeniero George Barclay Bruce y se inició por cinco puntos simultáneos.

Los 8 puentes son: Puente sobre la ribera de Nicoba, Puente sobre el arroyo Candón, Puente de Niebla, el más largo de ellos con 140 metros, Puente de Corumber, Puente de Manantiales, Puente Salomón, Puente del Manzano y Puente Cachán.

Para la construcción de los 5 túneles se prepararon hornos in situ en los que se cocieron los ladrillos que habrían de servir de muros de contención. Los 5 túneles son: Túnel Chico (desaparecido), Túnel Salomón, el más extenso con 142 metros, Túnel del Manzano (115 m.), Túnel Mansegoso (120 m.) y Túnel el Peral (139 m.).

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Paco Alcázar, un nervense que lleva el ferrocarril minero en los genes

Tras trabajar en Cerro Colorado y Pozo Alfredo, ahora se dedica a fomentar la afición a los trenes y a difundir una parte fundamental del patrimonio de la Cuenca que le gustaría se volviera a recuperar

Si hay un nervense que conozca bien el mundo del ferrocarril de la Cuenca Minera ese es Francisco Alcázar Pérez, conocido por los amigos como Paco Alcázar. Nacido hace 60 años en el barrio de El Cementerio Viejo de Nerva, este minero recuerda sus años de niñez y juventud en el pueblo, “que fueron buenos sin escasear de nada, teniendo buenos amigos de aquella época”.

Sus primeros pasos en el mundo educativo los dio en las escuelas del ‘Convento’, de la mano de Sor Feliciana y Sor Modesta, pasando después, hasta acabar la E.G.B., en las escuelas de la barriada El Peral. A partir de aquí, se matriculó en la Escuela de Formación Profesional de Minas de Riotinto, donde acabó Oficialía Industrial en la rama del Metal, dentro de la especialidad de Mecánico de Automóviles. Y es que asegura que, “desde niño, siempre me gustó ser mecánico. Recuerdo que veía a mi padre arreglar las bicicletas y con mi tío tocaba el coche de este, o chicos más mayores tocando las motos o algún que otro coche. Y se me iban los ojos en lo que hacían”.

Justo cuando estaba a punto de finalizar estos estudios, la empresa E. R. T. convocó 15 plazas de aprendices menores de 18 años, consiguiendo una de las vacantes, lo que le permitió entrar a trabajar en el área de Mantenimiento de Maquinaria de Pozo Alfredo. Tenía entonces 17 años recién cumplidos. Y, en poco tiempo, llegó a Oficial de 1ª. En este aspecto, considera que “una cosa positiva fue la formación que nos dio la empresa con muchos cursos”. Tras el cierre de la mina, Paco pasó al Taller de Minería de Cerro Colorao, donde se atendía la maquinaria de dicho departamento, desde donde pasó a la prejubilación.

“Los años de trabajo, en general, fueron buenos. Me quedo con los buenos momentos, con los compañeros mayores que conocí cuando entré a trabajar, gente trabajadora y solidaria, -ya por ley de vida quedan muy pocos-, y, después, los buenos compañeros de Cerro Colorado, más que compañeros, amigos. Otra cosa importante fueron las movilizaciones que comenzaron en el 78, si mal no recuerdo, con la fusión de las empresas hasta el cierre de la mina. Los trabajadores de Riotinto siempre fuimos solidarios con trabajadores de otras minas de Huelva. En líneas generales, me quedo con esto, con lo malo, que también lo hubo, mejor dejarlo”, nos dice.

Ahora, en esta etapa como prejubilado, se dedica a su familia, a viajar y a sus aficiones, entre las que se encuentran el mundo del ferrocarril. Sí, tal y como nos cuenta, “soy un aficionado al ferrocarril, no un experto. El ferrocarril no comenzó a interesarme. El ferrocarril lo llevo en mis genes. El abuelo materno de mi padre fue guardafrenos; mi abuelo paterno y su hermano, guardafrenos; mi padre y su hermano, mi tío, fueron maquinistas de locomotoras…, así que, desde que recuerdo, escuchaba hablar de trenes; a veces iba con mi padre a la estación a ver el servicio y, de más mayor, a Cochera Mina, cuando trabajaba los domingos, ya que ese día no había jefes y en esos años era normal vernos en cocheras a varios niños de 10, 11 o más años, ya que otros padres hacían lo mismo que el mío. Ya de más mayor bajé a la vía general en varias ocasiones en locomotoras de vapor y las diésel Cenemesa y Alco… Como es normal, he conocido a muchos trabajadores de dicho ferrocarril y tengo sus comentarios grabados en mi mente. Siempre me gustó saber más de este ferrocarril en particular y de otros muchos en general. Por eso, me hice de libros y revistas del tema. Y, con la llegada de internet y las redes sociales, -por ejemplo, los grupos de ferrocarriles de Facebook-, me permitió ampliar mis conocimientos, estar más al día y conocer a personas que son verdaderos expertos”.

Unos conocimientos que está poniendo a disposición de los internautas gracias a que su hija, la periodista Carmen Alcázar, le animó a escribir sus experiencias en el blog ‘La Factoría’, una página web creada por ella misma, con la presencia de grandes colaboradores.

Para Alcázar, “el ferrocarril de Riotinto es uno de lo más importantes de España en vía estrecha, tanto por el tonelaje transportado, como por la cantidad de locomotoras y carruajes varios que tuvo en toda su historia, con no muchos kilómetros de vías. Sin él, estas minas y los pueblos de la Cuenca Minera nunca hubieran sido lo que llegaron a ser”.

Por este motivo, para este nervense sería un sueño que “el ferrocarril de Riotinto se rehabilitara y se dejara tal y como estaba cuando se clausuró en 1984, además de que se hiciera una Vía Verde en el ramal de Peña del Hierro a Minas del Castillo, recuperando estaciones y casillas de vía”.

Y todo ello lo compagina con su amor por su familia, de la que se siente muy orgulloso, “ya que mis ancestros fueron personas trabajadoras y honradas, que lucharon como pudieron, según los tiempos les tocó vivir, por mejorar sus vidas. Además, estoy muy satisfecho con mis hijas, que son personas trabajadoras y luchadoras, que me han dado muchas satisfacciones”.

Además, tampoco se olvida de “Nerva, mi tierra, mi patria chica. Gran parte de mi familia nació, vivió y reposa para siempre en este pueblo. Nerva tiene una más que interesante historia cultural, de luchas y de solidaridad. Nerva fue puntera en la Cuenca Minera en todo, pero, como pasa en la mayoría de los pueblos y más en los que han dependido o dependen de la minería, va a menos. Nerva no es la que era, la que yo conocí de joven, de mediados de los 70 hasta casi los 90, la Nerva luchadora y solidaria de aquellos años, no es la de hoy. Pero, aún así, sigue siendo y será mi pueblo, mi patria chica, donde abundan amigos y buena gente”.

Siendo así, para terminar, le deja a un mensaje a sus paisanos, pues considera que “no se puede dejar de lado nuestra historia y nuestro patrimonio, que hay que saber nuestra historia para vivir el presente y mejorar en el futuro, sobre todo, pensar en el futuro del pueblo y de sus gentes”.

A la venta las últimas plazas del primer Tren de la Luna del año

Tras agotarse las entradas del viaje del día 15, las personas interesadas aún están a tiempo de lograr billete para la salida extraordinaria de este viernes

Las personas interesadas en disfrutar del primer viaje del Tren de la Luna de 2019 aún están a tiempo de adquirir sus entradas para la salida de este viernes 14 de junio, el viaje extraordinario que se vio obligado a programar el Parque Minero de Riotinto ante la alta demanda experimentada por el que en un principio iba a ser el primer tren nocturno del verano, el del 15 de junio.

Tras agotarse todas las plazas de ese viaje de este servicio especial, que por segundo verano consecutivo ofrece recorridos nocturnos del Ferrocarril Turístico coincidiendo con la luna llena, la instalación gestionada por la Fundación Río Tinto tuvo que programar un segundo viaje para este mes, concretamente para el día 14.

Todas las personas interesadas en disfrutar de esta nueva experiencia que permite contemplar los increíbles paisajes de la Cuenca Minera de un modo completamente diferente están por tanto a tiempo de conseguir plaza para ese primer viaje, para lo que pueden adquirir su entrada a través de este enlace.

El verano pasado, el Tren de la Luna agotó sus plazas en todas las salidas, sumando más de 1.300 viajeros, tras lo que, en esta temporada, también se han programado las dos citadas salidas en junio, a las que se sumarán otras en julio, agosto y septiembre, incrementándose así las opciones en relación a 2018.

El Tren de la Luna, que volverá a salir en los fines de semana más próximos a la luna llena, ofrecerá a los viajeros una experiencia única que conjuga los infinitos matices cromáticos del recorrido de ida, aún con luz solar, y descubrir en el trayecto de vuelta una perspectiva inédita para los miles de personas que ya conocen el tren minero, las vistas de la ribera del Tinto con la iluminación exclusiva de la luna. Dos viajes en uno. El Tinto de día y el Tinto de noche.

La duración del viaje de ida y vuelta es de aproximadamente 140 minutos para que los viajeros, una vez llegados a la estación de Los Frailes, punto final del recorrido de ida, tengan tiempo suficiente para acercarse al río, realizar fotografías y disfrutar de un aperitivo si lo desean mientras esperan la salida de la luna, para lo que estará disponible un servicio de bar en la zona de merendero de las instalaciones ferroviarias, que contará además con una actuación musical en directo.

El Tren de la Luna tiene plazas limitadas que pueden adquirirse en la web del Parque Minero de Fundación Río Tinto www.parquemineroderiotinto.es. El horario será diferente en los viajes programados cada mes, para adaptarse a la luz solar. Así, los trenes de junio saldrán a las 21.30 y finalizarán su recorrido poco antes de las 00.00 horas, mientras que en los meses sucesivos irá adelantando progresivamente tanto la salida como la llegada.

Tras más de 26 años de actividad, el Parque Minero de Riotinto se ha consolidado como uno de los principales destinos de turismo industrial de España, con más de 92.000 visitantes en 2018. Su oferta cuenta en la actualidad con el más completo Museo español de historia de la minería vinculada a un territorio; la visita a las instalaciones mineras de Peña de Hierro, que muestra a los visitantes tanto la minería de interior mediante galería como a cielo abierto mediante las denominadas cortas; la Casa 21 del barrio inglés de Bella Vista, que nos traslada al modo de vida de la colonia británica que durante 80 años dirigió los destinos de Riotinto; y el Ferrocarril Minero, que a lo largo de un trazado recuperado de 12 kilómetros bordea el singular ecosistema del río Tinto atravesando paisajes singulares forjados por la mano del hombre.

De los cuatro puntos descritos, el ferrocarril es la estrella, solicitado por más del 80 por ciento del total de visitantes anuales. El Parque Minero ofrece salidas de al menos un tren todos los días del año excepto el 25 de diciembre y el 1 y 6 de enero. En los meses de mayor demanda y en festivos y puentes de mucho movimiento turístico se incrementa el número de salidas, que puede llegar a ser de cinco diarios en Semana Santa y Navidades. En 2018 salieron 660 trenes, con más de 70.000 viajeros.

Para que los visitantes puedan disfrutar del tren, ha sido necesario un “minucioso” trabajo de recuperación y puesta en servicio tanto de la vía como del material móvil, tal y como destacan desde la Fundación Río Tinto, entidad privada sin ánimo de lucro que se encarga de la gestión del Parque Minero. En ambos casos, añaden, las tareas de mantenimiento son además constantes.

A día de hoy el Parque Minero cuenta con cinco locomotoras -tres diésel y dos de vapor- y seis vagones de pasajeros. Entre las locomotoras destacan las dos de vapor más antiguas de España en orden de marcha. Las salidas de trenes con estas locomotoras -auténticas joyas ferroviarias-, que tienen lugar el primer domingo de cada mes entre abril y noviembre, son todo un acontecimiento que hace las delicias de los aficionados a los trenes. En cuanto a los vagones, a principios de 2018 entró el servicio el sexto, realizado como el resto tabla a tabla en los talleres de la Fundación a partir de los planos originales de 1914.

Desde la Fundación Río Tinto destacan que trabaja en la “mejora continua” de la oferta del Parque Minero como vehículo de atracción capaz de generar desarrollo local en la Cuenca Minera ligado a la actividad turística y sus servicios complementarios. En este sentido, el Tren de la Luna quiere ser “un paso más en el objetivo de incrementar las pernoctaciones en los establecimientos de las localidades del entorno”.

El mítico ‘Vagón del Maharajá’, una joya del ferrocarril minero de Riotinto

Construido en 1892 para que la Reina Victoria realizara un viaje entre Inglaterra y la India, se trata del vagón de vía estrecha más lujoso del mundo y se conserva el Museo Minero de Riotinto

Cuando hablamos de la importancia del Ferrocarril Minero de Riotinto, a veces no apreciamos algunas de las maravillas que tuvo este emblemático medio de transporte que situó a la provincia de Huelva en la vanguardia de la Península Ibérica a finales del siglo XIX. Para valorarlo un poco más, hoy queremos recordar una de las auténticas joyas que formaron parte de este tren.

Nos referimos al ‘Vagón del Maharajá’, que fue construido en 1892, especialmente para que la Reina Victoria realizara un viaje desde Inglaterra a la India, con lo que puede imaginarse el mimo que se puso en su diseño.

Tanto es así que está considerado el vagón en vía estrecha más lujoso del mundo. Por ejemplo, en su interior, no deja a nadie indiferente cómo se encuentra forrado de piel y madera.

Pero, ¿qué relación tiene este vagón con la Cuenca Minera? Pues mucha, puesto que, posteriormente, fue utilizado por la Regente María Cristina –aunque según las fuentes apuntan a Alfonso XIII- en su visita a la comarca minera onubense. Y, después, fue utilizado para el transporte de los directivos ingleses de la mina, de la Riotinto Company Limited.

Se trata de un bello vagón que hoy puede contemplarse en el Museo Minero de Minas de Riotinto, dentro de su superficie expositiva, lo que es posible gracias a la iniciativa de la Fundación Río Tinto, que no sólo recuperaba 12 kilómetros de la antigua línea comercial de Riotinto, sino que también restauraba diversas locomotoras y vagones de la antigua compañía.

Estamos, en definitiva, ante una joya ferroviaria que bien merece una visita.

1.300 vagones, 143 locomotoras y 40 coches: los datos del ferrocarril minero de Riotinto

La importancia de la línea ferroviaria determinó que llegara a contar con cifras realmente llamativas

Si venimos haciéndonos eco de las diferentes estaciones que tuvo el ferrocarril minero en su trayecto por la Cuenca Minera, era casi obligado fijar nuestra mirada en uno de los elementos más llamativos y de mayor riqueza de este tren onubense. Nos referimos a sus vagones, dado que esta línea ferroviaria contó hasta con 1.300 vagones y 2.000 vagonetas de mina.

Una cifra considerable que pone de manifiesto el intenso tráfico de mineral que soportó este ferrocarril de Riotinto durante los años en los que se mantuvo activo.

Pero, si seguimos con las cifras, este tren tuvo con hasta 40 coches que daba servicio al servicio de transporte de pasajeros.

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Más llamativo para los amantes de los trenes puede ser el hecho de que constaba de 143 locomotoras de vapor, que llegaron a ser de hasta 10 modelos diferentes, clasificados por la compañía minera en 13 tipos. Todas ellas, excepto 6, fueron de fabricación inglesa y se construyeron entre los años 1874 y 1954.

Junto a estas locomotoras de vapor, las más llamativas desde nuestro punto de vista actual, también hubo 7 eléctricas, que normalmente se utilizaban para los túneles de enlace entre las minas y zonas de tratamiento.

Como se puede comprobar, son datos atractivos que demuestran la relevancia de un medio de transporte que hizo historia en la provincia de Huelva.

Por este motivo, a partir de esta semana, iniciamos un nuevo ciclo en esta sección de Tinto Noticias en el que daremos cuenta de los vagones, locomotoras o coches de servicios, entre otros elementos llamativos, que han presentado grandes particularidades y que han pasado a la historia por sus características y su relevancia en la Cuenca Minera.

Te invitamos a seguirnos y a realizar tus propias aportaciones a un aspecto de nuestro patrimonio que debe ser recordado y cuidado.

Las estaciones del ferrocarril minero: Manantiales (VII)

Con varias viviendas y amplísimos talleres a su alrededor, era una de las de mayores dimensiones y tenía como cometido el cambio de locomotoras para paliar el desgaste del viaje entre Huelva y Riotinto

La Estación de Manantiales, junto a la que había viviendas y amplísimos talleres, está situada a medio camino entre Huelva y Riotinto. Su cometido era el cambio de locomotoras en el recorrido del viaje.

En concreto, la Estación de Manantiales era el final de las locomotoras que venían desde Minas de Riotinto, con dirección al Puerto de Huelva.

Ubicada a un kilómetro al sur del puente Manantiales, la estación del mismo nombre estaba a la mitad del recorrido ferroviario entre Riotinto y Huelva. Está formada por media docena de casas y por la propia estación, separadas entre sí por algo más de un centenar de metros, viviendas que se encuentran en estado ruinoso.

Se trató, en definitiva, de un punto estratégico del itinerario de la línea ferroviaria entre Huelva y Riotinto, pudiéndose ver, en ocasiones, el cruce de dos convoyes. Incluso, está considerada como una de las mayores dimensiones de todas las estaciones de este ferrocarril.

A pesar de su importancia histórica y patrimonial, la zona ha sido objetivo del espolio en muchas ocasiones, por lo que en muchos de sus tramos de vías han desaparecido, estando sus construcciones, en muchos casos, en estado de abandono.

Un lugar para recordar, dado su papel fundamental en la actividad minera de la Cuenca y de toda la provincia de Huelva de otro tiempo.

Las estaciones del ferrocarril minero en la Cuenca: Apeadero Los Frailes (IV)

La estación, situada en el término municipal de El Campillo, ha sido recuperada conservando su estructura original con fines turísticos, dado que forma parte del trazado del tren turístico

En este recorrido que estamos realizando por las diferentes estaciones del ferrocarril minero era obligatoria una parada en el apeadero de los Frailes, un lugar conocido por los turistas que llegan a la Cuenca Minera, puesto que, hasta este punto, alcanza el actual tren turístico, que ha recuperado un trazado de 12 kilómetros para su uso recreativo.

De hecho, este apeadero, ubicado en el término municipal de El Campillo, fue el último lugar recuperado para la explotación turística del tren. Una actuación que se centró en la vivienda, que se rehabilitó siguiendo su estructura original, lo que permite ver su buen estado actual, incluyendo los arriates. También se recreó el cartel del apeadero ‘Los Frailes’, con el tamaño y tipo de letra original, con la finalidad de que el turista pueda hacerse una idea de cómo era el ferrocarril minero a finales del siglo XIX.

Como recoge el libro Río Tinto: Historia, Patrimonio Minero y Turismo Cultural, junto a la rehabilitación, también se le añadió un porche para que los visitantes pudieran acceder al apeadero.

Además, junto al apeadero, hay un merendero muy coqueto que permite ofrecer un lugar de esparcimiento y descanso, tanto para los visitantes como para los vecinos de la zona. Un motivo más para visitar y conocer este lugar de la Cuenca Minera onubense.

Como se puede comprobar, son iniciativas que se han venido poniendo en marcha para recuperar el patrimonio y la historia la comarca, al tiempo que se fomenta el sector turístico.

Las estaciones del ferrocarril minero en la Cuenca: La estación de Naya (III)

Aunque se encuentra en ruinas, esta semana recordamos la estación de ferrocarril de La Naya, adscrita a la aldea del mismo nombre, un poblado que surgió precisamente al amparo de la construcción del tren

Perteneciendo al término municipal de Minas de Riotinto, ‘La Naya’ era el poblado minero más meridional. Una aldea que se construyó a partir de la compra de la mina por parte de los ingleses en 1873, en una finca que tenía este mismo nombre, ‘La Naya’, adquirida este mismo año por la compañía británica, por la Riotinto Company Limited.

En un principio, la finca fue utilizada por la empresa como lugar de aprovisionamiento y logística de los operarios que, precisamente, construían el ferrocarril. Sin embargo, en 1876, este espacio ya se había dotado de viviendas y de una cantina para el avituallamiento de los empleados residentes en Naya.

Un poblado que, a partir de aquí, fue creciendo, hasta el punto de que, en abril de 1883, se aprobó la construcción de 100 casas. Luego, en 1889 se construyó una ermita, un pequeño templo de una sola planta junto a la que se instaló un matadero.

Un desarrollo que se debió principalmente al paso por la zona del ferrocarril, pero también porque se encontraba muy cerca de las áreas de procesado y fundición de mineral, por lo que muchos trabajadores adscritos a estos departamentos, como zarandas o lavadoras, residieron en La Naya.

Las viviendas de los obreros tenían una sola planta con tres o cuatro habitaciones. Unas casas de unos 45 metros cuadrados construidos, que solían contar con una puerta y una o dos ventanas.

A este tipo de viviendas se unieron a partir de 1922 casas para los jefes de las minas, de estructura similar, pero ya con baño incorporado.
Un poblado o aldea que contó con su propia estación de ferrocarril. Una construcción de la que, desgraciadamente, en la actualidad, sólo se conservan sus ruinas, ubicadas cerca de Zarandas.

Las estaciones del ferrocarril minero en la Cuenca: la Estación de Nerva (II)

Declarado BIC en el año 2004, es un legado que forma parte del patrimonio industrial de la comarca y que el municipio nervense ha sabido conservar y poner en valor dándole nuevos usos turísticos

Ya comentamos en la anterior entrega que iniciábamos un especial dedicado a las estaciones del Ferrocarril Minero de Riotinto. Especial que cada semana nos permitirá descubrir o recordar algunos de los vestigios patrimoniales que dejaron el trazado de la línea en la Cuenca Minera.

Un recorrido de las estaciones que fueron construidas junto a la vía del ferrocarril, especialmente teniendo en cuenta aquellas que se conservan hoy en día, que iniciamos con la Estación de Nerva.

Este apeadero de tren data de finales del siglo XIX, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en el 2004, al formar parte de la extensa red de patrimonio industrial con la que cuenta la provincia de Huelva, legado de la presencia de los ingleses en la zona.

Un edificio valorado por los nervenses, que han sabido recuperarlo y poner en valor, puesto que, en su día, fue restaurado para acoger el Albergue. A partir de aquí, el pasado verano de este año 2018, ha sido noticia al haberse convertido, gracias a la iniciativa privada, en un establecimiento hotelero y restaurante al servicio de todo aquel que visite y quiera disfrutar de la comarca.

Efectivamente, la antigua estación es hoy ‘Casa Adolina’, que ha sido posible gracias a la cesión del espacio por parte de la Fundación Río Tinto a los impulsores de esta iniciativa, Tony Alberto Estévez y Manuel Cornejo. Un ejemplo a seguir para otros muchos espacios con los que cuenta la zona minera, puesto que nuevos usos permitirán recuperar este valioso legado patrimonial.