Tras trabajar en Cerro Colorado y Pozo Alfredo, ahora se dedica a fomentar la afición a los trenes y a difundir una parte fundamental del patrimonio de la Cuenca que le gustaría se volviera a recuperar

Si hay un nervense que conozca bien el mundo del ferrocarril de la Cuenca Minera ese es Francisco Alcázar Pérez, conocido por los amigos como Paco Alcázar. Nacido hace 60 años en el barrio de El Cementerio Viejo de Nerva, este minero recuerda sus años de niñez y juventud en el pueblo, “que fueron buenos sin escasear de nada, teniendo buenos amigos de aquella época”.

Sus primeros pasos en el mundo educativo los dio en las escuelas del ‘Convento’, de la mano de Sor Feliciana y Sor Modesta, pasando después, hasta acabar la E.G.B., en las escuelas de la barriada El Peral. A partir de aquí, se matriculó en la Escuela de Formación Profesional de Minas de Riotinto, donde acabó Oficialía Industrial en la rama del Metal, dentro de la especialidad de Mecánico de Automóviles. Y es que asegura que, “desde niño, siempre me gustó ser mecánico. Recuerdo que veía a mi padre arreglar las bicicletas y con mi tío tocaba el coche de este, o chicos más mayores tocando las motos o algún que otro coche. Y se me iban los ojos en lo que hacían”.

Justo cuando estaba a punto de finalizar estos estudios, la empresa E. R. T. convocó 15 plazas de aprendices menores de 18 años, consiguiendo una de las vacantes, lo que le permitió entrar a trabajar en el área de Mantenimiento de Maquinaria de Pozo Alfredo. Tenía entonces 17 años recién cumplidos. Y, en poco tiempo, llegó a Oficial de 1ª. En este aspecto, considera que “una cosa positiva fue la formación que nos dio la empresa con muchos cursos”. Tras el cierre de la mina, Paco pasó al Taller de Minería de Cerro Colorao, donde se atendía la maquinaria de dicho departamento, desde donde pasó a la prejubilación.

“Los años de trabajo, en general, fueron buenos. Me quedo con los buenos momentos, con los compañeros mayores que conocí cuando entré a trabajar, gente trabajadora y solidaria, -ya por ley de vida quedan muy pocos-, y, después, los buenos compañeros de Cerro Colorado, más que compañeros, amigos. Otra cosa importante fueron las movilizaciones que comenzaron en el 78, si mal no recuerdo, con la fusión de las empresas hasta el cierre de la mina. Los trabajadores de Riotinto siempre fuimos solidarios con trabajadores de otras minas de Huelva. En líneas generales, me quedo con esto, con lo malo, que también lo hubo, mejor dejarlo”, nos dice.

Ahora, en esta etapa como prejubilado, se dedica a su familia, a viajar y a sus aficiones, entre las que se encuentran el mundo del ferrocarril. Sí, tal y como nos cuenta, “soy un aficionado al ferrocarril, no un experto. El ferrocarril no comenzó a interesarme. El ferrocarril lo llevo en mis genes. El abuelo materno de mi padre fue guardafrenos; mi abuelo paterno y su hermano, guardafrenos; mi padre y su hermano, mi tío, fueron maquinistas de locomotoras…, así que, desde que recuerdo, escuchaba hablar de trenes; a veces iba con mi padre a la estación a ver el servicio y, de más mayor, a Cochera Mina, cuando trabajaba los domingos, ya que ese día no había jefes y en esos años era normal vernos en cocheras a varios niños de 10, 11 o más años, ya que otros padres hacían lo mismo que el mío. Ya de más mayor bajé a la vía general en varias ocasiones en locomotoras de vapor y las diésel Cenemesa y Alco… Como es normal, he conocido a muchos trabajadores de dicho ferrocarril y tengo sus comentarios grabados en mi mente. Siempre me gustó saber más de este ferrocarril en particular y de otros muchos en general. Por eso, me hice de libros y revistas del tema. Y, con la llegada de internet y las redes sociales, -por ejemplo, los grupos de ferrocarriles de Facebook-, me permitió ampliar mis conocimientos, estar más al día y conocer a personas que son verdaderos expertos”.

Unos conocimientos que está poniendo a disposición de los internautas gracias a que su hija, la periodista Carmen Alcázar, le animó a escribir sus experiencias en el blog ‘La Factoría’, una página web creada por ella misma, con la presencia de grandes colaboradores.

Para Alcázar, “el ferrocarril de Riotinto es uno de lo más importantes de España en vía estrecha, tanto por el tonelaje transportado, como por la cantidad de locomotoras y carruajes varios que tuvo en toda su historia, con no muchos kilómetros de vías. Sin él, estas minas y los pueblos de la Cuenca Minera nunca hubieran sido lo que llegaron a ser”.

Por este motivo, para este nervense sería un sueño que “el ferrocarril de Riotinto se rehabilitara y se dejara tal y como estaba cuando se clausuró en 1984, además de que se hiciera una Vía Verde en el ramal de Peña del Hierro a Minas del Castillo, recuperando estaciones y casillas de vía”.

Y todo ello lo compagina con su amor por su familia, de la que se siente muy orgulloso, “ya que mis ancestros fueron personas trabajadoras y honradas, que lucharon como pudieron, según los tiempos les tocó vivir, por mejorar sus vidas. Además, estoy muy satisfecho con mis hijas, que son personas trabajadoras y luchadoras, que me han dado muchas satisfacciones”.

Además, tampoco se olvida de “Nerva, mi tierra, mi patria chica. Gran parte de mi familia nació, vivió y reposa para siempre en este pueblo. Nerva tiene una más que interesante historia cultural, de luchas y de solidaridad. Nerva fue puntera en la Cuenca Minera en todo, pero, como pasa en la mayoría de los pueblos y más en los que han dependido o dependen de la minería, va a menos. Nerva no es la que era, la que yo conocí de joven, de mediados de los 70 hasta casi los 90, la Nerva luchadora y solidaria de aquellos años, no es la de hoy. Pero, aún así, sigue siendo y será mi pueblo, mi patria chica, donde abundan amigos y buena gente”.

Siendo así, para terminar, le deja a un mensaje a sus paisanos, pues considera que “no se puede dejar de lado nuestra historia y nuestro patrimonio, que hay que saber nuestra historia para vivir el presente y mejorar en el futuro, sobre todo, pensar en el futuro del pueblo y de sus gentes”.