Conocido por diversas generaciones de nervenses como su maestro en el CEIP Maestro Rojas y en la Escuela Municipal de Pintura, este docente amante de la cultura es un referente para sus paisanos

La educación, la cultura y el arte de Nerva tienen un nombre propio. Nos referimos a Antonio León Ruiz (Nerva, septiembre de 1949), un docente que se siente muy orgulloso de sus raíces, puesto que considera que, “con el paso del tiempo, he comprendido que tuve la suerte de nacer en una maravillosa familia como tantas otras de esta Cuenca. Mucho de lo que soy se lo debo a sus ideas y principios de los que yo bebí”.

En su trayectoria profesional, destaca el hecho de que, tras finalizar la carrera de Magisterio y ejercer algún curso en Minas de Riotinto y Campofrío, el resto de su vida laboral la ha desarrollado en la localidad nervense. “Han sido casi cuarenta y cinco años dedicados a esta bendita profesión de MAESTRO. He intentado formar personas inculcando esos valores que harían una sociedad más justa con respeto y tolerancia a todas las ideas. La educación y el conocimiento nos dan la posibilidad de discernir y comparar en la diversidad para, luego, poder elegir nuestra opción en libertad”, nos dice.

En este contexto, fue a finales de los años ochenta cuando el Ayuntamiento de Nerva, dirigido por el PC, decide reabrir la Escuela de Pintura, una iniciativa en la que, por aquel entonces, se implicaron Antonio Alcaide, Pascual, Manolo Vázquez y, como eslabón desde el colegio Maestro Rojas, el propio Antonio León. Desde entonces, la vida del centro y la actividad de este nervense han permanecido unidas, tanto que, incluso después de jubilarse hace una década, luego continuó dando unos cursos en la Escuela de Pintura.

Toda una vida ligada a este centro cultural, que ha tenido su recompensa, puesto que, en la actualidad, la escuela lleva su nombre, por lo que, aunque ahora se dedica a su familia y a la pintura, continúa su conexión con esta entidad, con la que permanecerá unido para siempre.

Un nervense ilustre al que hemos querido conocer un poco mejor en esta entrevista, dado que su figura como maestro es conocida por varias generaciones de mineros, así como de numerosos amantes de la pintura procedentes de toda la comarca, que lo recuerdan con cariño. Además, Antonio León es conocido también por su carácter altruista y su colaboración con diferentes entidades de la zona.

-Antonio, ¿cuándo y cómo se adentró en el mundo de la pintura?

-No puedo precisar cuándo o cómo empezó, porque siempre he vivido en un ambiente donde la sensibilidad y el gusto por algunas ramas del arte estaban presentes. De niño dibujaba constantemente. De adolescente, en Magisterio, les dibujaba las láminas de la asignatura de dibujo a los compañeros que me lo pedían… De maestro, en el Colegio, todas las actividades relacionadas corrían de mi cuenta.

-¿Qué recuerdos guarda de estos años?

-Me considero muy afortunado. He tenido y tengo una gran familia y ser maestro, pintar y haber ejercido mi docencia en la Escuela de Pintura han cubierto sobradamente mis aspiraciones como persona. Lógicamente, mi equipaje está repleto de recuerdos. Maravillosos, menos maravillosos y sin maravilla alguna. Entre los últimos estaba la dicotomía entre discursos de dirigentes y realidad escolar… Tampoco ha dejado de dolerme el bajo reconocimiento que gran parte de la sociedad tiene aún de la EDUCACIÓN.

Entre los maravillosos, me quedo con ver a muchísimos de aquellos niños convertidos en “buenas personas”, libres e instruidas, sensatas y equilibradas. Todas las personas somos potencialmente iguales. Diversas circunstancias hacen que algunas aptitudes se desarrollen o no. He comprobado infinidad de veces como con motivando, aumentando la autoestima y con buena dosis de cariño, las personas se sorprenden de lo que pueden hacer y descubren actitudes y aptitudes que creían no tener. Éste es otro recuerdo maravilloso al que atribuyo el ambiente cordial y familiar que siempre reinó en las clases de pintura y que hizo feliz a mucha gente.

-¿Cómo se siente con el reconocimiento de su tierra?

-Naturalmente, me siento enormemente satisfecho y lo achaco otra vez más a mis raíces y también a mi docencia que lleva inherente una gran carga de filantropía.

-¿Cómo valora la puesta en marcha en Nerva de la Escuela de Pintura?

-Fue una gran idea y un gran acierto del Ayuntamiento de entonces, y, no menos importante, haberla mantenido durante tantos años el Ayuntamiento actual. Como pasa siempre, el proyecto y los objetivos previstos eran mucho más ambiciosos. Luego, las posibilidades municipales y circunstancias diversas hicieron que no se pudieran conseguir totalmente, como sucedió, por ejemplo, con la creación de un centro de arte con diversas disciplinas. Así y todo, hasta que se produjo la crisis de la Cuenca, en la Escuela de Pintura había una gran demanda de solicitudes cada curso, incluso con lista de espera algunos años.

 

En sus treinta y un años de existencia, han pasado por las clases centenares de alumnos de toda la Cuenca con edades desde los diez hasta los sesenta y muchos años y, casi dos decenas de ellos, son hoy licenciados en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla. Mª Carmen y Mª del Mar Pereira, actuales profesoras, son ejemplos de ello.

-¿Qué le parece que el centro lleve su nombre?

-Pienso que la Escuela de Pintura podría llevar el nombre de cualquier otro pintor, hay donde elegir. Creo que es el reconocimiento a tantos años de dedicación a esta hermosa actividad en la escuela y en mi pueblo. Han sido casi treinta años ininterrumpidos… Me siento muy agradecido y alagado, sobre todo, por lo que significa para mis hijas y nietos.

-Como dice, muchos alumnos de la escuela estudiaron Bellas Artes…

-Ha sido cumplir un sueño. Mis alumnos fueron siempre una prolongación de mi familia. Como en mi casa, los he motivado, he aumentado su autoestima, han descubierto su sensibilidad y, también, les he sugerido un posible futuro. Cada vez que alguno de ellos se matriculaba en BB AA era una alegría, como si de un hijo se tratara.

-¿Algún deseo para el futuro?

-Mi ánimo y dedicación siguen intactos, cierto que cada vez con más dudas, como ocurre en todo proceso de evolución y maduración. Sigo aprendiendo, investigando, viendo pintura, documentándome desde otro plano y siendo más dueño de mi pintura y de mi tiempo…, con permiso de la familia.

-¿Qué supone para usted Nerva?

-Es ineludible que el pueblo donde se nace, con su idiosincrasia, influye en muchos aspectos del desarrollo y personalidad de cada uno. Como cualquiera, me he sentido de joven nervense con pasión; de mayor, orgulloso de esta tierra con todas sus circunstancias, pero con una visión más amplia, superando localismos, competitividades y chovinismos. Yo me siento totalmente ligado e identificado con mi pueblo. Seguro que se me nota, como a cualquiera, que soy de Nerva. Me ha dado parte de lo que soy y, como en casa, he entregado lo que he podido.

-¿Considera que lo que más destaca de su pueblo es que es una tierra de artistas?

-Siendo lo más objetivo que puedo, pienso que no hay diferentes tipos de personas en distintos pueblos, como sí ocurre en los árboles frutales, sino que las idiosincrasias de los pueblos hacen distintos tipos de personas. En cualquier lugar encontramos toda clase de individuo…, en Valencia, y en general en todo el Levante, la música y por ende los músicos están por doquier. Así es que, como en Nerva hubo un instituto donde la plástica, la educación física y la música eran importantes en el programa educativo de entonces -ahora todavía no las consideran- y, como este pueblo tuvo varias Escuelas Municipales de Pinturas abiertas, y cerrada a lo largo de los últimos cien años, muchos nervenses, a lo largo de este tiempo, han tenido contacto más o menos con esta actividad… Artistas potenciales hay en todas partes…, supongo que lo anteriormente expuesto tendrá que ver con el eslogan. Se me viene a la mente la gran cantidad de pianos que hubo en casi toda la Cuenca en la primera mitad del siglo pasado. En Nerva, entre casinos de sociedad, familia, amigos y conocidos, se podían contar varias decenas. Al parecer, se los compraban a los jefes ingleses cuando dejaba esta tierra… Otra circunstancia que arrimaba la música al pueblo y que derivara en la proximidad y gusto por la música.

Por lo tanto, este pueblo y sus gentes son así porque éstas fueron las circunstancias o influencias con las que convivieron. Es mi opinión, no es ningún axioma.

-¿Terminamos con un mensaje a los nervenses?

-Siempre se ha dicho que un pueblo culto es un pueblo libre. Creo en ello. Es necesario adquirir conocimientos y EDUCACIÓN. La calidad y la cantidad de nuestro nivel cultural es directamente proporcional al grado de comprensión, de raciocinio, de autonomía…, de libertad. La vasta cultura presupone mejor entendimiento y más disfrute de cualquier tema. ¿Habrá muchas personas indiferentes ante la música, la poesía o la pintura por no haber tenido la oportunidad de conocerlas? Deseo a mis paisanos, y los que no lo son también, que reflexionen sobre estas cuestiones porque las riquezas del alma, nuestros sentimientos, son nuestros y, no se gastan ni caducan.

Fotos: Onda Minera RTVN