Cada madrugada del sábado al domingo se producen estos cánticos, que tienen su origen en el siglo XVII

Llega octubre y, como cada año desde hace siglos, Zalamea la Real vive una de sus tradiciones más arraigadas: el Rosario de la Aurora. Una manifestación popular, que hunde sus raíces, al menos, en el siglo XVII, cuando se funda en la localidad zalameña la Cofradía del Santo Rosario. Ya, desde muy pronto, es una hermandad muy del gusto de la música durante sus eucaristías, algo que daba paso en el siglo XIX a lo que se conocen como los cortejos de El Rosario.

Este hecho hace que el Rosario sea una de las tradiciones religiosas más ricas de Zalamea la Real, tradición que se formó asociada al culto de la Virgen del Rosario, cuando un grupo de campanilleros recorría las calles del pueblo cantando canciones dedicadas a María.

Es cierto que se trata de una manifestación que también se mantiene en otras localidades, pero es en Zalamea donde mantiene con mayor pureza.

Siendo así, cada madrugada del sábado al domingo del mes de octubre, las coplas de voces masculinas, acompañadas de guitarras, bandurrias o esquila, realizan alabanzas en honor a la Santísima Virgen por las diferentes calles de la localidad. Un recorrido en el que no puede faltar una visita al cuadro de la Virgen situado en una vivienda de la calle Alameda.

Los Rosarios son toda una fiesta, ya que van visitando las diferentes casas, lo que se convierte en toda una celebración, dado que los vecinos les brindan los dulces típicos de estas fechas y, por supuesto, no pueden faltar los licores de Zalamea.

Años atrás, los trovadores del Rosario se recogían en la Iglesia donde, a las cinco de la madrugada, hora en que sonaba la campana grande de la torre, acompañaban a la procesión del Rosario de la Aurora. Componía el cortejo una larga fila de mujeres, rosario en mano, seguida del estandarte del Rosario.