Recientemente he asistido a una conferencia relacionada con el fatídico cuatro de febrero de 1888, en el Ayuntamiento de Minas de Riotinto. Sentí un escalofrío, desde lo más profundo de mi alma, al comprobar que los fallecidos de aquella tarde, en la plaza del desaparecido pueblo, no cabrían en la sala donde nos reunimos unos cuantos para rendirle un merecido homenaje y, sobre todo, para mostrar que no nos olvidamos de ello.

Durante los últimos días, tanto en medios de comunicación como en redes sociales, se ha publicado que, desde Huelva, y contando con el apoyo institucional de la Junta de Andalucía, se está promoviendo que el día 4 de febrero sea reconocido como Día Mundial del Ecologismo y, de este modo, perpetuar la memoria de los fallecidos aquella tarde de hace ya 130 años. Somos muchos los que pensamos que sería de ley un reconocimiento internacional a las víctimas del “Año de los tiros”, hasta aquí, todo el mundo esta de acuerdo.

Sin embargo, después de la conferencia, se entabló un debate acerca de las motivaciones que provocaron que miles de personas se manifestaran en la plaza de Riotinto aquel 4 de febrero de hace 130 años. Tanto el ponente principal, D. Alfredo Moreno Bolaños, como D. Aquilino Delgado (Director del Museo Minero) y muchos otros estudiosos de la historia local, dejaron constancia de que poco, por no decir nada, tuvo que ver el sentimiento ecologista con la manifestación que terminó en tragedia.

Yo soy de la misma opinión que ellos pues, en aquella época, nadie había oído hablar del concepto de ecologismo tal y como hoy lo conocemos. Desde mi humilde opinión, aquella manifestación no fue más que el resultado del choque de dos formas de vida que se vieron obligadas a convivir en la misma provincia y cuya confrontación terminó en el trágico suceso que por todos es conocido. Por un lado, el poder caciquil que hacía y deshacía a su antojo, tanto a nivel local como a nivel provincial; por otro lado, el creciente poder de las industrias mineras que veían en los primeros un obstáculo para el desarrollo industrial de la provincia. 130 años después, basta mirar lo que la industria minera supone para la provincia para entender quién de los dos poderes salió triunfante.

Aún así y, pese a los estudios bien documentados por los historiadores locales, desde la capital parecen hacer oídos sordos y se empeñan en defender aquella manifestación como la primera protesta ecologista de la historia. Se equivocan, señores. Ya en alguna localidad alemana se manifestaron por temas ambientales, un siglo antes, tal y como afirma y reafirma D. Aquilino Delgado. Incluso en Huelva, en enero de 1887, ya se manifestaron en contra de los humos. En Riotinto, aquella tarde de febrero de 1888, miles de personas se manifestaron para pedir unas mejoras en las condiciones laborales y ningún minero reclamó que se suprimieran las teleras. Igual que hoy en día, pocos serían los obreros de la capital que secundarían una manifestación para eliminar el Polo Químico de Huelva.

En la conferencia intervino un representante de la Mesa de la Ría argumentando que muchas protestas estaban relacionadas con la afección a la salud. Y tal vez tenga razón, pero suprimir las teleras acarrearía más problemas de salud en aquel momento pues, ¿cuántas familias se quedarían sin su sustento?, estoy convencido de que el hambre es menos saludable que el humo. No discuto lo nocivo de aquellos humos, faltaría más. Lo único que pongo en duda es que aquella manifestación sea el germen del ecologismo en el mundo, tal y como parece que se pretende desde la capital.

En el salón de plenos del Ayuntamiento de Riotinto se congregaron numerosos estudiosos del tema y, la gran mayoría, se mostraba en desacuerdo con la proposición del día 4 de febrero como Día Mundial del Ecologismo. Me sorprendió que, desde la capital, se pretenda seguir adelante con un proceso sin escuchar ni atender a los principales afectados. Por desgracia, no sería la primera vez.

La gente de Riotinto nunca fue dueña de su tierra, hasta el aire que respiraban era de la todopoderosa Rio Tinto Company Limited. Tras los ingleses, otras compañías fueron saciándose con lo que las entrañas de estas tierras escondían. Incluso hoy, 130 años después de aquella aciaga tarde, son compañías foráneas las que escarban en estas tierras, teñidas de sangre…

La gente de Riotinto tampoco fue dueña de su propia voz y, hasta hace poco, tan sólo se escuchaban otras voces hablando de lo que había ocurrido en su propia tierra. La gente de Riotinto tan sólo es dueña de su historia, dejemos pues que la cuenten, escuchemos lo que quieren decir y no tergiversemos su historia, lo único que tienen y que quieren gritar…