Se marchó de Riotinto, junto a su familia, después de que su padre, como jurado de empresa del Sindicato Vertical, consiguiera que se pusiera la red de agua y alcantarillado en Alto de la Mesa, por lo que temían represalias por parte de la empresa

Nacida en el Alto de la Mesa, en Minas de Riotinto, hace 61 años, Remedios Fariñas Tornero es otra minera por el mundo que queremos conocer en Tinto Noticias, dado que vive desde hace años fuera de la Cuenca Minera y, más concretamente, en la localidad onubense de Moguer. Tal y como ella relata, “nací en casa y con una matrona que venía de la Atalaya. Mi niñez la viví en mi pueblo acompañando a mi padre, que tocaba en la banda de música, en la Esquila y en los Campanilleros, y haciendo travesuras. Con 11 años, hice 1º de Bachiller en el instituto de Riotinto y, luego, llegaría hasta COU en Huelva”.

El padre de Remedios pertenecía al antiguo jurado de empresa del Sindicato Vertical y lo destinaron a Huelva, porque, “desde su posición, consiguió que pusiesen toda la red de agua y alcantarillado en el Alto de la Mesa”. Según nos cuenta, “se seguía cogiendo el agua de la fuente y no existían los cuartos de baño, así que le recomendaron que se fuese a Huelva, porque podía haber represalias por parte de la Compañía de Riotinto por haberla obligado a poner aquello, así que salió de su pueblo con toda su familia hacia Huelva”. Esta fue la causa por la que se marchó de su localidad natal.

Con 20 años, Fariñas se fue a Barcelona a pasar unos días con su tía. Allí conoció al que hoy es su marido, por el que, a pesar de que quería seguir estudiando, lo dejó todo. Se casó y tuvo una hija, llamada Jara.

Pero la vida de Remedios iba a volver a cambiar, porque, tras once años viviendo en Barcelona, dejó su vida segura y regresó a Huelva debido a que añoraba la luz de su tierra y a los suyos. Así que, ni cortos ni perezosos, regresaron a Huelva, donde “pusimos una tienda de regalos y listas de boda. Nos fuimos a la ruina. Con lo poco que teníamos llegamos a Moguer y pusimos otro negocio. Esta vez acertamos de lleno. La tienda de decoración de interiores sigue funcionando perfectamente”.

Una vez instalada en Moguer, a esta riotinteña le surgió la ocasión de retomar los estudios y, con una beca, se fue a Sevilla a estudiar Periodismo. Tal y como nos explica, “mi paso por la facultad fue precioso. Convivía con compañeros de clase, volvía a Moguer los fines de semana y las vacaciones. Me licencié en Periodismo, hice un Máster de Comunicación Institucional y Política y, por último, presenté mi tesis como Doctora en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Todo lo estudié con beca”. Una trayectoria que continúa en la actualidad, formando parte de un grupo de investigación, al tiempo que escribe artículos y participa en jornadas y congresos científicos.

En total, lleva 25 años residiendo en Moguer, por lo que lo considera su segundo pueblo y donde se encuentra feliz. “Los moguereños nos acogieron fabulosamente. Además, el pueblo es una maravilla. Justo lo que su premio Nobel dice: ‘La luz con el tiempo dentro’. Con cada paso que das te encuentras algo especial, las casas blancas con las rejas, los patios frescos en las noches de verano y su playa de arenas blancas y atardeceres mágicos”, afirma.

Este hecho no impide que siga sintiéndose riotinteña, porque “tampoco se me olvida jamás mi tierra roja, mi pueblo natal, sus rincones: el paseo del Chocolate y el cine de verano que ponían en el campo de futbol y que los críos veíamos desde una loma en el Alto de la Mesa. En fin, no se me olvidará nunca esa etapa de mi vida”.

Es más, Remedios vuelve a la Cuenca Minera cada año desde que regresó de Barcelona, aunque confiesa que “al no tener familiares muy directos, solo una prima hermana y primos segundos, pues no suelo estar mucho tiempo. Pero, aún así, no dejo de ir cada vez que me es posible.

Para ella, “Riotinto siempre ha sido un pueblo muy especial. Los ingleses pusieron las primeras escuelas que hubo en la provincia, así que mientras el índice de analfabetismo en otros pueblos era muy alto, en el mío no lo fue nunca. Por eso, cuando hablas con un paisano se nota. Y, por esa misma razón, desearía que conservara esa idiosincrasia. Un pueblo no es rico por su dinero, sino por su cultura. Y Riotinto puede presumir de eso”.