Tras estudiar Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, trabajó con personas en riesgo de exclusión social en diferentes barrios de la capital madrileña, Huelva y Sevilla, una experiencia vital que le ha marcado a lo largo de su vida y que plasmó en su novela ‘Diario de Campo’

Aunque nació en Huelva en 1964, Rosario Izquierdo Chaparro se ha criado en Minas de Riotinto, por lo que se considera riotinteña de corazón. Y eso que ha vivido en diferentes ciudades a lo largo de su vida. En plena juventud, Charo se marchó a Madrid, donde vivió diez años, para estudiar la carrera de Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Complutense. Como socióloga, ha trabajado con población en riesgo de exclusión social en diferentes barrios de Madrid, pero también en Huelva y Sevilla.

Tras esta etapa, según nos cuenta, “durante años dejé de trabajar fuera de casa para cuidar de mi hijo y de mi hija, así que he sufrido esa ruptura con el mundo profesional que viven muchas mujeres universitarias, quedando fuera del mercado de trabajo, con las dificultades que trae luego la incorporación”. A pesar de ello, afirma que “nunca he dejado de escribir. He practicado diversas formas de escritura, recibiendo algunos premios de poesía, relato y cuento infantil. Soy socia de la SGAE como autora de letras de canciones y publiqué mi primera novela, Diario de campo, en 2013”.

Actualmente, esta riotinteña trabaja en la Delegación de Igualdad del Ayuntamiento de Dos Hermanas, donde realiza tareas de comunicación, al tiempo que imparte Talleres de Escritura Creativa para mujeres. Una minera por el mundo que hemos querido conocer en primera persona a través de esta entrevista.

-Charo, ¿cuándo surge tu interés por la literatura?

-Desde muy niña me recuerdo leyendo y escribiendo. Gané premios en la escuela y en el Instituto Vázquez Díaz de Nerva. El primero fue a los 8 o 9 años, con una historia inventada entre Platero y yo (yo misma, quiero decir). Me parece muy valioso que con esa edad ya leyéramos en las escuelas de Riotinto a Juan Ramón Jiménez. Tuve la suerte de tener profesoras que estimulaban la lectura y escritura en las niñas.

-Tu obra Diario de campo tuvo mucha repercusión. ¿Qué destacarías de esta novela?

-Diario de campo muestra la desigualdad social y de género explorando nuevas formas narrativas. Cuenta el descubrimiento, por parte de la narradora, de territorios desfavorecidos en las ciudades, de mujeres diferentes, a las que va conociendo mientras que se descubre a sí misma. Creo que la comunicación entre personas de diferentes clases sociales amplía nuestra mirada sobre el mundo, y lo humaniza. Este libro celebra lo común, valora lo diferente y abarca temas como el trabajo, las periferias, el desempleo, la familia. Tal vez por eso las personas que leen Diario de campo se identifican con algo de lo que allí se cuenta.

-¿Por qué la realizaste?

-Por necesidad. Tenía que contar, alejada de tecnicismos sociológicos, todo eso que mi trabajo como socióloga en barrios me ha ido revelando a lo largo de mi vida. Contar de otras mujeres para contarme yo misma, analizar mi vida familiar y narrar la desigualdad de clase y género desde dentro, con total sinceridad. Es una novela autobiográfica.

-¿Tienes previsto sacar algún nuevo libro?

-Sí. Estoy moviendo otras narraciones. Espero encontrar una editorial que sepa tratarlas bien.

-También has sido colaboradora habitual en la prensa.

-Escribí opinión en periódicos de Huelva casi como un ejercicio literario, para mantener en forma el músculo de la redacción. Tuve una columna de opinión semanal, primero en Huelva Información y, más tarde, en El Mundo Huelva Noticias durante unos 5 años. Trataba sobre todo temas sociales, culturales y relacionados con la Cuenca Minera de Riotinto.

-Tu trayectoria está marcada por la lucha de la igualdad de género.

-Soy feminista y, como en muchas mujeres de mi generación, esta conciencia ha ido despertando en mí gradualmente, aunque ya desde niña me rebelaba contra las desigualdades en mi entorno más cercano. Fue necesario el paso por la universidad, nuevas lecturas, experiencias de vida y, sobre todo, el trabajo con mujeres, para que esa conciencia se asentara. Desde mis posibilidades limitadas, con instituciones y ONGs, he buscado siempre apoyar a otras mujeres para que puedan trabajar y vivir con más dignidad, proyectando sus vidas hacia un futuro mejor. Lo sigo haciendo ahora a través de la escritura, que me parece una herramienta poderosa para el desarrollo personal, la conciencia crítica y el empoderamiento de las mujeres. Es casi un lujo poder hacer esto desde lo público, gracias a que el Ayuntamiento de Dos Hermanas tiene un Plan de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres, y que en la Delegación de Igualdad apoyaron mi proyecto. Estoy convencida de que cualquier mejora laboral, cultural y social en la vida de una mujer trae cambios significativos en su entorno y, por lo tanto, en la sociedad.

-¿Tienes algún otro proyecto de futuro?

-Siempre tengo proyectos entre manos. Sigo escribiendo, seguiré publicando. Ahora me ilusionan mucho los proyectos de mis alumnas, esas novelas y relatos que pronto verán la luz, los talentos de estas mujeres que he intentado estimular desde los cuatro talleres que ponemos en marcha cada curso. Tengo el proyecto ilusionante de seguir aprendiendo de ellas. Y de apoyar y acompañar a mi hijo Fabio y a mi hija Bárbara en sus proyectos presentes y futuros.

-¿Qué supone para ti la Cuenca Minera?

-Imagínate: mis primeros 18 años. Esos años de crecimiento como persona, los primeros pasos, la escuela, el instituto, los primeros escritos, los primeros amores. Las raíces de mi vida. Y el vínculo constante mantenido desde entonces, aunque viva fuera.

-¿Sueles venir mucho?

-Menos de lo que me gustaría. Cuando voy me doy cuenta de lo viva que siguen en mi memoria mis vivencias infantiles y adolescentes en la Cuenca. Y disfruto la emoción del reencuentro. A veces, para mí, regresar a Riotinto es un acto casi íntimo.

-¿Qué es lo que más echas de menos de tu tierra?

-Por suerte, estoy en contacto con mi familia y mis amigas riotinteñas de la infancia. Aunque casi todas viven fuera, no perdemos el contacto. Procuramos reunirnos al menos dos veces al año y aprovechamos las nuevas tecnologías. El grupo de whatsapp de ‘Las del 64’ está muy activo. Nos mantiene informadas de lo que pasa en la Cuenca y parte del extranjero. Me río mucho con ellas. Daría para escribir una novela cómica. Me gustaría saludarlas desde aquí, no sólo a ellas sino a todas: ¡Vivan las riotinteñas del 64! Pero añoro la tierra roja, el campo que rodea la mina, las calles del pueblo, el jardín de mi infancia, la casa de mi madre. Los lugares, los paisajes, los colores, la gente. Por eso necesito volver.

-¿Algún mensaje final a tus paisanos?

-Aunque de todo hay, agradezco a la gente de Riotinto que sea bien educada (esto puede sonar antiguo, pero cada vez valoro más la buena educación) y que mantenga tradiciones culturales y musicales como La Esquila, los grupos de campanilleros y la Coral Minera, que canta algunas canciones compuestas por mi abuelo Jesús Chaparro Wert. Vengo de una familia creativa y activa culturalmente. Ojalá nunca se pierda ese legado y esa emoción.

También les animaría a que se abrieran a nuevas formas culturales, a organizar actos más alternativos y a no mezclar la religión con lo público, porque la religión pertenece a las creencias privadas de las personas y un ayuntamiento no debe confundir las esferas pública y privada. Nuestro pueblo minero tiene una larga historia de luchas obreras que fueron pioneras en España y echo de menos que haya más presencia pública y memoria histórica de esa rebeldía que forjó el carácter de la gente de Riotinto.

Fotos: Bárbara Arrante Izquierdo