Reside en Mallorca desde 1977 y espera volver para «acabar mis días en mi pueblo», del que guarda numerosos recuerdos y amigos a los que se refiere en esta entrevista 

Lorenzo Adame Durán (Nerva, 1959) se marchó de su localidad natal siendo un niño, puesto que lo hizo justo después hacer la comunión en el año 1968. Su destino fue Barcelona, donde se encontraba su padre trabajando. Desgraciadamente, poco tiempo después, en 1971, falleció su madre, por lo que a él y a su hermano pequeño lo metieron en un colegio interno, perteneciente al Estado, un centro en el que estuvo hasta los 14 años, cuando comenzó a vivir en otra residencia estatal, en la que pagaba un alquiler cada mes. Así que pocos días después de salir del colegio se puso a trabajar como aprendiz de tornero en la Culligan Española.

Así se fue desarrollando su adolescencia hasta que, con 17 años, en 1976, se alistó voluntario en la Marina Española, con la que estuvo en la localidad gaditana de San Fernando durante tres meses, a lo largo de los cuales sólo pudo estar un día en Nerva. Fue un momento muy especial para él, porque “lo recuerdo paseando por el paseo vestido de marinero con mi prima Conchita y su amiga cogidas de mis brazos”.

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Después, lo destinaron otros tres meses a la Escuela de Máquinas en El Ferrol para el curso de cabo verde. Y, en 1977, desde Cartagena, le dieron a elegir como destino entre Barcelona y Palma de Mallorca. Fue así cómo llegó a Palma de Mallorca, donde se casaba con 20 años. Una tierra en la que sigue residiendo a sus 60 años. En la actualidad, tiene tres hijos, dos niñas y un niño, y once nietos.

Tal y como nos cuenta, su asentamiento en Mallorca no fue inmediato, puesto que “cuando acabé el Servicio Militar me fui a Barcelona. Pero no tenía dónde quedarme. Mi padre vivía con su hermana. Así que, al día siguiente, le pedí para un billete de barco y me volví a Palma de Mallorca. Primero estuve viviendo en casa de un amigo y, luego, en casa de la que sería mi suegra. Cuando empecé a trabajar, me alquilé una casita pequeñita donde viví recién casado y con mi primer bebe”.

Una vida completa en estas tierras en las que hace un buen balance en general, “con sus altibajos, pero positivo, porque tengo a toda mi familia alrededor de la madre y mío”.

Este nervense reconoce que vivir en las Islas Baleares tiene sus pros y sus contras, porque, por un lado, “se vive bien. Hay playa, sol, fiesta, muchos extranjeros…, pero todo es muy caro y el sueldo es bajo”. De hecho, Adame Durán continúa trabajando, por lo que, “salvo que me toque la Primitiva, me jubilaré con más de 50 años cotizados”. Y es que tiene claro que lo más importante es que a su familia no le falte de nada.

En cualquier caso, a pesar de llevar tantos años fuera de su tierra, Lorenzo asegura que “amo a mi Andalucía, a mi Huelva, a mi Nerva y a toda la Cuenca Minera”. Porque, para él, “la Cuenca Minera y, sobre todo, mi Nerva es fuente de mi inspiración”. Tanto es así que su objetivo es regresar a Nerva una vez que se jubile, para poder “acabar mis días en mi pueblo, donde, además, puedo vivir con la mitad del dinero que lo hago en Mallorca”. Una tierra, Nerva, a la que, hasta los 16 años, regresó siempre para las Fiestas de San Bartolomé.

Entre los lugares que más añora de Nerva se encuentran “el Llano de los Caballitos, que es precioso; el cine de verano, con sus películas de romanos; también me encantaba el paseo lleno de puestos y abarrotado de gente; el llano del cine, y del Goro, con su pista de baile, su música en vivo, su olor a chocos y las charlotadas en la plaza de toros y el cine; el Cerro de los Baños, la piscina del Silva; el campo de fútbol Marismilla; el lavadero con mi madre lavando la ropa con mi tita Luisa y tantas y tantas cosas…; y, por supuesto, echo de menos a toda mi familia y a mis amigos Ignacio y Antonio, así como a otros muchos más que no me acuerdo de sus nombres”.

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A pesar de ese amor hacia su localidad de origen, este nervense reconoce que viene poco, mucho menos de lo que le gustaría. La última vez que estuvo en Nerva fue el pasado mes de enero. “Me invitó el Centro Cultural a la Gala de Nervenses del Año y el Ayuntamiento al evento de los 100 años del Nerva Club de Fútbol. Fue maravilloso. Parecía que nunca me había ido. Fue cortito, pero intenso. Doy las gracias a todos y, en especial, a mi amigo Fran Vázquez, presidente del Centro Cultural, y a mi compadre y amigo Jesús Lozano ‘El Deli’”, nos cuenta.

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Porque, para Lorenzo, “la Cuenca Minera, Nerva, son mis raíces, por lo que les tengo un cariño tan inmenso, casi obsesivo por toda mi tierra y mis paisanos, por mi gente de los encuentros de ‘Nervenses por el Mundo’, tanto en Nerva como en Barcelona, a los voy todos los años. Por eso, espero estar el próximo año en el de Nerva. Unos encuentros que me dan mucho trabajo, pero, a la vez, es un inmenso placer colaborar con ellos. Nerva es única”.

Por todo ello, para despedirse, Lorenzo Adame Durán tiene claro que sus palabras son “¡Viva la Cuenca Minera. Viva Nerva y Viva la madre que les parió a todos!”.