Un accidente fortuito le dejó sin brazos cuando era un niño, lo que no le ha impedido tener una vida de máximo interés y ser reconocido con el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Columbia

José Antonio Mellado Romero (Zalamea la Real, 1951) es un zalameño hijo de campesinos que comenzó a trabajar como pastor de cabras con tan sólo 8 años. Su vida se desarrollaba de forma normal y sencilla en su localidad natal hasta que el 12 de abril de 1963, con 12 años, un accidente cambió todo. Aquel día, al subirse a un poste de alto voltaje, sufrió una fuerte descarga eléctrica que le amputó ambos brazos.

Fue un accidente fortuito porque José Antonio se había jugado con un amigo, con Juan Manuel Ruiz Leco, a ver quién llegaba más alto. Justo entonces estaban arreglando los cables de alto voltaje de la línea eléctrica entre Sevilla y Calañas, por lo que habían cortado la corriente, pero ese día, al ser sábado, decidieron dar corriente para probar los nuevos cables, con tan mala suerte que una fuerte descarga azotó a José Antonio.

Según recuerda, “trece días después, el doctor Félix Sanz de Frutos, en el Agroman de Huelva, amputaba mis dos brazos a raíz del hombro. Mi vida, que hasta ese momento no había sido color de rosa, se tornó mucho peor. De ser un niño ‘normal’ a depender de mis padres en todo. Siete meses en el hospital, por culpa de una triple fractura del fémur derecho, y la rehabilitación. Tenía que acostumbrarme a una nueva vida”.

A su regreso a casa, José Antonio, que no había ido al colegio porque le cogía muy lejos de la finca ‘Los Manantiales’ donde vivía, comenzó Párvulos con casi 13 años, porque era analfabeto. Entonces, “mi maestro don Andrés Barreras me mostró unas tarjetas de Navidad pintadas con la boca y el pie y me instó a que aprendiera a escribir con la boca. Gracias a él, hoy día escribo con la boca, el pie y el hombro, sujetando el bolígrafo entre la barbilla y el hombro”, nos describe.

Con 14 años, este zalameño viajó a Madrid para buscar unos brazos ortopédicos, lo que provocó que estuviera cuatro años en la capital entre la Clínica ‘Puerta de Hierro’ y el Instituto Nacional de Inválidos, que le sirvieron mucho para aprender a valerse por sí mismo. Su caso le llevó a salir en los medios de comunicación nacionales en numerosas ocasiones.

Luego, con 18 años, su vida daría un cambio radical. Entonces, José Antonio conoció a un matrimonio puertorriqueño que le invitó a viajar durante tres meses a un intercambio estudiantil. Su destino en 1969 fue la Isla del Encanto. Pero su estancia se ha prolongado 49 años, ya que continúa en Puerto Rico.

En este país latinoamericano ha formado una familia tras casarse con la puertorriqueña Carmen María González Vega, con quien tuvo tres hijos, además de otro de crianza: la pequeña Rocío del Carmen, con 32 años, que espera un bebé; Josantonio Jr., que le ha dado una nieta, Antonella; y Alberto, otro nieto llamado José Alberto. “Esperemos que el mayor, Carlos, se anime también. Me encanta ser abuelo. Lo disfruto mucho”.

El balance de todos estos años es muy positivo, porque asegura que “he logrado más de lo que pude imaginar en mi vida. Aquí me hice locutor, periodista, publicista y empresario de espectáculos. He ganado mucho dinero y vivo la vida bien. No me puedo quejar. La vida me quitó los brazos, pero me ha dado mucho más de lo que me quitó. A los 12 años era completamente analfabeto y a los 24 era director y editor de mi propia revista”.

Unos logros que no fueron fáciles de conseguir. Todo lo contrario. Fue necesario salvar muchos obstáculos y mantener la perseverancia en todo momento. Entre otras cuestiones, sus brazos ortopédicos le causaban muchos problemas allí, quizás por el clima tropical, por lo que tuvo que quitárselos.

Este hecho, por ejemplo, no le impidió formarse en la Universidad de Puerto Rico, donde estudió inglés, además de graduarse en Publicidad Comercial en el Ramírez Business College y recibir cursos de Locución, Relaciones Públicas y Comportamiento Humano.

Entre otros muchos logros a lo largo de su trayectoria profesional, podemos destacar el haber sido locutor y productor de un programa musical en diferentes emisoras durante más de una década con los principales intérpretes latinoamericanos y españoles, lo que le permitió entablar amistad con grandes figuras, como Isabel Pantoja o Julio Iglesias, entre otros muchos. Además, en 1981 se convirtió en el primer productor de conciertos de música popular del recién inaugurado Centro de Bellas Artes de San Juan, con la presencia de artistas de la talla de Raphael, Camilo Sexto, Lolita, Isabel Pantoja o Paco de Lucía, entre otros muchos.

Siendo así, durante la década de los 80 y el primer lustro de los 90, su compañía productora era una de las organizadoras de los principales eventos artísticos del Coliseo Roberto Clemente de Puerto Rico. Posteriormente, desde hace casi tres décadas, con su empresa FAMMA Events, Mellado Romero se dedica a los espectáculos para toda la familia, especialmente de Disney o de circo. Y no sólo en Puerto Rico, sino también en República Dominicana, Guatemala y Panamá. Además, muchos de estos actos han tenido carácter solidario.

Junto a todo ello, este zalameño también ha fundado diversas revistas, como ‘Estrellitas’ y ‘Artistas’, sin olvidar que fue el promotor de la creación en 2005 del Colegio de Productores de Espectáculos de Puerto Rico (COPEP), del que fue su presidente hasta 2011.

Todo ello le ha valido numerosos reconocimientos a su labor altruista, periodística y empresarial. Premios entre los que destaca el Doctorado en Comunicaciones Honoris Causa de Columbia Central University de Puerto Rico, otorgado en Caguas, en el año 2008.

Ahora, desde Puerto Rico, asegura que “sigo amando a mi tierra andaluza y española, pero, en casi 50 años, he aprendido a querer a esta isla, donde su clima tropical me permite andar en mangas de camisa los 365 días del año. La gente es muy sencilla y cariñosa. Tengo dos nacionalidades y dos pasaportes: americano y español. En 1981, me hice ciudadano americano sin renunciar a mi ciudadanía española. En mi pasaporte español soy José Antonio y, en el otro, Josantonio. Me cambié el nombre para obligar a los boricuas a decirme mi nombre completo, porque aquí casi no llaman a nadie con dos nombres”. Sus hijos también tienen la doble nacionalidad.

Una tierra, la española, con la que sigue manteniendo un contacto constante, porque tiene una casa en Madrid, casa a la que viene cada vez que tiene ocasión, “donde me refugio cada vez que mis obligaciones me lo permiten. Cerca viven mis hermanos Alonso, Juani y María con sus respectivas familias”.

Una vida muy intensa y cargada de grandes momentos, por lo que no es extraño que, en la actualidad, José Antonio se encuentre terminando un nuevo proyecto: un libro sobre su vida. Por todo ello, para terminar, este zalameño que reside en Puerto Rico se queda con esta frase de Sigmund Freud: “He sido un hombre afortunado, en mi vida nada se me hizo fácil”.