Isabel Maya y su hija Bernardina repasan la vida de esta mujer más que centenaria en una entrevista concedida a Tinto Noticias

Isabel Maya Márquez, vecina de El Campillo, cumplió 107 años el pasado 25 de febrero y se encuentra magníficamente, hasta el punto de que reconoce que “de memoria, y a veces de humor, estoy estupenda”. Sin embargo, también admite que está “muy cansada” y se pregunta “por qué Dios me tiene aún aquí”. Tanto es así que su propia hija, Bernardina López Maya, afirma que la vida de su madre fue “muy mala”. Aún así, Isabel afirma que su vida durará “hasta que Dios quiera”.

Bernardina, que ha atendido a TINTO NOTICIAS junto a su madre, cuenta que su progenitora “nació en Aroche, pero al quedarse huérfana con siete años sus tíos se la llevaron a El Rosal de la Frontera. Más tarde, cuando cumplió 15 años, la mandaron a trabajar con unos terratenientes hasta que se casó”. A continuación, a Isabel “le pilló la guerra y su marido tuvo que irse al frente. Ella se quedó con sus suegros y su cuñada, pues ya tenía dos hijos. Finalmente, mataron a su cuñado y a su suegro con tres meses de diferencia, aunque su marido sí volvió”, añade.

Del mismo modo, Bernardina describe una anécdota bastante llamativa: “Eran los años de hambre posteriores a la guerra cuando fue a Portugal a por harina y, allí, los guardiñas la metieron en la cárcel durante cuatro días. Estuvo allí hasta que el teniente de El Rosal fue a sacarla. Y cuando salió, siguió trabajando”. Ya en el año 1950, tal y como cuenta su hija, Isabel fue a trabajar al campo y ya tenía cuatro hijos. Su marido empezó a trabajar en las minas de Riotinto, mientras que ella limpiaba casas y lavaba para las familias pudientes los fines de semana.

Bernardina aún recuerda que “mi madre se iba con mis hermanos mayores a hacer carbón y a recoger leña para la candela, ya que no había luz ni gas. Nos alumbrábamos con focos de carburo, mientras que nos calentábamos y hacíamos de comer en la candela”.

Isabel tuvo seis hijos, de los cuales solo viven cuatro en la actualidad. Su hijo mayor era el que siempre estaba con ella hasta que se casó y, aún así, seguía visitándola todos los días. Según Bernardina, el peor momento en la vida de Isabel fue “cuando su hijo mayor murió hace doce años”. De hecho, la misma Isabel expresa: “Quiero irme con mi hijo. Ya no es lo mismo”, lamenta.

Actualmente, sus hijas se turnan para ayudar a su madre en el día a día y para que no esté sola, ya que tiene una edad bastante avanzada, aunque Bernardina recalca que su madre “está fenomenal. Se vale por sí sola e incluso da paseos sola por la casa. Su cabeza está estupenda. Además, su memoria es excelente: se acuerda de todo y te lleva las cuentas perfectamente”, concluye.