Artículo de opinión de Francisco Javier González, antropólogo y presidente de la Asociación Matilde

Ha salido la sentencia de los ERE, y como siempre, se produce el clásico, por no decir aburrido, juego de la política. En los medios, el partido en silencio y el resto, según su posición en el proceso de formación/oposición de gobierno, así se expresa. Esto da para todo al tiempo que para nada, porque como siempre, volvemos a lo mismo. Es sencillo, pero hemos ser capaces de darnos cuenta que entrar en el juego del “tú más”, no va a ayudar a solucionar lo importante. Nuestra democracia ha crecido en el sentido de que, se han producido una serie de cambios relacionados con la fiscalización de la actividad que permiten desenmascarar –en este tiempo, ya que hasta hace poco eso no ocurría- las debilidades del poder. Al menos, hemos visto la punta del iceberg.

La formación de gobierno, los ERE, Cataluña, el discurso de la derecha, y entre tanto, el mundo convulsiona y nosotros aquí mirándonos el ombligo. Es cierta y grave la problemática de nuestra situación, pero más grave es ver la posición de “neutralidad” de nuestra sociedad -en la que incluyo tanto a la sociedad civil como a la clase política que son a priori los sectores que deberían verse interpelados- frente a un hecho que es hermano de esta nueva situación. Bolivia ha estallado y el mundo mira. Para entender los hechos hay que conocer la realidad y, visto el modo en que se ha producido el asalto al poder en Bolivia, no hace falta ser muy astuto para ver que es todo aquello que se encuentra bajo la parte visible de la flotante roca helada.

En la Edad Media, faltar a la voluntad de Dios era literalmente impensable, en tanto que no era posible entender la vida sin el orden establecido desde lo Divino. Pero claro, aún no se había producido la segunda de las grandes revoluciones que ha vivido la humanidad. Con la Revolución Industrial poco a poco se iría dando paso, sustituyendo, si, si, sustituyendo el credo. El pensamiento único, establecido bajo la nueva lógica -la del Mercado-, vendría para quedarse y establecer el nuevo orden mundial. Creo que esta idea es más que conocida, aunque pocos la promueven y muchos son los que tratan de tumbarla –nada extraño-, la realidad habla por si misma. Existe un hilo conductor entre la reacción de la patronal, la Iglesia y los Mercados con la posibilidad de un socio de gobierno que pone en cuestión la estructura de poder y, los hechos que vienen sucediéndose en Bolivia. Ayer, por impensable que parezca, en el Facebook de la Junta de Andalucía se publicaba una noticia cuyo titular decía “el presidente de Andalucía Juanma Moreno, ve en la iniciativa privada un aliado estratégico para logar una educación superior de calidad”. Calificar de “superior calidad” a una universidad privada por parte de quien es el mayor representante de lo público en Andalucía es, además de un ataque directo a los pilares del Estado del Bienestar, una oda a los poderes fácticos.

Me gustaría pensar que en nuestra tierra tenemos capacidad para interpretar esto. Hoy, nosotras somos Bolivia, pero no sentimos la Paz. Si no somos capaces de responder al estímulo del daño que se está haciendo a la ciudadanía global, de la cual somos parte, seguiremos trabajando en esa construcción de un mundo que vive permanentemente en la ilusión de los tres magos del “Comprar, Gastar y Malgastar”. En estas paradójicas líneas, el azar ha hecho que a quien paga la universidad privada abogue por la calidad de lo público, mientras quien cobra de lo público, alardeé de la calidad de un sistema de enseñanza privado.