Nunca pensé que mi sequía como “escritor” aficionado la rompería un artículo como este. Hacía tiempo que no encontraba la motivación necesaria para ponerme a escribir y a expresar sentimientos. Muchos sois los que me habéis animado a que volviera a hacerlo, pero las ideas seguían sin aparecer.

Ahora me toca…lo necesito…lo siento así. Uno de mis últimos artículos que escribí hacía referencia al fallecimiento de mi padre, del que ya hace más de 4 años (cómo pasa el tiempo). El duelo finalizó, las sensaciones se vuelven más sanas y el proceso de recuperación se afianza.

Pero cuando llegan momentos como los de ahora, todo vuelve a cobrar una dimensión que ni yo mismo imaginaba. Mi amiga falleció hace unas semanas por un puto cáncer que le destruyó durante el último año de su vida. Y ni se lo merecía, ni era justo… ni entiendo nada.

Tuve la suerte de poder acompañarla en todo este último año…porque me lo pidió y porque era lo menos que podía hacer por ella. Probablemente no fuera lo más ético, profesionalmente hablando, pero creo que hay momentos en la vida en los que la humanidad tiene que estar por encima de todo.

Tu vida cambia en un instante, en un día en el que algo sientes de manera diferente. Sin dar tregua, sin encontrar explicación y sin tiempo casi para reaccionar. Y me pregunto: ¿es necesario que tenga que ser así?

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