Tras desarrollar importantes trabajos en Galicia, Cádiz y Huelva, ha regresado a la Cuenca Minera, donde sus trabajos están poniendo en valor el patrimonio arqueológico de Riotinto
Nacido hace 49 años en Minas de Riotinto, Luis Iglesias García ha sido desde siempre un amante de la arqueología, la geografía y la historia, por lo que, a la hora de elegir sus estudios universitarios, tuvo claro que se decantaría por Geografía e Historia. Para ello, se marchó a la Universidad de Sevilla, donde se percató de que «lo que más me atraía era la arqueología».
Una pasión que ha mantenido viva desde entonces hasta ahora, cuando cumple más de 25 años de profesión. Una intensa actividad en la que, asegura, «he hecho prácticamente de todo», tanto que ha podido desarrollar todo tipo de proyectos, enmarcados en una franja cronológica amplia, que abarca desde la Prehistoria hasta el siglo XVII.
Sus inicios profesionales, curiosamente, tuvieron lugar en Galicia, donde, «siendo estudiante, comencé a excavar con el equipo de investigación de Felipe Criado Boado, profesor de la Universidad de Santiago de Compostela».
Luego, una vez que finalizó la carrera, se centró en la zona de Andalucía Occidental, especialmente en las provincias de Huelva y Cádiz, aunque también ha trabajado en Extremadura. En concreto, en Cádiz «he tenido la oportunidad de llevar a cabo numerosos trabajos, algunos de tanto interés como la puesta en valor de diversos yacimientos, como el de Ubrique o el de la villa medieval de Zahara de la Sierra, sin olvidar otras intervenciones en San Roque o Algeciras», recuerda el historiador riotinteño.
Su primer trabajo en la provincia de Huelva fue en el Castillo de Cortegana, donde estuvo interviniendo de la mano de la profesora Magdalena Valor, de la Universidad de Sevilla. Del mismo modo, también formó parte del equipo que estuvo en temas de modificación de las fincas con Riotinto Fruit. De hecho, recién licenciado, tuvo la oportunidad de estar seis años realizando prospecciones en Minas de Riotinto para poner en valor toda la dimensión histórica del territorio, dando lugar a conclusiones muy interesantes. Tras esta etapa, la mayor parte de su trayectoria profesional la ha desarrollado en la provincia de Cádiz.
Lo cierto es que «nunca me han faltado los proyectos, teniendo la oportunidad de trabajar para ayuntamientos, empresas, promotores privados o la Junta de Andalucía… En todos los sitios en los que he estado tengo las puertas abiertas, así que estoy muy contento con la trayectoria que he desarrollado. Porque siempre he actuado defendiendo mi trabajo, con honestidad y de forma resolutiva», afirma.
Una trayectoria que, desde hace tres años, lo ha traído de nuevo a su tierra, a la Cuenca Minera. Tal y como nos cuenta, «después de Cádiz, he vuelto a Minas de Riotinto, donde trabajo en el área de Medio Ambiente de Atalaya Mining. He vuelto a mi tierra. Para mí fue toda una sorpresa, porque nunca me esperaba poder trabajar de arqueólogo en mi pueblo. Nunca me lo planteé. Ni siquiera me lo llegué a imaginar». En la empresa riotinteña realiza un trabajo que considera «apasionante, muy variado y muy interesante por los conocimientos que estamos realizando».
El balance que hace Iglesias García de este tiempo es «muy positivo. Excepcional. Hemos hecho muchas intervenciones arqueológicas aquí, incluyendo proyectos de calado, que nos están permitiendo poner en valor el patrimonio de Minas de Riotinto, como ha sucedido con la necrópolis de La Dehesa o los trabajos de Corta Atalaya, entre otros». En la actualidad, se encuentran interviniendo en el yacimiento de Corta del Lago.
Todo ello hace que se encuentre muy contento y satisfecho en Atalaya Mining, porque, además, «estoy acostumbrado de trabajar con promotores y la verdad es que la empresa pone todo tipo de facilidades. Son personas que están muy comprometidas con el patrimonio. Por ejemplo, hemos intervenido en la Torre de Cementación de Cerda, que estaba a punto de caerse, sin estar incluida en ninguno de los planes. Y en todo lo que vamos investigando y descubriendo nos ponen todo tipo de facilidades».
Este hecho también ha sido un cambio importante en su vida a nivel personal, puesto que «me marché para Sevilla en los años noventa, cuando la minería daba sus últimos coletazos. Entonces, aquí no había perspectivas para mí, así que, en aquellos años, cuando mi pareja se fue a Algeciras, me fui para allá con ella. Ahora vuelvo a residir en Minas de Riotinto, en la Plaza del Pino. Y estoy muy contento con mi vuelta. Aquí lo tengo todo, a mis amigos de toda la vida, a mi familia, mis raíces, mis recuerdos, mi pasado… Hay un refrán que dice que uno siempre vuelve al lugar en el que fue feliz».
Un investigador incansable
Una actividad profesional que Luis compagina con la investigación, puesto que ha obtenido el Doctorado en Prehistoria y Arqueología por la Universidad de Sevilla con una tesis doctoral sobre su experiencia en la Sierra de Cádiz. En concreto, Luis es especialista en la Edad Media en Andalucía Occidental.
Parte de la tesis ha salido publicada en el libro titulado ‘Las villas perdidas. La frontera entre el reino de Sevilla y el sultanato nazarí. Siglos XIII-XV’, un libro que vio la luz el pasado año 2017 y donde condensa parte del conocimiento adquirido sobre la frontera occidental del sultanato nazarí, con una marcada inclinación arqueológica. Una obra creada con la ambición de convertirse en un trabajo de referencia para todo aquel que se acerque a la historia y arqueología de los últimos momentos de Al-Andalus.
Para Luis Iglesias, se trata de un libro muy novedoso porque pone en cuestión muchos puntos comunes de teorías contrastadas de la Arqueología Medieval en Cádiz. Por este motivo, afirma, «creo que va a ser un libro de obligada consulta para cualquier investigador que quiera conocer la Sierra de Cádiz en la época medieval, porque hace un compendio de todos los yacimientos de aquella zona y otros muchos que han ido apareciendo, como pueden ser dos villas medievales y otras alquerías hasta ahora desconocidas. Una obra que fue presentada en el Ayuntamiento de Minas de Riotinto y que es el resultado de cinco años de trabajo de campo y de lectura de documentos sobre el tema». Y lo cierto es que este libro ha tenido muy buena acogida, porque su primera edición está prácticamente agotada.