Amante de la guitarra desde niño, este profesor de música lleva 20 años fuera de la Cuenca Minera, de donde se marchó para continuar sus estudios superiores, una formación que le ha permitido desarrollar una amplia carrera como músico y docente
Jesús Domínguez Salanova es un músico y profesor nacido hace 43 años en Minas de Riotinto, una tierra que no olvida desde su lugar de residencia habitual en Rincón de la Victoria. Un bello rincón de la provincia de Málaga hasta donde le ha llevado su carrera musical.
Una carrera en la que, como él mismo cuenta a Tinto Noticias, siempre “he tratado de desarrollar una doble faceta como músico: la de profesor y la de compositor-intérprete. Para ello, he estudiado guitarra clásica en varios conservatorios de Andalucía (Huelva, Sevilla, Córdoba y Málaga), finalizando el Grado Superior en el Conservatorio Superior de Música de Málaga”. Tras estos estudios, Jesús hizo el Master para el Profesorado en la misma Universidad de Málaga, continuando su formación obteniendo varios certificados en Lengua Inglesa para poder acceder a la enseñanza bilingüe.
Como profesor ha trabajado en escuelas de música de varias localidades malagueñas (Archidona, Vva. de Algaidas, Teba, Vva. de Tapia, Rincón de la Victoria, etcétera), además de ejercer como docente de música creativa para la Asociación de Superdotados de Andalucía y como profesor de Secundaria y jefe del Departamento de Música del Colegio Cerrado de Calderón en Málaga.
De forma paralela, este minero también ha dirigido y presentado el programa de radio ‘Al traste’, en Radio Victoria (Málaga), dedicado a la difusión del mundo de la guitarra.
Como intérprete y compositor, Jesús he ofrecido conciertos, tanto en formaciones de música de cámara, como solista en salas de concierto, auditorios y conservatorios de Huelva, Sevilla y Málaga. En los últimos años, su faceta como intérprete ha estado centrada en la interpretación de obras propias para guitarra, habiendo presentado un disco en la capilla presbiteriana de Minas de Riotinto.
Una trayectoria de enorme interés, que hemos querido conocer en primera persona.
-Jesús, ¿cómo surge tu interés por la música?
-Pues casi desde que tengo uso de razón. En mi casa siempre se respiró un interés muy grande por la música: mi madre es maestra de música y mi padre, un gran melómano que puso a mi disposición una gran variedad de música clásica para escuchar. Me llevaron a conciertos, a conservatorios, profesores particulares…, todo lo que necesité. Mi abuela materna era pianista y mi tío guitarrista. Gracias a él conocí la guitarra clásica desde muy pequeño. Sentía tal fascinación al escucharle que me enganchó hasta el día de hoy. Él tenía una expresividad y talento fuera de lo común, fue una inspiración que me marcó de por vida. A título anecdótico mencionar que tuve que empezar piano en el conservatorio porque en Nerva y Valverde no había especialidad de guitarra, aún cuando yo empecé, pero, dada mi fijación por la guitarra lo dejé, y estuve con varios profesores aficionados por la zona hasta que pusieron la especialidad en Valverde donde empecé.
Recuerdo de manera muy entrañable a un riotinteño, Rafa Delgado, que daba clases de guitarra por las tardes en el club de Bellavista; su carácter, su dinamismo hicieron que aprendiera muchísimo. Por eso, aunque haya conocido a grandes profesores y guitarristas siempre tengo un recuerdo y un respeto especial hacia él, un tipo estupendo.
-¿Cuáles fueron tus primeros trabajos?
-Dada la dilación de la carrera de guitarra clásica (14 años), es habitual que los alumnos compaginen sus estudios superiores con la enseñanza en escuelas de música. Así, mis primeros trabajos fueron en escuelas municipales de Huelva y Málaga, donde aprendí mucho. Uno empieza ahí por dinero y poco más, mientras termina los estudios, pero, al final, es toda una experiencia humana y docente: enseñar a tantas personas con edades distintas, intereses musicales distintos, circunstancias distintas…, te hace “aprender” mucho como profesor. Mi abuela decía: “se aprende mucho enseñando”, y realmente es así. Además, la enseñanza de la música tiene una implicación emocional que te conecta con muchas de esas personas con las que te cruzas. Es algo más que un trabajo, muchos de ellos siguen siendo amigos míos a día de hoy. Además, de muy jovencito (18 años) trabajé fregando platos en Londres y después en nuestra querida mina- también aprendí mucho ahí-, pero esa es otra historia…
-¿Cómo te surge la oportunidad de marcharte fuera de Huelva?
-Básicamente por motivos de estudios; no hay grado superior de guitarra en Huelva y me marché a Córdoba, después a Sevilla y, finalmente, a Málaga. En Málaga conocí a la madre de mi hijo y, por eso, me establecí aquí.
-¿Dónde trabajas? ¿Cuál es tu labor allí?
-En el Colegio Cerrado de Calderón de Málaga. Soy profesor de primero y segundo de ESO y también de guitarra. Como jefe del Departamento de Música he tenido que desarrollar las programaciones de música para esos cursos, organizar conciertos, etc.
-Llevas unos 20 años fuera de Huelva. ¿Qué balance haces de este tiempo?
-Positivo, sin duda. La vida del músico requiere mucha constancia y sacrificio, y a veces toca vivir circunstancias más difíciles pero, aunque sea un tópico, puedo constatar que el esfuerzo y la dedicación te llevan a desarrollarte y sentirte realizado en tu profesión.
-¿Cuáles son los trabajos que más te han marcado a lo largo de tu carrera?
-Creo que todo es experiencia. He puesto todo mi empeño en cada trabajo que he hecho: podría decir que trabajar en la Asociación de Superdotados de Andalucía ha sido muy interesante porque tuve mucha libertad para desarrollar una programación que estimulara la creatividad y el interés por la música en alumnos con mucho potencial creativo, pero, creo que como profesor lo que te marcan son las personas, y, para mí, el mayor éxito no es lo que yo pueda enseñar, sino el interés que yo pueda despertar en un alumno por la música. Eso ha sido clave en cada trabajo que he hecho, desde el más humilde hasta el más prestigioso. El trabajo como profesor de Secundaria me ha marcado mucho también. Es un reto tratar de que 25 o 30 adolescentes conecten con la música de Bach o Schumann en los tiempos del trap y el reggaetón, pero creo que también hay muchos prejuicios sobre los adolescentes, son más nobles e inteligentes de lo que parece. También me ha marcado porque he aprendido mucho de compañeros con más años de experiencia que yo.
-¿Qué estás haciendo en la actualidad?
-Pues, además de mi labor docente, me encuentro promocionando mi primer disco ‘En lontananza’. El mercado de la música clásica es secundario dentro del mercado musical, y podría decirse que el de la guitarra es secundario dentro del de la música clásica, y no es fácil promocionarse.
-¿Tienes previsto algún otro proyecto?
-He estado inmerso en la grabación de una obra en homenaje a mi tío Mario León, pintor nervense recientemente fallecido. En esta obra trato de reflejar lo que me expresaba su pintura y su personalidad. Me he centrado en este proyecto en los últimos meses debido a tan desgraciado acontecimiento. Además, preparo la grabación de mi segundo disco, tengo muchas obras acumuladas sin grabar y creo que haré una selección interesante.
-¿Qué recuerdos tienes de la Cuenca Minera?
-Aquí me tocas la fibra sensible, ¿recuerdos? Los mejores: una infancia en el colegio Virgen del Rosario comiendo churros de ‘La Amelia’ y corriendo en el recreo, una época en que la mina vivía una total prosperidad que se reflejaba en el ambiente del pueblo, cuando empezaba a salir con mis amigos e íbamos a la discoteca de Zalamea, mi primera novia…, recuerdos muy bonitos que se quedan ahí grabados para siempre.
-¿Sueles venir mucho?
-Intento ir cada vez que puedo a Riotinto, necesito oler ese aire tan característico de nuestro pueblo, pasear entre sus pinos y sus calles, por Bellavista con ese ambiente inglés antiguo, por el Zumajo… Trato de quedar con mis amigos de siempre en Navidades, en La Esquila…, la verdad es que cada vez lo echo más de menos, será la edad.
-¿Algún mensaje a final a los mineros?
-De todos los mensajes que podría dar, creo que el más importante es que hemos tenido la suerte de nacer en un sitio muy especial, que ha sido muy triste ver cómo tras el cierre de la mina una generación entera de jóvenes se ha marchado de la zona y el pesimismo y el desempleo se han adueñado del ambiente, que ahora hay una nueva oportunidad de remontar un poco y hacer de Riotinto y de la Cuenca un sitio con futuro, que, independientemente de la actividad minera, hay una riqueza histórica, arqueológica y turística de la que se puede sacar muchísimo partido, más aún del que se le saca, solo hace falta gente que crea en ello, con ganas de hacer cosas. Me consta que hay algunos en ello, como Aquilino, Luis Iglesias y otras muchas personas que no tengo el gusto de conocer.
Por último, me gustaría reivindicar el papel de la música en la sociedad. Todos comprobamos año tras año como la música une, mueve, sensibiliza,” humaniza”… Esa música que tenemos metida los riotinteños en lo más profundo y que nos mantiene unidos a nuestro pueblo, a nuestra gente, por muy lejos que estemos, cada otoño. Hasta qué punto la música puede ser trascendental para la historia de un pueblo. Sin embargo, la música es muchas veces considerada como algo secundario. Primero, mi reconocimiento desde aquí a los que han mantenido la música viva en nuestro pueblo: a Nicolás en la Banda, a Naranjo con sus campanilleros, a los esquileros que salen cada año, a Martín y tantos otros, a Rubén y demás con sus carnavales, a Juanjo con su guitarra, a algunas jóvenes promesas, que sé que hay y, por supuesto, a esos grupos de garaje llenos de talento, a tanta gente que me dejo en el tintero. Y, por último, pedir que se fomente la enseñanza de la música; las bandas y las escuelas de música son más importantes de lo que parece, a veces, la única opción que tiene un niño de dedicarse a aquello que tanto siente.