Aunque comenzó a decantarse por la poesía y la investigación ya en su juventud, su trayectoria en estas manifestaciones es muy amplia, como se manifiesta en los numerosos libros que tiene publicados y en las fotografías que ha realizado para plasmar la belleza de la Cuenca Minera, trabajos a los que se suma un buen número de proyectos que le gustaría que vieran la luz
Si hay un nombre en Nerva conocido por estar ligado a diferentes manifestaciones artísticas es el de Antonio Perejil Delay, que, a sus 64 años, puede sentirse satisfecho por hacer tenido una vida plena, en la que ha sabido dar rienda suelta a sus inquietudes literarias y fotográficas, sin olvidar la música.
Una vida que transcurrió en su Nerva natal hasta agosto de 1979, cuando encontró trabajo en las Minas de Aznalcóllar, donde estuvo trabajando hasta finales de enero de 2002, cuando le llegó la prejubilación debido, a como él mismo explica, a que “fue el ocaso más grave de la minería pirítica, ya que no solo se cerró Aznalcóllar, sino el resto de las explotaciones de la provincia de Huelva”.
Una labor profesional que ha compaginado desde siempre con su pasión por la literatura y la fotografía. Eso, a pesar de que confiesa que “fui bastante tardío en escribir mis primeros poemas, pues no realicé los primeros hasta los 16 o 17 años. Pero, a partir de ese momento, nunca dejé de escribir”. Tras estos primeros pasos, la historia literaria de Perejil Delay es amplia. Entre sus momentos más entrañables recuerda cómo “con veintitantos años se me ocurrió hacer una Revista Poética, llamada Octava Galería, que imprimíamos artesanalmente en una vieja multicopista que tenían en el Asilo de Nerva los curas obreros de entonces. También, cuando estuve en la Universidad Laboral de Sevilla, participé en una revista sevillana llamada Gallo de Vidrio y, posteriormente, en una antología poética de Huelva, titulada ‘Un ligero viento recorre la marisma’”.
Una composición poética que llevó un poco más allá, puesto que durante su época de juventud y adolescencia aprendió a escribir canciones de protesta, que solía interpretar él mismo acompañado de su guitarra flamenca. “Al principio, empecé interpretando canciones de Paco Ibáñez en la SAFA de Río Tinto y en la Universidad Laboral de Sevilla; pero, al cabo de un tiempo, comencé a parir las letras y las músicas de mis primeras composiciones”, concreta.
Es cierto que esta faceta musical ya la ha dejado de lado, pero Antonio continúa dedicándose a la poesía, a la historia y a la fotografía artística. Cuestiones que hacen de ‘Delay’ un nervense más que conocido en la Cuenca Minera, de ahí que hayamos querido conversar con él en esta entrevista.
-Antonio, ¿cómo y cuándo surge su interés por la literatura y la investigación?
-Fue, efectivamente, durante mi juventud, con 16 o 17 años, cuando empecé a sentirme atraído por el gusanillo de la poesía…, aunque, tengo que confesar, que cuando leo ahora los poemas que escribí entonces, me parecen bastante ramplones en lo que a calidad poética se refiere. En cuanto a mi pasión por la historia, esta empezó más tardíamente. Mis primeras colaboraciones aparecieron en las revistas Nervae de aquella época. Aunque me gusta la historia, en su sentido más amplio, siempre he mostrado mis preferencias por los temas ferroviarios y mineros. La historia de la minería de Huelva me ha apasionado desde siempre y sigue apasionándome debido, quizás, a mis raíces mineras. Casi siempre me ha dado por investigar asuntos relacionados con la historia de la minería de Huelva y, más concretamente, sobre la minería de Río Tinto. Pero también me gustan las historias de vida de algunos personajes populares que dejaron sus huellas en la memoria colectiva de las gentes de mi pueblo.
-Tiene una amplia trayectoria en este aspecto. ¿Cuántos libros ha publicado?
-Al principio, después de escribir los dos o tres primeros libros, me resultaba sumamente fácil acordarme de ellos. Pero, a medida que pasaba el tiempo, fueron apareciendo nuevas publicaciones…, y, aunque tampoco son tantos los libros publicados, tengo que pararme un poco a la hora de enumerarlos. Intentaré escribir todos sus títulos, por orden cronológico: mis dos primeros libros fueron apadrinados por la Asociación de Amigos del Ferrocarril ‘Cuenca Minera de Riotinto’. El primero en publicarse fue Ferrocarriles Mineros de la provincia de Huelva y, el segundo, Catálogo de poblaciones mineras fallecidas en la provincia de Huelva…, aunque más que libros, parecían dos cuadernos escolares.
Posteriormente, escribí otro pequeño libro titulado La Granada, un pueblo entre la Sierra y la Mina, que describe muy sucintamente la historia del pueblo de mi mujer. A continuación, escribí Auge y declive de las canteras de Gerena, dedicado a los antiguos trabajadores del granito. Después me publicaron un libro de poemas, dedicados todos al pueblo de La Granada: se llama Regreso a los blancos paraísos de la cal. Luego apareció un libro de marcado acento social, inspirado en uno de los líderes obreros más importantes de las Minas de Riotinto, cuyo nombre es Egocheaga: un líder sindical bajo sospecha. A este libro le siguió otro pequeño de poemas, titulado Romancero del Río Tinto, editado por gentileza de la Asociación de Minas de Herrerías. Y la última criatura literaria que he dado a luz se llama Recuerdos de mi Infancia, el cual se vendió tan rápidamente que hubo que hacer una segunda edición.
-¿Algún proyecto de futuro?
-Tengo tantos proyectos en mente que, ni, aunque viviera cien años, me daría tiempo a desarrollarlos todos. Algunos, como, por ejemplo, Historia de un Vertedero Impopular, llevan escritos desde hace bastantes años, pero hasta ahora nadie se ha comprometido a cargar con él. Otros están a medio camino entre su nacimiento o el olvido. Y hay otros que permanecen todavía durmiendo en algún rincón oscuro del cerebro… En fin, hay de todo un poco; aunque, obviamente, hay unos que me enganchan más que otros.
-También le gusta la fotografía…
-En realidad, la fotografía me ha gustado desde siempre, aunque mis trabajos fotográficos son mucho más valorados ahora, cosa que, por otro lado, me parece completamente normal en cualquier actividad creativa. Al principio, existía el inconveniente de que el proceso para revelar una foto era mucho más lento, y como norma general había que recurrir a los fotógrafos profesionales para que te revelaran los carretes. Eso suponía, además de un sobrecosto, una pérdida de tiempo considerable. Ahora, con las nuevas tecnologías digitales y con la ventaja de tener en casa los medios necesarios, todo se hace mucho mejor y a unos precios mucho más asequibles para los bolsillos de los aficionados a la fotografía.
-¿Qué tipo de trabajos suele hacer?
-Mis trabajos predilectos son, fundamentalmente, aquellos que están relacionados con la Cuenca Minera y su entorno. Por ejemplo, el paisaje de las minas me fascina desde que era un niño. Y, dentro de este paisaje insólito, tan extraordinariamente rico en matices cromáticos, adquieren una significación muy especial los asuntos relacionados con el ferrocarril minero de Río Tinto y de otras minas de la provincia de Huelva. De todas formas, la fotografía para mí no tiene ni deber tener límites…, de modo que cuando estoy junto al mar o en algún pueblo de la sierra, también me gusta sacarles el máximo rendimiento posible. Todas las imágenes que entran por los ojos de un modo placentero y concienzudo acaban convirtiéndose casi siempre en extraordinarias fotografías cuando ven la luz.
-De sus fotos, ¿cuáles destacaría?
-Todas las relacionadas con las minas onubenses, con el paisaje minero en general y, en particular, con nuestro río Tinto…, donde, cualquier día y a cualquier hora, siempre es posible encontrar las mimbres para urdir un poema nuevo o alguna fotografía inolvidable. A título individual, hay muchas fotos que me encantan, pero las que más me gustan, -por su variedad cromática tan poco frecuente en otros paisajes-, son las del Cerro Colorado y las del río Tinto. Otra especialidad mía son los retratos de personas y, en particular, los primeros planos, con sus correspondientes detalles.
-La Cuenca Minera es un paisaje único para la fotografía.
-No me cabe duda. Sin embargo, hay gente que cuando visitan la Cuenca Minera por primera vez tienen la sensación de que todo lo que ven está aparentemente muerto…, incluso, los hay que se sienten visiblemente contrariados, porque esperaban encontrarse con otra cosa. Pero, cuando se montan en el tren turístico y llegan hasta la estación de Los Frailes, vienen encantados de haber visto de cerca esos paisajes que imaginaban como muertos, pero que tienen, sin embargo, un poder de seducción extraordinario. Por eso creo que la Cuenca Minera no resulta indiferente para nadie… Y, en el caso concreto de la fotografía, estoy seguro de que es y seguirá siendo una fuente inagotable de artesanía cromática.
-¿Ha realizado alguna exposición?
-No. Ni la he realizado ni la pienso realizar por una razón muy sencilla: antiguamente, los únicos sitios donde la gente podía admirar o criticar tus trabajos eran las salas de arte u otros lugares públicos habilitados para tales fines. Pero, hoy, es fácil dar a conocer lo que uno hace a través de las redes sociales. Cualquier red social es una gran ventana abierta al mundo que te brinda la oportunidad de que un público bastante heterogéneo pueda valorarte concienzudamente.
-¿Ha recibido algún premio?
-No. Como nunca he expuesto en ninguna sala de arte, supongo que nadie me habrá tenido en cuenta. Tampoco soy muy partidario de los premios, sobre todo cuando esos premios no expresan claramente el reconocimiento tácito de los valores artísticos de la persona premiada. Pienso que, cuando se premia a alguien, hay que tener en cuenta toda su trayectoria artística y no la carambola de una determinada foto.
-¿Qué supone para usted la Cuenca Minera?
-Supongo que todo lo que hay de sustancial dentro de mí. Cuando uno tiene sus raíces en un determinado lugar y ha mamado desde niño en las ubres cobrizas del pueblo que lo vio nacer, es difícil querer a otra madre adoptiva, que no sea Nerva…, aunque, para mí, Nerva y la Cuenca Minera son dos caras de una misma cosa, y por mucho que intentemos separarlas, no lo conseguiremos nunca. Esta pasión por “mi tierra” la plasmé cierto día en un poema titulado ‘IDENTIDAD MINERA’, del que me gustaría transcribir los primeros versos:
Mi nombre es Cuenca Minera
y mi apellido Río-Tinto.
Mi ADN es una cruz
roja, de cobre fundido,
que me grabaron a fuego
los antepasados míos…
-¿Qué es lo que más echa de menos de Nerva cuando ha estado fuera?
-Cuando me ausento de Nerva y de esos montes cobrizos que la rodean, el corazón se me entristece inevitablemente, sin poderlo remediar. En el ámbito humano, echo de menos a mis amigos, mis recuerdos de la infancia…, y el recuerdo imborrable de mis seres queridos, que hoy duermen a perpetuidad en algún rincón del cielo. En el ámbito de las cosas, echo de menos mi río Tinto, mi Cerro Colorado y esos paisajes desérticos que huelen a flor de azufre y a minerales podridos.
-Para terminar: un mensaje a tus paisanos.
-Lo único que me apetece decirles es que sigan siendo fieles al ejemplo y a las enseñanzas de nuestros antepasados. Que sigan luchando por sus derechos sociales y por una sociedad más justa, como hicieron ellos. Que brillen con luz propia y que sigan defendiendo la mina con uñas y dientes, a pesar de los pocos puestos de trabajo que genera. Que sigan luchando, en fin, hasta el filo de lo imposible…, para que nadie les robe nunca su condición de MINEROS.