La palabra solidaridad se define como el apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles. Un gesto muy valorado en estos días en los que prima el individualismo, en el marco de un mundo globalizado que agudiza las desigualdades. En este contexto, resulta llamativo el ejemplo de Antonio Abad Díaz Ortega, un riotinteño que lleva realizando tareas solidarias desde 2009, cuando comenzó a ofrecer ayuda humanitaria en tres zonas de Marruecos: el Medio Atlas (en la región de Khenifra, en el centro del país); el Alto Atlas (Tinhir, más al sur); y el desierto de Erg Chebbi (Merzouga, cerca de la frontera con Argelia), lugares en los que trabaja con la población rural, en su mayoría de etnia bereber.

Su llegada a este ámbito se produjo de un modo casi casual, puesto que, según nos cuenta, “me uní a un viaje solidario que realizaba un grupo de estudiantes universitarios de Málaga y, después de conocer la situación de la población en estas zonas, decidí que merecía la pena dedicar parte de mi tiempo a realizar este tipo de acciones. Desde entonces, he intentado contagiar a otras personas en la necesidad, que para mí se fue convirtiendo en casi una obligación, de actuar como individuos responsables para tratar de conseguir un mundo más igualitario”.

Una filosofía que ha marcado su forma de vida desde entonces hasta ahora, a pesar de que este tipo de actuaciones suele disponer de pocos recursos económicos, materiales y personales, lo que ha motivado que la ayuda se dirija, sobre todo, a mujeres y niños. La asistencia se concreta en la aportación a las personas necesitadas de ropa de abrigo, zapatos, mantas, juguetes, material sanitario, de higiene personal y medicamentos, material escolar, alimentos básicos y herramientas, llegando en algunos momentos a actuar junto a la población afectada para mejorar sus pésimas condiciones en el acondicionamiento de viviendas, atención sanitaria, talleres de concienciación medioambiental y sanitaria, de artes plásticas y juegos con niños o instalación de bombas de agua, apostando con ello por la implicación directa de los beneficiarios.

Hay que tener en cuenta, como explica Antonio Abad, que “a lo largo de estas actuaciones hemos intentado mantener una relación directa e igualitaria con la población, poniendo especial énfasis en esa convivencia. Hemos procurado compartir sus condiciones de vida durante nuestra estancia con ellos, comiendo juntos, durmiendo en sus hogares y participando de su día a día, teniendo en cuenta siempre las diferencias culturales e ideológicas, actuando con el máximo respeto por la cultura local”. En todas estas tareas solidarias, este riotinteño ha trabajando en ocasiones en solitario, mientras que otras veces ha contado con la colaboración de asociaciones, tanto españolas como marroquíes, entre las que destaca Manos Solidarias de Tetuán.

Desde 2014, otra línea solidaria de Antonio se ha centrado en la dramática situación que viven las personas migrantes de origen subsahariano que se encuentran en territorio marroquí, intentando cruzar por las vallas de Ceuta y Melilla. Para Díaz Ortega, “la situación de estas personas en la fronteriza varía según la presión migratoria, de forma que han llegado a convertirse en una moneda de cambio, viéndose sometidas a un continuo acoso. Desde que conocí sobre el terreno la situación de desamparo y las violaciones de los derechos fundamentales del ser humano que está sufriendo este sector de población, he realizado cuatro campañas, dos de ellas con la autorización del gobierno marroquí, en colaboración con Manos Solidarias y la Asociación Marroquí de Málaga, que actúa también en Marruecos”. Campañas con las que este onubense ha proporcionado atención médica, medicamentos, ropa, calzado, mantas, alimentos y asesoramiento a estas personas en una zona forestal cercana a las poblaciones marroquíes de Fnideq y Bel Younech.

Este afán por acabar con las desigualdades sociales también le llevó en marzo de 2016 a crear la Asociación Solidaridad Igualdad y Sostenibilidad Trabajo Integral Cuenca Minera (Asisti Cuenca Minera), a través de la cual gestiona y organiza eventos solidarios dirigidos a conseguir financiación para ejecutar proyectos, consciente de que “se podrían realizar acciones mucho más efectivas formando un colectivo de personas concienciadas en unos objetivos comunes, como luchar por la igualdad de todos los seres humanos sea cual sea su nacionalidad, procedencia, sexo, edad o condición social”.

En Asisti Cuenca Minera ha podido contar con personas sensibilizadas en este tipo de cuestiones, fomentando el trabajo en red, al tiempo que ha creado nexos con otras organizaciones que ayudan a las personas migrantes, como sucede con la Asociación Asnuci (Lepe-Huelva), que trabaja con subsaharianos que llegan a la Península e intentan sobrevivir con unas duras condiciones de vida en esta zona agrícola onubense, donde residen en asentamientos chabolistas y trabajan de forma ilegal.

Es más, en la actualidad, Asisti y Asnuci trabajan en un proyecto para erradicar el chabolismo en Lepe, hasta el punto de que Antonio se ha trasladado al albergue lepero, donde reside junto a un grupo de unos cincuenta subsaharianos en forma de okupación del edificio, “que se encuentra en estado de abandono por parte de la administración municipal y estamos reclamando la cesión de las instalaciones para su puesta en uso ante los graves problemas de vivienda que tiene la zona”, según nos comenta.

A raíz de otra colaboración, esta vez con el colectivo ciudadano Primavera Solidaria de Llerena (Badajoz), llevaron a cabo un proyecto conjunto en noviembre de 2016 para mostrar a la población las graves situaciones de vulneración de derechos humanos.

Con todo ello, Antonio Abad ha seguido desarrollando proyectos solidarios, al tiempo que ha abordado metas más ambiciosas en el ámbito de la cooperación, que le han llevado, por ejemplo, a Siria en julio de 2017, para conocer en primera persona la grave problemática generada por la guerra y su posterior movimiento migratorio, a raíz de lo cual llevó a cabo una llamativa acción en la isla griega de Lesvos, en colaboración con la ONG ProemAid, en la que pudo entregar ayuda humanitaria y realizar rescates marítimos en la costa.

En definitiva, Antonio Abad Díaz es todo un ejemplo a seguir cuando se habla de solidaridad y de ayudar sin pedir nada a cambio. Una actividad admirable a favor de los derechos humanos que no cesa, como sucedía el pasado sábado, 3 de febrero, cuando organizaba un viaje a Ceuta para participar en la V Marcha por la Dignidad en protesta por las muertes que se produjeron en la playa del Tarahal en febrero de 2014, al tiempo que visitaba la zona de conflicto en territorio marroquí para entregar ayuda.

Del mismo modo, podemos adelantar que el 10 de junio de este año tendrá lugar en Minas de Riotinto la Gala Solidaria ‘Flamenco y África’, que vivirá su segunda edición con el objetivo de recaudar fondos que permitan la financiación de sus actuaciones solidarias. Sin olvidar que está preparando una campaña de captación de socios que aporten una pequeña cuota mensual. Por último, según nos adelanta, “estamos trabajando también en un proyecto de autogestión y sostenibilidad con el que tratamos de recuperar y rehabilitar una huerta rural en Minas de Riotinto y potenciar así una alternativa de vida más igualitaria y justa, a la vez que generamos en este lugar un espacio de acogida para personas en situación de necesidad”.

Proyectos marcados por la solidaridad, donde también es fundamental concienciar a la población sobre la necesidad de su implicación en las situaciones de desigualdad. Una cuestión que lleva a cabo a través de diferentes páginas web dirigidas a divulgar sus actuaciones, entre las que se encuentran su blog de Carpintería Artesanal Diseño y Reciclaje, en el apartado solidaridad, (http://carpinteria-artesanal-anabad.blogspot.com.es/); su página de Facebook personal (https://www.facebook.com/anabad07), así como el grupo de Facebook ‘Un Riotinteño Solidario con Aldeas de Marruecos’ (https://www.facebook.com/groups/146073448827750/).