Un grupo de voces masculinas recorrerá las calles y plazas de la localidad durante cuatro madrugadas de octubre

Zalamea inicia esta madrugada sus tradicionales sábados del Rosario, una tradición que data desde hace más de 400 años, concretamente desde 1605, y que se desarrollará en cada madrugada del sábado al domingo del mes de octubre.

Un grupo de voces masculinas acompañadas de guitarras, laudes, violines y esquila recorrerán las calles y plazas de localidad entonando coplas dedicadas a la Virgen María en su advocación del Rosario.

El grupo está convocado para ello cada sábado, por Amigos del Rosario, a las 00.00 horas en El Hogar del Pensionista, tras lo que realizarán su recorrido por el municipio.

Además, Amigos del Rosario anuncia que «recordaremos a todos los zalameños que nos han dejado y a todos los componentes del grupo que por causas familiares o por males no pueden acompañarnos».

De otra parte, tal y como ya informó Tinto Noticias, la Virgen del Rosario, que hace unos días regresó a la Parroquia de la Asunción de Zalamea tras su restauración, será presentada durante la misa de este domingo 7 de octubre, día de su festividad, a las 12.30 horas. Antes tendrá lugar el Rezo del Santo Rosario con la participación de Amigos del Rosario cantando los Misterios Gloriosos.

Además, con motivo de su restauración, como informó también este periódico, la imagen procesionará por las calles del pueblo el próximo 27 de octubre, casi 40 años después de su última procesión.

Historia

Tal y como indican desde la Asociación Amigos del Patrimonio de Zalamea, «el 17 de abril de 1605 tuvo lugar en Zalamea la fundación de la Cofradía del Rosario por Francisco Hurtado, dominico, con licencia de fray Juan Chacón, prior del convento de Santo Domingo de Aracena, para la que se señaló en el templo parroquial un altar en el que se colocó una imagen de Nuestra Señora del Rosario. Su culto arraigó en el pueblo y alcanzó cierta resonancia extendiéndose a algunas de sus aldeas que se independizaron luego».

«La fiesta en honor de la Virgen del Rosario, el 7 de octubre, con el recuerdo de la batalla de Lepanto, revestía una gran solemnidad: había fuegos, misa, sermón y procesión», añaden desde la asociación, tras lo que indica que «la festividad se innominó de ‘Nuestra Señora de la Victoria’ cuando la instituyó San Pío V en 1572», tras lo que «con Gregorio XIII acabó con su denominación actual: Nuestra Señora del Rosario».

«El Rosario es una de las tradiciones religiosas más ricas de nuestro pueblo. Asociado a su culto se formó, probablemente propiciado desde la misma cofradía, un grupo de campanilleros que recorría las calles del pueblo cantando canciones dedicadas a María, Madre de Jesús. Hoy, Zalamea es uno de los pueblos donde El Rosario se interpreta con mayor pureza de estilo con respecto a su origen. Las coplas son alabanzas a la Santísima Virgen acompañadas de voces masculinas, guitarras, bandurrias, violines y esquila, cantadas por las calles todas las noches del sábado al domingo del mes de octubre», destacan desde la asociación, que da a conocer algunas de estas coplas:

«¡Alegraos divina Señora,

que ya he dado vueltas por todo el lugar

con la esquila llamando a los hombres

que el Santo Rosario vengan a rezar.

¡Virgen singular!

Si mis voces no son suficientes

llamad, Vos, Señora, llamad, Vos, llamad».

Desde la asociación explican que «años atrás, los trovadores del Rosario se recogían en la Iglesia, donde, a las cinco de la madrugada, hora en que sonaba la campana grande de la torre, acompañaban a la procesión del Rosario de la Aurora. Componía el cortejo una larga fila de mujeres, rosario en mano, seguida del estandarte del Rosario. Un sacerdote dirigía el rezo. Seguían a continuación los hombres, de trecho en trecho, una pausa, la muchedumbre se detiene en silencio, y tras la enunciación del Misterio, la glosa cantada»:

«En el cielo se alquilan balcones

por ver tu Rosario, Santa Emperatriz.

Las estrellas forman tu corona,

y el sol y la luna van diciendo así:

¡Viva, viva, la Aurora María!

que es Madre del Verbo por dicha feliz! ».

De vuelta al templo se celebraba la denominada misa del alba.