Las jóvenes Alba Gregorio, Cristina Muñoz y Paloma Sánchez ponen en marcha una iniciativa para mejorar la sociedad a través de talleres y actividades
Tres jóvenes campilleras se han puesto manos a la obra para combatir el machismo en la sociedad. Para ello, han puesto en marcha un equipo multidisciplinar que han bautizado con el nombre ‘Frida’, en homenaje a Frida Kahlo, símbolo del feminismo y de la lucha «incesable» de la mujer.
“Nos gustaría que la gente abriera un poco la mente y empezara a pensar de otra manera”, aseguran las promotoras de esta iniciativa: Alba Gregorio Tovar (educadora social y secretaria), Cristina Muñoz Romero (mediadora comunicativa y maestra de Educación Especial) y Paloma Sánchez Valiño (psicóloga).
En una entrevista concedida a TINTO NOTICIAS -El periódico de la Cuenca Minera de Riotinto-, estas tres jóvenes campilleras dejan claro que su objetivo es «cambiar y mejorar la sociedad», para lo que llevan a cabo talleres, charlas y actividades de diferentes temáticas sociales dirigidas a distintos colectivos y edades.
Esta iniciativa, tal y como relatan estas tres campilleras, nació por una simple conversación entre amigas. “La idea salió una de esas tardes que te reúnes con tus amigas y te pones filosófica, diciendo: podemos hacer algo, yo cambiaría esto o me gustaría hacer esto otro».
Entre las tareas que realizan y han llevado a cabo se encuentran las charlas sobre violencia de género, de igualdad y empoderamiento de la mujer, así como la Gymkana LGTBI+, que tuvo una gran participación por parte del pueblo de El Campillo.
A la pregunta sobre en qué ámbito o sector creen que se necesita trabajar más, responden que «en casi todos», si bien se han encontrado «mucho machismo, sobre todo en las personas mayores», aseguran. En concreto, cuando llevaron a cabo la charla sobre el empoderamiento de la mujer, narran que, «en cosas tan simples como que el hombre también tiene que ayudar y colaborar en las tareas del hogar, las mujeres se empezaban a reír y a tomarnos por locas».
«Se ve perfectamente lo que hay en la sociedad. Tú intentas hacerles ver otra perspectiva pero es complicado», afirma Cristina Muñoz. «Es lo que han vivido y ya no intentan cambiar la forma de ver la vida», añade Alba Gregorio.
Como educadora social, Alba señala que es fundamental empezar a trabajar desde abajo. “En el instituto de Nerva hicimos un taller sobre violencia de género con motivo del 25N y acabamos hablando de feminismo porque realmente no sabían lo que era», señala. «Yo me vine satisfecha, ya que alumnos de 4º de la ESO terminaron diciendo yo soy feminista», explica Cristina Muñoz. Además, Alba Gregorio recuerda que pensaron «que los mayores iban a ser los peores y al final nos llevamos una grata sorpresa en el sentido de que ellos eran los que más abierta tenían la mente».
«Se trata de un asunto importante en el que hay que seguir trabajando», resalta Paloma Sánchez. “Hace falta educar en valores sociales, pero no solamente a nivel de género, sino en muchas cosas: contra la homofobia y el racismo, en las habilidades sociales, en las emociones, el bullying, etc. En cuanto a educación, leyes hay muchas, legalmente está todo hecho, pero realmente lo que no hay es práctica”, indica.
En este punto, afirman que también han intentado impartir charlas en el colegio de El Campillo, tanto en días clave como de manera regular, pero finalmente no han tenido la oportunidad, explican estas campilleras, que consideran que ello «podría ser bastante beneficioso para la educación de los jóvenes», por lo que siguen interesadas en esa actividad y están «abiertas a cualquier tipo de propuesta».
La psicóloga Paloma Sánchez señala la importancia de llevar a cabo dichas actividades. Además, apunta que “lo que más nos ha impactado al salir a trabajar a la calle es encontrarnos el machismo en las propias mujeres. Esa es la realidad que existe”, añade.
Las tres coinciden en que no quieren ceñirse solo a este tema y desean trabajar en más ámbitos, como la drogadicción o el lenguaje de signos. Dejan claro que están «dispuestas a ayudar en muchos otros sentidos, ya sean problemas de drogas, de habilidades sociales o emocionales. Que la gente sepa que pueden contar con nosotras como equipo, para ayudarlos y guiarlos, como asesoramiento y escuchar a las personas, para una ayuda más personal o para obtener información», concluyen.