Las venas abiertas de Río Tinto y España

Si la historia de cada hombre o mujer es, como pensaba Brecht, simplemente contingencia y narratividad, no hay escritura ni imaginario posible que no pase por confrontar productivamente la mediación entre lo material y la proyección simbólica de la vida social, que no proyecte lo real y lo imaginario. Este principio es inexcusable y necesario en toda actividad de pensamiento no idealista, el alfa y omega de la crítica que consiste, básicamente, en aprender a pensar de otro modo, desde otra posición, articulando el sentido de la crítica como una crítica del sentido común. Desde este punto de vista, la autoría constituye una función pública de articulación de espacios de recuerdos y omisiones, trenzando constelaciones de patrimonio simbólico para el acuerdo o la controversia, más aún si se trata de un periodo tan conflictivo como la guerra civil. Y que nos emplaza a tratar de realizar un ejercicio de observación que hace emerger el recuerdo como promesa, pues la memoria, como afirma uno de los personajes de La paciencia de la araña es, por definición, terca: pasa de padres a hijos, de hijos a nietos, y termina por salir a flote invariablemente. Esta es una de las lecciones que nos brinda mi colega y compañero, Juan Carlos Rodríguez Centeno, autor de una nivola que recomendamos al lector, si quiere entender las venas abiertas de nuestra tierra en forma de fresco panorámico que, a través de los vencedores, nos cuenta el relato de una derrota, la historia en fin que no sé si se escribe con los renglones torcidos pero que, en este caso, se hace con el conocimiento histórico de un periodo que ha sido preferente en la obra académica del autor, tanto en su tesis doctoral como en numerosos trabajos que el atento lector puede seguir a lo largo de la dilatada trayectoria académica que atesora el profesor Rodríguez Centeno. Por ello es posible encontrar en sus páginas paisajes, personajes, escenarios, situaciones, escenas reconocibles habitualmente, todavía hoy, en Sevilla, o en su Huelva natal con toda la riqueza de detalles y modos de expresión que dan cuenta de un hondo y variado conocimiento sobre la cuestión. Suponemos que el autor ha querido jugar intencionadamente con tales espacios vitales (Casa Anselma, Bar El Plata, Vila Real de Santo Antonio) para ajustar cuentas con la memoria personal que es tanto como dialogar con la historia y su tiempo. No casualmente por ello la novela ya ha sido presentada en Sevilla, y antes en Nerva, y esperemos que pronto en Badajoz y Salamanca, ámbitos también en el que se desenvuelve la novela.

Cabe preguntarse, por cierto, por qué vuelve el autor a ciertos territorios o cartografías de lo vivido y sentido, o qué valor cabe reconocer en hacer revivir personajes nefastos de nuestra historia como Queipo de Llano, aún, por cierto, protegido en la Basílica de la Macarena, pese a los horrendos crímenes de guerra por él perpetrados. De qué hablamos cuando nos referimos a la paciencia de la araña: ¿a la red que tejemos para vivir y sobrevivir, o a la red metafórica que tejieron ciertos personajes arácnidos, con glándulas venenosas con las que paralizaron, por terror, a sus presas, usando las telarañas para la caza, captura y deglución de las víctimas del engaño del tejido no visible que se extiende en el aire, casi de forma imperceptible desde hace siglos en España?. Una respuesta posible es la de reconocer -cito literalmente- que «la mayoría de los españoles son infantiloides y el rey es la figura paterna a la que respetan, aman y temen. Sin rey están como huérfanos, sin autoridad, y entonces, cuando esto pasa, cuando falta el padre los hijos se pelean», dice Juan March en la obra expresando una concepción dominante en nuestro país. Este es el modo de pensar de los Ybarra, los Urquijo, los Medina, los Falcó, los Osbornes, la casa real, la oligarquía y caciquismo dominante. De ello bien sabemos y sufrimos en Andalucía, matriz del modelo premoderno y colonial del Estado uno, grande y libre, de destino universal, que prefiguraron para ocultar el latrocinio de la red de intereses comunes que ocultaron en la representación de la guerra. Y ello ha hecho posible, como reconoce uno de los personajes de la novela, que en España hayamos tenido monarcas adúlteros, puteros, ninfómanas, sifilíticos, enfermizos, asesinos, crueles, locos, medio tontos y tontos del todo sin solución de continuidad hasta el día de hoy. Como también esta es la causa de que haya vivido España cuarenta años en manos de un zoquete, enano, albondiguilla, castrati, figurón, sin pescuezo, inútil e incapaz de un generalito, «Paco la culona», cuyo mérito no fue otro que el oportunismo y arribismo magistralmente narrado por Rodríguez Centeno.

Pero no voy a hacer spoiler pues esta, como cualquier otra reseña, tiene por objeto sugerirles su lectura, analizar algunas ideas que evoca y, sobre todo, brindarles una invitación a sumergirse en el relato que espero les resulte jubiloso, más que nada porque he de confesar que la obra, siendo la primera novela del autor, atesora méritos que bien merecen se animen a buscar la obra publicada por Samarcanda. Puedo asegurarles que si así lo hicieran, encontrarán caminos y lecturas potenciales para repensar el campo social de nuestro presente, para develar el sentido de las nuevas construcciones ideológicas y el espesor material de los relatos de la crisis y contradicciones del proyecto España, si hemos de vindicar la MEMORIA que es tanto como definir lo común en un sentido proyectivo, para construir las bases de toda República, la simiente de la gobernanza y confiabilidad en el propio futuro, a modo de POLÍTICA DE LO COMÚN y definición dialógica del sentido y visión SOLIDARIA que hace posible la vida en sociedad frente a toda estrategia arácnida. De la paciencia a la impaciencia insobornable de una vida digna de ser vivida, tienen aquí elementos para comprender la restauración del orden natural que aquí cuestionamos y que nos deja varias lecciones sobre el tiempo de silencio, como metafóricamente expresara Martín Santos, que vivimos. Un tiempo que ha traído de actualidad el fascismo social y que cabe traer aquí las ideas expresadas por Francisco Ayala cuando señalaba cómo los intelectuales burgueses adheridos a la causa del proletariado llegaron al desengaño cuando las masas de adhirieron al nacionalismo en una suerte de conversión ideológica frente a la tradición internacionalista, federativa y cierto compromiso universalista del movimiento obrero. Un giro decepcionante que ya sabemos en qué terminó y cómo fue posible que la estrategia de la tela de araña funcionara. Por fortuna sabemos que, como bien advierte el autor citando a Virgilio, la mejor venganza contra los enemigos de la libertad es no claudicar. Así que, como decía Marcelino Camacho, ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar.

Por Francisco Sierra Caballero (www.franciscosierracaballero.net). Colección ‘Notas rojas’

Candela

Dicen, es un decir, que los nombres nos constituyen. Sabemos que el lenguaje es performativo, y que las palabras indican y conforman la realidad. Nos definen y prescriben el ser y sentir, la forma en fin de producción de la subjetividad. Sabemos, por otra parte, que, en el acto de nombrar, poseemos, y marcamos una distancia que puede ser política del encuentro. No hay cooperación posible sin ello. Ni futuro sin alumbrar ni abrirse paso con el logos. Eso nos legó la modernidad, el siglo de las luces y las sombras de la cueva de Platón, que de todo hay en el proceso de representación.

Hoy que se delibera tan intensamente sobre la ley trans nunca como de un tiempo a esta parte somos conscientes de la centralidad de las políticas del lenguaje y el lenguaje de la política, de la importancia que tienen las formas y el fondo del arte de lo posible que, en el tema que nos trae hoy a colación esta columna de Notas Rojas, pasa por arrimar la candela, por alumbrar la vida.

Hablamos de un proyecto incipiente de cooperativa para una energía libre de oligopolios y sostenible que evoca la flor del castaño, la sabiduría de las encinas, el claro iluminador del fiel de la balanza de la justicia que ha de inclinarse para NOSOTROS, la lumbre e intensidad luminosa que nos envuelve con la cálida luz de la morada que es hogar y, en suma, es básicamente vida. Conozco personalmente a algunas de las mujeres que lideran el Consejo Rector de esta iniciativa y puedo garantizar que la cosa está que echa chispas. Se ha prendido el movimiento, la onda lumínica que nos despeja el camino, porque, entre otras cosas, como dirían en Cuba, pese a estar la cosa complicada con el oligopolio de las eléctricas, quienes encabezan esta iniciativa se distinguen, entre otros méritos, por ser ingeniosas y fuertes, críticas y mordaces, astutas como la razón y la historia, poderosas partisanas de un proyecto que auguro será legendario. Y es que cuando la patria nos abandona, emerge la matria, se imponen nuevas matrices productivas, modelos sostenibles para las ecologías de vida que piensan y hacen desde lo concreto, que nos emplazan a cooperar y construir en común, a vivir ligados, como el buen vino, siempre vinculados, siempre en común.

Por ello este proyecto tiene nombre propio de mujer y ha sido liderado por mujeres fuertes, decididas, comprometidas con el proyecto colectivo de un universo candelario: un mundo donde quepan muchos mundos posibles, inclusivo, jovial, ecológicamente sostenible, basado en la religancia, en el clinamen, en la insobornable voluntad de cambiar nuestra realidad inhabitable que requiere de un accionar y organización distinta del oikos. Y por eso hace unos días nos interpelaron. Desde el 2 de febrero, día de la Candelaria, han lanzado su campaña y un llamamiento para sumar socios dispuestos a cambiar nuestra Andalucía, que se hace a golpe de BOJA en el gobierno o construyendo alternativas de futuro. Pueden imaginar que este proyecto nace desde el sur y desde abajo, porque solo así habrá energía para todos y de todos. En fin, valga estas líneas para llamar la atención. Algo se mueve en Al-Ándalus y no conviene dejar pasar la ocasión. Es tiempo de avivar las candelas. Por eso lean e infórmense. Es el primer paso.

Yo ya lo hice. ¿ Y tú ?

Por Francisco Sierra Caballero (www.franciscosierracaballero.net). Colección ‘Notas rojas’

Entre el frío y la covid

Hace algunos días, mientras azotaba Filomena, iba al instituto recordando la versión que Diego Carrasco hizo de ‘La Yeti’ (en homenaje a Javier Krahe), cuyo comienzo, “Ay, qué frío, qué frío”, parecía el leitmotiv de esas semanas en los pasillos y aulas de los centros educativos.

Las imágenes han hablado por sí mismas: grupos de alumnos/as con gorros, guantes, bufandas y mantas, al igual que los docentes y demás trabajadores; y los termómetros marcando ocho, nueve y diez grados centígrados en el interior de la clase, con las ventanas abiertas durante toda la mañana. Bochornoso espectáculo, mientras continuamos con aulas masificadas por las ratios ilegales en demasiados casos y sin distancia de seguridad. En algunos colegios, la distancia la marca una pegatina en medio de una mesa que comparten dos alumnos/as; las escaleras de subida después de los recreos desafían cualquier norma frente a la covid. Quienquiera puede verlo.

Parece ser que, para la clase política de esta comunidad, las personas que trabajan en las escuelas infantiles, en los centros de primaria y secundaria o formación profesional, así como los cientos de miles de niños y niñas o adolescentes andaluces, estamos hechos de otra pasta, de otro material, y ni la adversidad climatológica ni la pandemia, que está en sus más altas cotas de contagio, nos afecta.

Tal vez sea necesario recordar en estos momentos el RD 486/1997 de 14 de abril, firmado por el entonces ministro Javier Arenas, por el que se establecen las disposiciones mínimas de seguridad y salud en los centros de trabajo. En su anexo III, se dice textualmente: “la temperatura de los locales donde se realicen los trabajos sedentarios propios de oficina o similares estará comprendida entre 17 y 27º C”. Y en el Capítulo II se especifica que “el empresario deberá adoptar las medidas necesarias para que la utilización de los lugares de trabajo no origine riesgos para la seguridad y salud de los trabajadores”.

Incluso se da la paradójica circunstancia que aquí, en Andalucía, el presidente, Juan Manuel Moreno Bonilla, firmó el 13 de julio la Ley 1/2020 para la mejora de las condiciones térmicas y ambientales de los centros educativos andaluces mediante técnicas bioclimáticas y uso de energías renovables, basándose en el citado Real Decreto que ahora incumple. Ley que ha de entenderse como un logro de las plataformas de madres y padres como Escuelas de Calor, que llevan años luchando por la bioclimatización de los centros escolares.

Tal vez sea también necesario hacer un poquito de memoria y recordar las reivindicaciones de los colectivos que trabajan en defensa de la escuela pública (quienes salvamos el curso pasado con muy pocos recursos y gracias al ingente trabajo de docentes junto a la cooperación de las familias): reducción de ratios, duplicación de las plantillas, mayor contratación de personal de limpieza… En resumidas cuentas, escuela presencial, sí, pero con seguridad. La salud es un derecho. Poco de esto se ha conseguido, más que propaganda política de cara a la galería, por la contratación de personal absolutamente insuficiente. Las ratios, ni tocarlas.

Sin duda, imprescindible es resaltar la llamada al vaciado de aulas de Ampas de cientos de localidades y las reivindicaciones de plataformas como Marea Verde, o las movilizaciones estudiantiles en este sentido, así como la posición de organizaciones sindicales y hasta un reciente comunicado de la Asociación de Directoras y Directores de Instituto de Andalucía (ADIÁN), que piden el cierre temporal de los centros educativos en las localidades “en las que la incidencia de la enfermedad supere los mil casos por cada cien mil habitantes”. Tenemos experiencia, sabemos cómo hacerlo. Desde marzo aprendimos a dar clases virtuales, a utilizar plataformas digitales, a colgar materiales o crear recursos sobre la marcha. ¿Por qué se niega ahora el señor Imbroda a cerrar temporalmente los centros y garantizar la salud de la comunidad educativa y de nuestro entorno? ¿Qué intereses motivan a mantener las aulas abiertas pese a todas las restricciones en horarios, comercios, movilidad y el colapso que están viviendo los centros hospitalarios?

A pesar de que parezcan contradictorias, las declaraciones de Bonilla pidiendo a los andaluces responsabilidad y que se queden en casa, junto con la respuesta autoritaria del consejero de Educación a las familias, con la amenaza de activar los protocolos de absentismo cuando las madres y padres decidan no llevar a sus hijos al cole para preservar su salud y la de su entorno, se complementan.

Sería ingenuo pensar que es una cuestión de (in)capacidad de gestión. Tampoco tiene ningún sentido una valoración moral del tipo “son unos sinvergüenzas”. El capitalismo ni entiende de moral ni tiene alma, y para sus intereses, la clase política que nos gobierna juega un papel tan importante como el capataz lo es para el dueño de la finca. Como perros de presa defienden unos intereses que no son los nuestros y no importa que en esa tarea enfermemos o nos vayamos al otro barrio. Saben lo que hacen y lo hacen.

Nos quieren sumisos, obedientes, que sintamos que el problema de la salud es nuestra culpa, de los jóvenes. Nos bombardean con consignas que repiten como mantras, cambian los protocolos de la noche a la mañana sin que sepamos por qué; mientras tanto, se reparten el dinero público entre sus negocios, sus escuelas concertadas, sus convenios con empresas. Se colocan y colocan a los suyos. Un negocio redondo, un plan sin fisuras.

No nos resignamos a dejar la vida para sus beneficios, nos tendrán enfrente.

Por Susana Pedraza Picón, profesora del IES Pablo Neruda y activista defensora de la escuela pública

La memoria subrogada

Dicen que el periodismo, y lo reiteran de forma falsaria, diríase cuasi que como para reforzar la sociedad del cansancio, es el único y verdadero cronista de la actualidad. No es cierto, y menos aún en los tiempos que corren. Más bien, en un mundo al revés, la ficción nos desvela lo real, y requerimos del mockumentary, como hizo Jordi Évole para desmontar mitos como el 23F y la figura, hoy derruida en Sálvame, de Juan Carlos I de Borbón. Ciertamente, en series de ficción, como en el documental, tenemos la historia y la memoria negada. Lo pueden comprobar, por ejemplo, en la magnífica cinta Rojo Tinto de Blanca Gómez y Agustín Ríos, un trabajo coral donde el protagonista es el pueblo trabajador. Las mujeres luchadoras, que para Casado serían filoterroristas, los jóvenes, los migrantes vascos y sus familias luchadoras, las gentes de Extremadura y Andalucía que soñaron con un futuro mejor y dieron su vida y esperanza a la tierra, horadando en cada pico y barrena la riqueza de la comarca. Relato en fin de la historia en movimiento, y vindicación de una cultura y proyecto colectivo que arranca con la aventura de una educación popular inspirada en la teología de la liberación, la Escuela de la Safa, de jesuitas que creían que predicar es más que dar trigo, y apostaron por una enseñanza en la que aprender la democracia solo es posible ejerciéndola. De ahí a la disputa de la hegemonía, reactualizando las luchas que fueron y que serán. Los cuerpos y pasión por la justicia vindicada por líderes sindicales como Venancio Cermeño, de los que no quedan ya en CC.OO., curas obreros como Antonio Rioja, enseñantes como Miguel Ángel Ibáñez o dirigentes como Ricardo Gallego, ex alcalde del PCE que hubo de combatir no molinos de vientos sino herederos de lo que algunos denominamos la cultura del estraperlo, desplegando la dialéctica de lucha y reflexión, conocimiento e intervención social, como la escuela de formación profesional, siempre a partir de la experiencia acumulada por el movimiento obrero como telón de fondo. Historia en fin rediviva que gracias a la creatividad y buen hacer de los productores de Gulliver nos permite recordar que las gentes que fueron, son y serán, que podemos aún pensar el territorio, las vidas incandescentes, la dignidad como resistencia, los sueños y utopías por vivir, la multitud inteligente organizada para defender la dignidad porque nunca olvidamos lo sucedido en la cuenca minera.

Decía Marx que toda crítica tiene que limitarse a comparar y contrastar un hecho no con la idea, sino con otro hecho. Al tiempo es preciso con el arma de la crítica poner entre paréntesis los hechos y los acontecimientos para ir más allá, para cambiar el mundo inhabitable que vivimos. Río Tinto está teñido de rojo y esta columna que estrenamos en Tinto Noticias no podía llamarse de otro modo. Escribir negro sobre blanco las notas rojas del tiempo presente no puede ejercerse de otro modo, salvo que recitemos la monserga de los emborronadores de páginas al servicio del IBEX35, que de todo hay en la viña de los nuevos señores feudales. Por ética, e incluso por estética, permita el lector este pórtico a modo de aviso para navegantes, no podemos renunciar a escribir contracorriente. Se lo debemos a ellos, lo exige el buen oficio del Periodismo, lo esperan los hijos y descendientes de quienes conocen de primera mano que la vida del minero, que el universo del carbón es, como dicen en mi segunda patria, bien cabrón. Así que si algo podemos aprender de este documental, y de la historia del movimiento obrero, es que nunca se ha de renunciar al principio esperanza. Menos aún en este momento de zozobra e incertidumbre. Pues, cuando menos lo esperamos, la historia nos tiende una emboscada en cada esquina y activa costumbres y estrategias de lucha por el buen vivir contra el hackeo mental de la exomemoria que promueve Google. Hoy que la hipostización del desarrollo de las tecnologías punitivas de control y humillación social proliferan por doquier no deja de ser efectivo un principio: siempre nos queda y ayuda a seguir la memoria, que es tanto como decir la dignidad insobornable, la voluntad insumisa de ser y vivir, porque somos lo que fuimos, porque fueron somos y porque seremos siempre, de forma incandescente, proyecto en común: vida destinada a amar y vivir. Así de simple.

Por Francisco Sierra Caballero (www.franciscosierracaballero.net). Colección ‘Notas rojas’

La Ley Celaá mantiene el negocio lucrativo e ideológico de la concertada

El pasado 23 de diciembre se aprobó definitivamente en la Senado la nueva Ley de Educación, la LOMLOE o Ley Celaá. Tras un par de meses de tramitación, hemos sido testigos de las polémicas proclamas desde la derecha y las patronales de la educación concertada, que han comenzado a movilizarse “en defensa de la libertad de elección” y bajo el paraguas de otras consignas que sirven de cortina de humo en la protección de su jugoso negocio. Asimismo, organizaciones sindicales de docentes y de Marea Verde ya han expuesto sus dudas acerca de esta nueva normativa que no responde a las reivindicaciones históricas que se vienen haciendo (bajada de ratios, ampliación de plantillas…) y no pone en cuestionamiento algunas de las lacras con las que cargamos desde hace siglos y que se han ido modernizando en las diferentes coyunturas históricas, en concreto el peso de la iglesia católica en nuestro país en el ámbito de la educación.

Así, ante tanta algarabía de la derecha mediática y la que habita en las calles a raíz de la publicación del Proyecto de Ley de Educación, como desde nuestras posiciones de clase e interés por la educación pública, no cabe menos que hacer un análisis de la propuesta ministerial de lo que será el paradigma legal en el ámbito educativo no universitario, la llamada LOMLOE, que anula la Ley Orgánica del Ministerio Wert (2013) y retoma en parte la LOE (2006).

Para no despistarnos en el análisis, ni perdernos por las ramas del bosque, vamos a fijarnos en tres aspectos, que desde la defensa que se viene haciendo de la escuela pública a través de movimientos sociales (como Marea Verde y Mareas por la Pública), corrientes pedagógicas críticas, foros o asociaciones como Europa Laica, así como organizaciones sindicales, se llevan años exigiendo y reivindicando.

La necesidad de una red única de titularidad pública, universal y laica

Desde 1985 (LODE) y gracias a los acuerdos que se arrastran desde el franquismo (1953) y fueron actualizados por Adolfo Suárez (1979) con la Santa Sede, las prebendas de la iglesia católica en nuestro país, en materia de educación, suponen, de una parte, la garantía del mantenimiento por parte del Estado de su doctrina religiosa a través de la asignatura de Religión, y de otra, la creación de un sistema dual de enseñanza, que no solo sirve para llenar las arcas de esta institución religiosa, sino que es de facto una cadena de transmisión ideológica y doctrinaria a través de la que se fundamentan sus principios.

Una de las reivindicaciones históricas y básicas de todas las organizaciones que trabajan por y para la defensa de la escuela pública ha sido, y es, la creación de una red única de titularidad pública que implique que todo el esfuerzo económico del Estado vaya dirigido al sostenimiento de una escuela que garantice la igualdad de oportunidades y el pensamiento crítico, así como la defensa de los valores democráticos, como la libertad de conciencia, una escuela que sirva de acicate a la brecha social existente en este sistema capitalista de desigualdades y que favorezca una formación integral del alumnado.

No obstante, en nuestro país, más de un 30% de la escuela es concertada (en algunas ciudades llega hasta el 70%), esto es, pagada tanto en el mantenimiento de su funcionamiento como a sus docentes por el Estado, y prácticamente la mayoría de estas escuelas están vinculadas con la iglesia católica, convirtiéndose esta en un lobby de presión a la hora de plantear cualquier reforma educativa, en defensa de sus propios intereses y sus valores morales y religiosos.

¿Qué aporta el nuevo proyecto de Ley sobre este asunto? Es llamativa la respuesta contundente del sector más conservador que se beneficia de los conciertos contra la Ley y la ministra de Educación: manifestaciones, artículos de opinión, programas de debate, colegios empapelados con lazos naranjas… Todo en una supuesta defensa de la “libertad de elección de las familias”. Nada de esto es cuestionado en la norma. Por citar algunos ejemplos, en el preámbulo “se establece que la programación de la red de centros debe asegurar la existencia de plazas públicas en todas las áreas o zonas de escolarización o de influencia que se establezcan, una vez considerada la oferta existente de centros públicos y privados concertados” (pág. 12) … Un poco después, en el siguiente párrafo: “Con respecto a los centros privados concertados se señala que corresponde a las Comunidades Autónomas el desarrollo del régimen de conciertos educativos, a partir de la regulación general establecida por el Gobierno”, es decir, tal como ahora. Ahora bien, en la Programación de red de centros (artículo 109) se establece la distribución del alumnado con necesidad específica de apoyo educativo, entre centros públicos y privados concertados, y en el punto 5 se comprometen a promover “un incremento progresivo de puestos escolares en la red de centros de titularidad pública”.

En cuanto a los derechos de los padres, madres o tutores, en relación con la educación de sus hijos e hijas, se modifican algunos artículos de la LODE, pero que en nada cuestionan ni el sistema dual ni la enseñanza religiosa. Vemos que tienen derecho a: “Escoger centro docente tanto público como distinto de los creados por los poderes públicos” y “A que reciba la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”.

Por todo esto, podemos afirmar que el proyecto reformista del PSOE Y UP vuelve a tender la mano al negocio lucrativo e ideológico de la concertada y no responde a las demandas sociales en defensa de la escuela pública y los derechos del niño a la libertad de conciencia. Más allá de la performance mediática de los partidos conservadores y su estrategia de desgaste, pueden estar bien tranquilos. Sus hijos e hijas mantendrán sus escuelas privadas sostenidas con fondos públicos.

La importancia de la financiación

En la disposición adicional octava se aborda el Plan de incremento del gasto público educativo, que se “formulará en el plazo de dos años a partir del momento de la entrada en vigor de la Ley” y que “contemplará el incremento del gasto público educativo hasta un mínimo del 5 por ciento del producto interior bruto”.

Actualmente, la media europea ronda en torno al 6 por ciento en educación, mientras que en el Estado español es del 4,3 por ciento, lo que ya deja al descubierto que incluso con la mejor de las intenciones estaríamos por debajo de nuestros vecinos, y ello teniendo en cuenta el castigo económico que ha sufrido la enseñanza pública desde la crisis de 2010, cuando se antepuso el pago de la deuda bancaria a la inversión en educación, salud e investigación, con la consecuente merma en las condiciones estructurales básicas de lo que supone un derecho fundamental. Hemos vivido aumento de ratios, bajadas salariales, falta de inversión en recursos humanos (servicios básicos externalizados y precarizados: comedores escolares, aulas matinales, limpieza, personal de administración de los centros), lentitud en la cobertura de bajas docentes, eliminación de unidades en la escuela pública mientras se han blindado las unidades de la concertada…

Una de las exigencias fundamentales de quienes defendemos y trabajamos por y para la escuela pública es que se dedique al menos el 7 por ciento del producto interior bruto para la educación no universitaria. Y que además se garantice que este dinero va dirigido a la escuela pública, puesto que todo nos hace pensar que el 5 por ciento mencionado en el proyecto de Ley va a seguir sosteniendo, dentro de su propia lógica, el negocio de los conciertos, ahora ampliados en Andalucía a los Bachilleratos y a la Formación Profesional, como ya es un hecho en otras comunidades.

Para nada se menciona en el Proyecto la bajada de ratios, la ampliación de plantillas docentes y el equipamiento necesario tanto en espacios como en recursos de los centros educativos para poder ofrecer una verdadera enseñanza de calidad y que contemple la equidad, tan mencionadas en el preámbulo.

Por último, aparecen recogidos algunos aspectos que no están libres de sospecha como la carrera profesional docente, la jerarquía implícita en los centros educativos visibilizadas en la figura del director-gestor al servicio de la administración, la posibilidad de “remover de su puesto de trabajo” a los funcionarios docentes, así como la recuperación de las pruebas de diagnóstico en primaria y secundaria o la confirmación de la participación de los sectores privados en el espacio educativo, con todos los interrogantes que esto plantea a la hora de diseñar el currículo, la libertad de cátedra o el sentido de la educación, no ya como elemento de transformación social, sino como eslabón necesario para la cadena de producción del modelo neoliberal.

Por Susana Pedraza Picón

Susana Pedraza se incorpora a Tinto Noticias

La experta en educación y activista defensora de la escuela pública, que fue portavoz de Marea Verde Andaluza, se une a la nómina de columnistas de opinión del periódico

Tinto Noticias continúa sumando colaboradores de prestigio. Tras las recientes incorporaciones del prestigioso catedrático de Teoría de la Comunicación de la Universidad de Sevilla Francisco Sierra y del reconocido ingeniero de minas Héctor Arsenio Vélez Rosales, este periódico da ahora la bienvenida a la experta en educación y conocida activista andaluza en defensa de la escuela pública Susana Pedraza, que también se incorpora a este medio de comunicación como columnista de opinión.

Profesora de enseñanza secundaria y licenciada en Filología Hispánica y en Teoría de la Literatura y Literaturas comparadas por la Universidad de Granada (UGR), Pedraza fue portavoz de Marea Verde Andaluza durante el curso 2016/2017 y es miembro del Movimiento Cooperativo de Escuela Popular (MCEP), al tiempo que ha impartido conferencias sobre educación y literatura en prestigiosos congresos internacionales de varios países del mundo, concretamente en Frankfurt y Londres.

Pero además de experta en educación y activista en defensa de la escuela pública, esta onubense es también una declarada y comprometida sindicalista. De hecho, Pedraza fue la responsable provincial de Formación del sindicato Ustea en Granada, periodo en el que organizó dos jornadas sobre ‘Educación y lucha de clases. Escuela pública y transformación social’ y sobre ‘Escuela Moderna: ayer y hoy’, eventos que sirvieron para conectar a muchos expertos que trabajan en diferentes líneas pedagógicas.

Susana Pedraza, que actualmente es profesora de enseñanza secundaria en el IES Pablo Neruda de Huelva, en el que es jefa del Departamento de Lengua Castellana y Literatura, desarrolló estancias de investigación en el Instituto Iberoamericano de Berlín en los veranos de 2012 y 2013 y fue ponente para la formación de futuros docentes en la Universidad de Granada. Además, cuenta con el Diploma de Estudios Avanzados por la propia UGR en la especialidad de ‘Estudios superiores de Literatura’ y con el Master en Promoción de la Lectura de la Universidad de Alcalá de Henares.

La condena a muerte de la RTVA

Hace meses, antes de que el coronavirus atenazara nuestras vidas, un grupo de vecinos de la Sierra de Huelva se propuso reivindicar la usurpación de los caminos públicos por parte de un grupo de terratenientes que habían vallado un paso que era de todos. Los vecinos convocaron una marcha reivindicativa. Era un frío sábado por la mañana, muy temprano, en un punto recóndito de la geografía onubense. En circunstancias normales ninguna empresa periodística se hubiera aventurado a enviar un reportero a 120 kilómetros, de madrugada, para grabar a este grupo de personas anónimas luchar por un camino. Nadie se hubiera enterado de que se había robado algo que era patrimonio de todos los andaluces, pero allí estaba Canal Sur para grabar esa lucha de David contra Goliat.

Es solo un ejemplo, porque Canal Sur da voz a muchas asociaciones y vecinos sin el poder de reclamar la atención mediática y pone el foco en problemáticas que, de otra manera, jamás se hubieran conocido. La radiotelevisión pública andaluza se va a cubrir las fiestas y tradiciones de los pueblos más dispersos, defiende la cultura andaluza y el flamenco frente al centralismo madrileño, promueve la industria audiovisual andaluza frente al imperio de Netflix, en definitiva, ejerce de servicio público para los andaluces, sin mirar la rentabilidad económica que pueda tener una noticia y a la que está obligada cualquier empresa privada (no solo las periodísticas) para sobrevivir.

Ese derecho, tan vuestro como la sanidad o la educación, está ahora en peligro. En el debate presupuestario que se pone en marcha en estos días en el Parlamento Andaluz, nos jugamos Canal Sur mismo. Cs, PP y Vox quieren aprobar unos presupuestos que suponen una estocada certera a una Radio Televisión Pública protegida por el estatuto de autonomía. La amenaza de no cubrir bajas y vacantes en una cadena con una media de edad de 55 años, la reducción de su presupuesto y la promesa de cercenar la renovación técnica de los equipos, condenan a la RTVA a una muerte lenta y angustiosa.

Como esos vecinos de la Sierra de Huelva, un grupo de asociaciones y entidades de toda Andalucía se han unido para defender este servicio público, entre ellos, están todas las asociaciones de la prensa de Andalucía, incluida la de Huelva, que se han puesto manos a la obra para quitarle la soga que ya rodea el cuello de la RTVA.

Cualquier persona puede poner su granito de arena para defender lo público firmando en https://www.change.org/p/junta-de-andaluc%C3%ADa-canal-sur-de-toda-y-para-toda-la-ciudadan%C3%ADa-andaluza

Hace unos meses, un grupo de vecinos logró que se quitaran las vallas de un sendero que era de todos, dentro de unos meses, esperamos, devolver a Andalucía la garantía de mantenimiento de una de sus señas de identidad porque el periodismo requiere también de #ServicioPublico.

Juan F. Caballero

Presidente de la Asociación de la Prensa de Huelva.

El timbre inconfundible… de la mala escuela

El timbre inconfundible -e indefinible- no de la verdad -tal vez sí de la condición- humana, sino de la mala escuela, la de las cloacas, los navajazos, el «todo vale» y el tan manido -tanto como real- «quítate tú para ponerme yo». Eso, y no lo que el poeta Antonio Machado percibía de la voz de Pablo Iglesias Posse, el abuelo, el fundador del PSOE, es lo que subyace, lo que emerge en el pseudoconflicto abierto en la agrupación provincial de Huelva, inventado, fabricado, como si se tratara de un tablero más -ensayo previo, colateral y hasta inoportuno- de una guerra que se disputa en otro lugar, con piezas movidas -o influidas-, a modo de acción-reacción -véase la tercera ley de Newton-, por los hilos de San Vicente y Ferraz.

Eso, y no los principios, las ideas, la existencia de proyectos diferentes o contrapuestos para un fin compartido, es lo que asoma ahora, de nuevo, desde los bajos fondos del centenario partido del puño y la rosa, lo que vuelve a sobresalir, desde ahí donde ha estado siempre -aquí y en todos lados, porque es intrínseco a las personas-, para solapar con su lodo lo importante, lo urgente, la razón de ser, la esencia, para dar la sensación de que no la hay, para apartarla a un segundo -o al último- plano, para posponer -quizás sine die- la consecución de las metas, de la utopía, la igualdad, como quien asume que, al ser ya de por sí inalcanzable, puede dejarse de buscar, de perseguir, y se despeña con ello por el precipicio del error, hacia el abismo de la inutilidad, de lo prescindible, de la irrelevancia.

El juego, el mismo. Las reglas, ninguna. La muerte anunciada de Ignacio Caraballo como secretario general del PSOE de Huelva y presidente de la Diputación -ha prorrogado demasiado su papel de instrumento de transición, como se definió en 2012 ante la militancia, y el tiempo, junto a los adelantados idus de marzo, se ha vuelto en su contra- sigue el esquema de siempre. Es el modus operandi, perfeccionado, que padecieron, entre otros, los guerristas en su resistencia ante los renovadores, que tumbó a Borrell tras imponerse a Almunia en una segunda mitad de los 90 para olvidar, que derrotó a Carme Chacón en 2012 o que derrocó -para, cual mártir, encumbrarlo en su pasada de frenada- a Pedro Sánchez con la dimisión de 17 miembros de su Ejecutiva en 2016. En todos los casos se repetían precursores; en los recientes se incorporaban alumnos aventajados -y víctimas- de esa asentada mala cátedra, a la que se agarran, sin saber replegarse, porque a ella, a la puta política, han dado sus vidas, desde muy jóvenes, porque fuera de ella ya no hay nada.

Los tambores, desde entonces, lejos de apaciguarse, irrefrenables, no han dejado de sonar y en el estruendo de cada golpe, en la espesura dejada por el eco de esta dicotomía eterna en la que el socialismo se bate -y se abate-, se pierde el programa, el modelo de provincia, sus problemas y sus soluciones… Y en Huelva, referente rojo en el mapa de España hasta en los peores instantes, ahora laboratorio experimental de la porfía interna, se precipitan, se equivocan, porque la batalla es orgánica (y ésta ya llegará, para debatir, para corregir, para renovar), no institucional -y pública, para alargar, con la pugna por la presidencia del ente supramunicipal, la sombra, el bochorno, de espectáculos pretéritos, la vergüenza de una militancia cariacontecida, impotente, que no habla, que sufre, que paga con su sangre.

Se equivocan, y duele, máxime en este momento, en plena pandemia, porque no toca, y porque tampoco se habla de lo trascendente, de la transformación de la sociedad onubense, de lo que lleva demasiado tiempo -décadas- postergado, de las infraestructuras, de los sectores productivos, de las minas y la diversificación de sus áreas de influencia, para que, cuando vuelvan a dejar de ser rentables, quienes las explotan -como hicieron otros- no dejen tan sólo una tierra esquilmada y degradada; de la ganadería extensiva, de su sostenibilidad, de la dignidad de su trabajo; del turismo, de la estacionalidad y la precariedad laboral; de la agricultura, de la innovación, de sus condiciones, de la inmigración; de la pesca, de su futuro; de la educación pública, de su blindaje; de la sanidad, de las insoportables esperas que abocan -a quienes pueden- a optar cada vez más por la privada; de la cultura, que la olvidamos, que nos hace libres.

Pero no se habla. De eso no. Silencio, larga noche de sables. Desventura. Ya lo decía el desaparecido José Antonio Labordeta en su despedida de Las Cortes: «se quedan los guapos, nos marchamos los buenos».

Por Pablo Pineda, periodista, exmiembro de la Comisión Ejecutiva Provincial del PSOE de Huelva e integrante de la Agrupación Socialista de El Campillo

Erre que ERE

Artículo de opinión de Francisco Javier González, antropólogo y presidente de la Asociación Matilde

Ha salido la sentencia de los ERE, y como siempre, se produce el clásico, por no decir aburrido, juego de la política. En los medios, el partido en silencio y el resto, según su posición en el proceso de formación/oposición de gobierno, así se expresa. Esto da para todo al tiempo que para nada, porque como siempre, volvemos a lo mismo. Es sencillo, pero hemos ser capaces de darnos cuenta que entrar en el juego del “tú más”, no va a ayudar a solucionar lo importante. Nuestra democracia ha crecido en el sentido de que, se han producido una serie de cambios relacionados con la fiscalización de la actividad que permiten desenmascarar –en este tiempo, ya que hasta hace poco eso no ocurría- las debilidades del poder. Al menos, hemos visto la punta del iceberg.

La formación de gobierno, los ERE, Cataluña, el discurso de la derecha, y entre tanto, el mundo convulsiona y nosotros aquí mirándonos el ombligo. Es cierta y grave la problemática de nuestra situación, pero más grave es ver la posición de “neutralidad” de nuestra sociedad -en la que incluyo tanto a la sociedad civil como a la clase política que son a priori los sectores que deberían verse interpelados- frente a un hecho que es hermano de esta nueva situación. Bolivia ha estallado y el mundo mira. Para entender los hechos hay que conocer la realidad y, visto el modo en que se ha producido el asalto al poder en Bolivia, no hace falta ser muy astuto para ver que es todo aquello que se encuentra bajo la parte visible de la flotante roca helada.

En la Edad Media, faltar a la voluntad de Dios era literalmente impensable, en tanto que no era posible entender la vida sin el orden establecido desde lo Divino. Pero claro, aún no se había producido la segunda de las grandes revoluciones que ha vivido la humanidad. Con la Revolución Industrial poco a poco se iría dando paso, sustituyendo, si, si, sustituyendo el credo. El pensamiento único, establecido bajo la nueva lógica -la del Mercado-, vendría para quedarse y establecer el nuevo orden mundial. Creo que esta idea es más que conocida, aunque pocos la promueven y muchos son los que tratan de tumbarla –nada extraño-, la realidad habla por si misma. Existe un hilo conductor entre la reacción de la patronal, la Iglesia y los Mercados con la posibilidad de un socio de gobierno que pone en cuestión la estructura de poder y, los hechos que vienen sucediéndose en Bolivia. Ayer, por impensable que parezca, en el Facebook de la Junta de Andalucía se publicaba una noticia cuyo titular decía “el presidente de Andalucía Juanma Moreno, ve en la iniciativa privada un aliado estratégico para logar una educación superior de calidad”. Calificar de “superior calidad” a una universidad privada por parte de quien es el mayor representante de lo público en Andalucía es, además de un ataque directo a los pilares del Estado del Bienestar, una oda a los poderes fácticos.

Me gustaría pensar que en nuestra tierra tenemos capacidad para interpretar esto. Hoy, nosotras somos Bolivia, pero no sentimos la Paz. Si no somos capaces de responder al estímulo del daño que se está haciendo a la ciudadanía global, de la cual somos parte, seguiremos trabajando en esa construcción de un mundo que vive permanentemente en la ilusión de los tres magos del “Comprar, Gastar y Malgastar”. En estas paradójicas líneas, el azar ha hecho que a quien paga la universidad privada abogue por la calidad de lo público, mientras quien cobra de lo público, alardeé de la calidad de un sistema de enseñanza privado.

Réquiem por el Bar del Goro

Ya se sabe que el Bar del Goro carecía arquitectónicamente de interés, para haberlo declarado patrimonio cultural nervense. Pero la imagen de aquel modesto bar que vio la luz en los años cincuenta del pasado siglo, estaba tan arraigada en las gentes que lo conocieron, que olvidarse para siempre de él era más o menos imposible, debido a los altos niveles de popularidad que adquirió en tan sólo unas décadas de vida.

El Quiosco El Goro era un edificio de reducidas dimensiones, que disponía de un alargado ventanuco para quienes deseaban beberse sus copas de vino o aguardiente sin necesidad de pisar sus compartimentos interiores; pero con el paso de los años se hicieron varias ampliaciones, hasta convertirlo en uno de los bares mineros más dinámicos y prósperos de la Nerva de entonces…aunque parte de esa popularidad debemos atribuírsela a su magnífica terraza (sombreada con macilentos y longevos eucaliptos) y a su típica pista de baile para la atracciones orquestales de verano.

Ciertamente, el Quiosco o Bar El Goro (ya lo hemos dejado dicho), carecía de valor arquitectónico; pero tenía un valor sentimental tan grande, que casi todos los nervenses y nervensas que lo conocieron en pie, lo siguen guardando todavía entre sus recuerdos más preciados. Este quiosco legendario fue como una inequívoca señal de identidad, que caracterizó al pueblo de Nerva desde mediados del siglo XX hasta las décadas finales de dicho siglo.

Las personas que disfrutaron de su barra o su terraza, en alguna de sus épocas más florecientes, no puede olvidar aquellas noches de agosto, paladeando un vaso de ponche o una copa de aguardiente bajo la luz de la luna. Ni pueden olvidar, por muchos años que pasen, aquellos bailes de San Bartolo que duraban hasta el amanecer del día siguiente. Incluso, algunos de los hombres que frecuentábamos aquella pista de baile, tuvimos la suerte de bailar por primera vez “agarrados” con la mujer o mujeres que pretendíamos sentimentalmente.

Tampoco podrán olvidar nunca El Goro los mineros de Río-Tinto que trabajaban en Talleres-Mina, Fundición, Naya u otros departamentos de ese entorno, lo cuales hacían el camino a pie entre Nerva y sus puestos trabajos, diariamente. Las rutas alternativas eran dos: una que bordeaba el Dique de Marismilla, por la Fuente Tomé; y otra que pasaba por el Matadero y cruzaba un pequeño puente sobre el río Tinto, aguas abajo de Talleres-Mina…de modo que, bien a la ida, a la vuelta o en ambos casos, lo mineros se paraban a tomar su vino peleón o su copa de aguardiente.

El lunes 2 de septiembre de 2019, le arrancaron a Nerva una de la página más importantes de su historia moderna; pero el recuerdo del famoso Quiosco-Bar El Goro nadie podrá borrarlo de la memoria colectiva de todos lo nervenses.

Texto: Antonio Perejil Delay

Foto: Ayuntamiento de Nerva