Colombia es uno de los países con mayor inequidad del planeta, vive desde hace cerca de 90 años una de las violencias sociales más largas y cruentas, que deja más de trescientos mil muertos. Desde el 28 de abril Colombia vive un hecho histórico e inédito, se levantó dolida y dijo “basta ya”, y salió a manifestarse a la calle de forma pacífica en cabeza de su juventud.

Sin embargo el Estado y tal como lo ha venido históricamente haciendo, desató la más fuerte represión por parte de la fuerza pública, asesinando, desapareciendo, violando. La CIDH, organizaciones políticas y sociales internacionales, no dejan de testimoniar el horror sufrido por las y los manifestantes en su legítimo derecho de protestar ante la creciente y continuada pobreza.

El pasado 2 de julio en la Plaza del Antiguo Estadio en horas de la tarde, el Grupo de trabajo Solidaridad por Colombia, conformado por ciudadanas y ciudadanos colombianos residentes en Huelva, quienes a título individual y con una fuerte inquietud de movilizarse en apoyo a la población colombiana, realizaron una reunión de trabajo con objeto de conocer qué siente, piensa y propone este colectivo, a la vez, la niñez también participó a través de sus dibujos expresando sus sentimientos, aun inocentes, frente a la grave situación que vive nuestra amada patria.

Impotencia, dolor, rabia e indignación fueron los principales sentimientos manifestados sobre la violencia estatal con la que ha actuado el gobierno hacia las legítimas protestas ciudadanas; algunos testimonios compartieron experiencias de sus círculos cercanos sobre palizas por parte del ESMAD (Escuadrón Móvil Antidisturbios), detenciones arbitrarias e incluso desapariciones. En el mismo sentido desde la ONG Temblores, organismo que realiza seguimientos y presenta denuncias sobre la criminal conducta del estado colombiano, añaden, además información de abusos sexuales por parte de las autoridades militares y de policía colombianos, de quienes por el contrario se esperaría seguridad y protección al ciudadano.

Para algunas personas de la comunidad colombiana residente en Huelva, desde su impresión sobre la situación, señalaban la vergüenza y preocupación por los niveles de corrupción, la creciente concentración del poder mediante el nombramiento de sus afines en los entes garantes del control, seguimiento y veeduría; sin olvidar el largo historial de incumplimientos a las comunidades afro y originarias quienes se les sigue excluyendo y perpetuando en la pobreza, negándoles lo que por la Constitución de 1991 les pertenece. Sus vidas y territorios fuertemente amenazados por los intereses económicos, han hecho que su resistencia tenga un gran precio porque la lista de asesinatos de líderes y lideresas medioambientales no ha dejado de crecer, como lo confirman diversas investigaciones y campañas, entre ellas “Juntas somos Victoria” de Oxfam Intermón.

El 20 de julio, la citada conmemoración por la independencia del régimen colonialista, ha pasado a ser la fecha señalada por el Comité del Paro Nacional para radicar varios proyectos de Ley que buscan una salida acorde a la realidad que vive el país, concertaciones desde diversos sectores que esperan que el Senado colombiano no les falle, como lo ha hecho con el acuerdo de Escazú; que este Senado reaccione y si tiene algo de dignidad, apruebe estas propuestas, y que sí, dejan patente la cooperación y solidaridad entre la ciudadanía para afrontar los momentos de crisis generalizada en la que se encuentra sumida. 

 

Comunidad de Colombia en Huelva