Tras recibir el Primer Premio en Música Contemporánea Catalana del Siglo XXI y desarrollar numerosos proyectos, en uno de los cuales ha compartido cartel con Duquende, esta apasionada de lo que hace ofrece actualmente diversos talleres en Madrid y no abandona su sueño: viajar a Cuba para empaparse de su música
La protagonista de nuestra sección ‘Mineros por el Mundo’ de esta semana es Lina María León Ruciero, una virtuosa de la música que nació hace 36 años en Minas de Riotinto, si bien su primer año de vida transcurrió en El Campillo. De su época de niña recuerda cómo vivió una infancia muy plena, “donde el juego y la creatividad no tenían límites. Crecí rodeada de un grupo de amigas maravillosas con las que jugaba a inventar coreografías, a las cocinitas o a montarnos imaginariamente en los cacharritos, mientras esperábamos que llegara la ansiada feria desde la galería de ‘Los Cantos’, en Riotinto. Allí podíamos corretear, entrar y salir de las casas de cada una, hasta que oía la voz de mi padre resonar en toda la galería, llamándome para cenar”, según recuerda.
Tras estos años, su familia se trasladó a Nerva, donde comenzó a estudiar música en el Conservatorio Elemental de Música ‘Manuel Rojas’. Y es que la música siempre ha formado parte de su vida. Tal y como nos cuenta, “el sonido de la guitarra flamenca lo llevo escuchando desde que estaba en el vientre de mi madre, pues mi padre practicaba durante largas horas y esa cadencia por soleá se me quedó tatuada en las células. Y fue gracias a él, mi padre, cómo me inicié en ésto, porque me apuntó en el Conservatorio a los 8 años. Casi instantáneamente supe que lo mío era la música”.
En un principio, reconoce que “elegí piano, pero el Maestro Lepe, director de la Banda de Música de Nerva, a quien recuerdo con muchísimo cariño, nos convenció a mi amiga Cristina y a mí de estudiar flauta travesera, pues no había flautistas en la banda. A mí nunca se me hubiese ocurrido, pero me encantó la idea. De hecho, por entonces, no había profesor/a de flauta en el Conservatorio y el primer año me dio clases una profesora de clarinete, antes de estudiar en Valverde con Maribel Sanjuán. Recuerdo la tremenda ilusión que sentía por la música y la flauta. Se convirtió en mi juego favorito”.
Tras esos inicios en Nerva, a los 16 años se marchó a Sevilla para estudiar Grado Medio, graduándose tres años después con el Premio de Honor.
A partir de aquí, Lina dio un giro a su vida al irse a Holanda para realizar un Máster en flauta travesera en el Conservatorio de Ámsterdam. Según nos comenta, “empecé a adentrarme en el estudio del traverso y pronto empecé a tocar en orquestas barrocas, como la NetherlandsBach Society, la Bach Solisten, con figuras de la talla de FransBrüggen, Richard Eggar, John Butt o Masaaki Suzuki”.
Tras esta etapa, a los 25 años, se estableció en Barcelona, donde empezó a trabajar en la Orquesta de la Academia del Gran Teatro del Liceo. La Fundación L’Arjau le otorgó el Primer Premio en Música Contemporánea Catalana del Siglo XXI por su dúo ‘Cálido Norte’ y recibió la Medalla de ‘Emprendedora en la Música’, otorgada por el Excmo. Ayuntamiento de Nerva.
Junto a la música, Lina aprovechó su estancia en Holanda para actuar como cantaora en diversas compañías de baile flamenco, al igual que sucedió más tarde con tablaos de Barcelona. Y es que “siempre he navegado entre dos mundos aparentemente separados, como son el flamenco y el clásico”, tanto que, “en 2009, estos dos mundos cada vez se acercan más entre sí al descubrir los sonidos de las flautas históricas. De pronto, todo este mosaico comienza a cobrar un sentido muy particular para mí. La importancia del gesto y el peso en el fraseo, la desnudez sonora y esos timbres tan cálidos, tan de madera, me enamoraron… Desde entonces, para mí, cambiar de estilo musical es algo muy natural. Me gusta seguir nutriéndome de todo lo que es música, sin distintivos ni etiquetas. En el siglo XVIII ser músico implicaba saber improvisar y adornar la música con gusto, y era muy habitual realizar composiciones propias. Considero que entrar en contacto directo con la música como elemento, hacen crecer al intérprete y lo acercan al compositor. Al final todo ello contribuye a que se lleve a cabo cualquier expresión artística de una manera más completa”.
Así, un año después, en 2010, comenzó tocar en la Orchestre Révolutionnaire et Romantique, una orquesta pionera especializada en la interpretación de la música del período romántico, con instrumentos de época, dirigida por el Maestro Sir John Eliot Gardiner en Londres. Gracias a ello, “en menos de un año aprendí a tocar todo tipo de flautas de la era clásica y romántica, a cada cuál más diferente de la anterior técnicamente”. En la actualidad, continúa siendo miembro de esta orquesta, con la que recorre el mundo tocando en las mejores salas de concierto, sorprendiéndose con las infinitas posibilidades desde la que se pueden abordar músicas como las de Berlioz, Beethoven, Brahms o Verdi.
Todo ello le llevó a vivir en Londres, tras lo cual regresó en Barcelona, empezando una nueva etapa en 2015 al entrar en contacto con el mundo de la composición y la danza contemporánea. Tanto fue así que la coreógrafa Sol Picó, Premio Nacional de Danza, la llamó para formar parte de su espectáculo ‘We Women’, donde se implicó en el proceso creativo como cantante, flautista y actriz. Durante dos años estuvo formándome en el método Keep Moving con su creadora, la coreógrafa Mercedes Boronat, basado en la liberación del potencial creativo a través del movimiento.
De aquellas primeras composiciones surgió ‘Lina León Project’, una apuesta personal propia por la música afrocubana, mezclada con el flamenco-jazz, propuesta que llegó a compartir cartel con Duquende o Montse Cortés. Tal y como nos explica, “empecé a experimentar con las flautas históricas en el flamenco y nace ‘A Camarón’, una propuesta de espectáculo basado en el cante flamenco a través de varias flautas de época. A partir de composiciones espontáneas surge ‘Chanson Garden’, un dúo con mi hermano José Antonio, gran guitarrista con una creatividad exquisita”.
Además de todo ello, Lina también ha trabajado como educadora en diversos proyectos sociales, como en el ‘Live Music Now’ en Londres, fundado por el legendario Yehudi Menuhin, o en el Taller Obert, una iniciativa del Taller de Músics en Barcelona. Junto a todo ello, ha sido invitada recientemente como vocal coach del ‘Ethno Catalonia’, un proyecto promovido por Juventudes Musicales de España, basado en el diálogo intercultural a través de las músicas del mundo.
Con todo, esta profesional de la música ha podido actuar en escenarios de todo el mundo, incluyendo, muy especialmente, Gabón, África. “Ese es el mejor público que he tenido en toda mi vida. Tocamos en un teatro para muchos niños. Recuerdo que de tanta energía que recibí nada más pisar el escenario, se me llenaron los ojos de lágrimas y no podía ni cantar de la emoción”, afirma.
Y es que Lina es una auténtica enamorada de lo que hace: “Considero que trabajar con el Maestro Gardiner en la Orchestre Révolutionnaire et Romantique es, musical y profesionalmente, de lo más significativo que he realizado hasta ahora. Grabar discos a partir de directos en el Carnegie Hall de Nueva York o que el príncipe de Inglaterra venga a vernos a un ensayo en el Royal Albert Hall no pasa todos los días. Pero, en realidad, el verdadero triunfo para mí es estar dedicándome por entero a lo que amo”.
En la actualidad, esta joven se encuentra viviendo en Madrid, donde reside desde hace unas semanas. Una etapa ilusionante en la que está inmersa en la creación de diversos talleres que ayudan a los músicos a conectar con su cuerpo y que, desde una consciencia corporal más amplia, tengan recursos para expresarse más libremente en escena, acompañándoles a descubrir su propia voz y a dejar atrás estrecheces estilísticas y dogmatismos académicos que a menudo coartan la libertad creativa del artista.
Del mismo modo, también ofrece un taller de flauta “enfocado en despertar en el flautista de conservatorio un acercamiento más ancestral a su instrumento y, sobre todo, a reconectar con el juego, que es la naturaleza primera de la música. También a través del cuerpo, conectamos con el ritmo, con el sonido de nuestro cuerpo, nuestra voz y, por supuesto, reconocemos a la flauta como un instrumento versátil, capaz de mimetizarse con cualquier estilo musical, por ejemplo, el flamenco. Todo ello con el fin de despertar en el músico su manera auténtica de expresarse y, desde ahí, poder abordar cualquier repertorio con sello propio”.
Su próximo proyecto es grabar un disco, aunque su verdadero sueño es “irme a Cuba una buena temporada, a beber de esa cultura y de esa música a las que siempre me he sentido tan conectada”.
Cuando se encuentra fuera, reconoce que “echo de menos todo lo andaluz, siempre. La luz, la guasa, unas macetas bien cuidadas, el olor a dama de noche, las estrellas, el cocido de mi madre, la belleza… ¡Todo!”. No en vano, para ella, la Cuenca Minera son sus orígenes, “una forma de ver el mundo y unos colores tan intensos y fuertes como la propia tierra. Para mí, la Cuenca Minera es carácter y es riqueza. Extraer unos minerales tan valiosos del fondo de la tierra les correspondió a mis abuelos, que se dejaron la vida en ello. Mis padres me enseñaron a amar esta tierra, pero el mayor regalo que me hicieron fue permitirme volar, algo que a día de hoy sigue siendo algo absolutamente vital en mi carrera. A ellos les agradezco ese apoyo y esa confianza que depositaron en mí siendo tan joven, máxime cuando estudiar en el extranjero era entonces algo poco habitual en un pueblo”.
Siendo así, para terminar, anima a todos los mineros a “que viajen, porque amar la tierra no debería significar quedarse en ella de manera permanente e inamovible. Viajar es una de las experiencias más enriquecedoras que he tenido en mi vida. Y no supone jamás un olvido de mis raíces, sino todo lo contrario, las acentúa. Llevo tan presente mi tierra en todo lo que hago, que, cuanto más me alejo de ella físicamente, más descubro que nunca me fui, en esencia. Lo mismo que una almendra alberga toda la memoria de lo que un día fue el árbol del almendro, así mismo todo lo que soy, que voy sembrando en otras tierras, da unos frutos que llevan en sí mismos mi propia tierra, que es vuestra tierra”.
Foto: Caren Ruciero (Foturistas)