Sección Descubriendo el Mediterráneo, noveno artículo

En una conversación entre amigos, puede salir fácilmente la expresión: “esto es una bicocca” para referirse a una oportunidad que alguien no debe perder porque es, como se define en la RAE, un “chollo”. Poca gente, después de comentar esto, piensa qué puede significar esta expresión coloquial o cuál es su origen y más teniendo en cuenta que en francés y en italiano también se dicen, pero con un sentido totalmente diferente. Esta expresión procede, ni más ni menos, que del siglo XVI y está ligada al emperador Habsburgo por excelencia: Carlos I de España y V en Alemania.

Carlos V había heredado de sus abuelos un increíble imperio donde “nunca se ponía en sol”. Este vasto Imperio iba desde los confines del Nuevo Mundo hasta los límites con el Imperio Turco. Uno de los objetivos de Carlos V, al llegar al gobierno, era conquistar la zona del Milanesado, lo que hoy día es el área de Milán, la región del Piamonte en Italia. Este lugar era un espacio estratégico entre Francia y Alemania. A Francia le interesaba bastante el control de esta región, así como a España, ya que parte de su imperio estaba en territorio de la actual Alemania, que era parte de la herencia de nuestro emperador. Para conseguir este lugar, ambos países tuvieron que enfrentarse en varias guerras con diferentes resultados. Como curiosidad hay que contar que, probablemente, el más maravilloso botín de estas contiendas fue la presencia en la corte de Francisco I de Francia de un viejo Leonardo da Vinci; éste llevó consigo a Francia el cuadro más admirado del Louvre: la Gioconda que, orgulloso, colocó Francisco I en su baño para admirarlo cada día.

Dentro de esas guerras del Milanesado, la Batalla de Bicocca, en 1522, fue un éxito rotundo para los españoles, y es así que se popularizó esta expresión, que nació a raíz de cómo se desarrolló esta batalla. La aldea de Bicocca sigue existiendo hoy día, es un barrio universitario a las afueras de Milán, pero en aquellos momentos era, como dicen las crónicas, sólo una aldehuela de 20 habitantes. Allí tuvo lugar un destacado momento de la artillería española y la razón no es otra que, frente a los suizos, que solo portaban lanzas, los españoles probaron unos estupendos arcabuces con pólvora, lo que hizo que, en poco tiempo, apenas tres minutos, según historiadores como José Segovia, los españoles dieran muerte a 3000 suizos. Tras conocer esta historia, ahora entendemos mejor esa expresión, porque para los ejércitos españoles fue un paseo, un chollo o como ya quedó fijado una Bicocca. Sin embargo, como antes he comentado tanto en Francia como en Italia la expresión también existe desde entonces, pero alude a algo no tan positivo, sino que significa una cosa ruinosa o precaria, debido a la ruina y la devastación que dicha batalla provocó en la aldea y en los ejércitos enemigos.

No lejos de ese lugar de Bicocca, a solo una hora y catorce minutos en coche, en esa misma región del Piamonte, pero tres siglos después, a inicios del siglo XIX, otra pequeña población, Bosco Marengo, se convirtió en protagonista de otra importante batalla que dio nombre a un tipo de color gris muy popular y que casi todo el mundo ha usado en algún momento de su vida, sobre todo en la temporada de invierno y en contextos formales; me estoy refiriendo al color gris Marengo.

Al igual que el emperador Carlos V, a inicios del siglo XIX otro destacado personaje, Napoleón Bonaparte, estaba preparando su ascenso hacia la gloria para ser emperador de Francia, en plena Revolución francesa. Para labrarse ese futuro, desde inicios de la Revolución había estado batallando en las llamadas Guerras de Coalición y ascendiendo en su posición política y militar. Estas Guerras de Coalición enfrentaron a todos los países europeos con régimen absolutista, con una nueva Francia que se perfilaba ya burguesa y liberal.

En 1800 Napoleón y su ejército eran unos militares verdaderamente triunfadores en múltiples batallas y él ya era cónsul de Francia. En la 2º Guerra de Coalición tuvo lugar la batalla de Marengo, librada el 14 de junio de 1800 en el norte de Italia, y que supuso otro nuevo escalafón para el ascenso de Napoleón al poder más absoluto. Cuentan que, para este evento, Napoleón vistió un abrigo largo que era de color gris y que, por haber sido usado aquí y en posteriores batallas, se le llamó a ese color gris Marengo. Otra teoría dice que ese tono de color gris era el que tenía Marengo, su caballo favorito; este animal fue todo un héroe de sus batallas, vivió 38 años y su esqueleto se conserva en el Museo Nacional del ejército de Sandhurst (Inglaterra); en la ilustración que acompaña este artículo lo podemos ver retratado con ese caballo, por el artista francés Jacques -Louis David.

En nuestro día a día, al hablar, sin darnos cuenta, estamos totalmente imbuidos por expresiones y elementos que apelan a la Historia, la mitología o la religión. No obstante, en muchas ocasiones escucho la pregunta: ¿para qué sirve la Historia? Hacemos esa pregunta porque Carlos V, Napoleón y sus hechos históricos quedan muy atrás en el tiempo y es difícil sentirse identificado con glorias del pasado que nada tienen que ver con nuestro presente. Pero, nuestro presente sí es decirle a un amigo que compre ese coche que es toda “una bicocca” o comentarle a tu amiga que el color gris Marengo está de moda en todas las tiendas de Zara; cuando lo mencionas, sin darte cuenta, estás haciendo referencia a la Historia y a hechos históricos. Por tanto, aunque no te des cuenta la Historia está en tu vida y en tus palabras, y sí puede dar sentido a nuestro presente si la conocemos y la estudiamos.

Imagen: Napoleón cruzando los Alpes. Jacques Louis David