La entidad abre su puesto de verduras y hortalizas producidas en los huertos locales del entorno minero mediante procedimientos tradicionales y ecológicos

La Asociación Matilde para la Protección e Interpretación del Patrimonio Glocal ha iniciado este martes su proyecto pionero para dinamizar el Mercado de Abastos de Minas de Riotinto, un espacio que, pese a estar catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC) desde el año 2012, “hoy no sólo ha languidecido, sino que muestra alarmantes signos de debilidad”, destaca el responsable y coordinador del proyecto, el antropólogo riotinteño Francisco Javier González.

El objetivo de esta iniciativa es poner freno a esa realidad y salvar la también llamada plaza municipal de Riotinto de las “consecuencias de las dinámicas de consumo globales”, que afectan a la mayoría de los mercados tradicionales, tal y como sostiene el propio González, que está convencido de que mantener este espacio es “necesario para la vida social del pueblo, para su memoria colectiva y para la puesta en valor del patrimonio inmaterial asociado al mercado de abastos de El Valle”.

Para ello, a través de este proyecto, la citada asociación ha abierto este martes un puesto en el mercado al que ha trasladado las verduras y hortalizas de los huertos locales del entorno minero de Riotinto, otro elemento del patrimonio etnológico y etnohistórico de la Cuenca Minera que esta entidad ha sabido mantener y cuidar y cuyos productos están ahora a disposición de la población en la plaza municipal, donde los vecinos y vecinas pueden encontrar esas verduras y hortalizas de temporada, frescas y producidas mediante procedimientos tradicionales y/o ecológicos.

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Esa es una de las patas del proyecto, que también contempla actividades de dinamización para favorecer el consumo en todos los puestos del mercado, para lo que, además, todas los socios de la entidad y las personas que compren en otros puestos tienen un descuento del 10 por ciento en el establecimiento de la asociación.

A ello hay que sumar un aspecto de gran relevancia social de esta iniciativa, pues sirve también como actividad de formación para los alumnos y alumnas del otro proyecto que desarrolla en estos momentos la Asociación Matilde, denominado ‘De la mata a El Alto de la Mesa’, que cuenta con la financiación de la Obra Social La Caixa.

La nueva iniciativa cuenta, por su parte, con la colaboración de la Fundación Atalaya, que financia parte del proyecto, y de la Asociación Encuentros del Sur, tal y como informa González, que ha mostrado su satisfacción, en declaraciones a este periódico, por el desarrollo de esta primera jornada, en la que “hemos tenido mucha aceptación”, hasta el punto de que “hemos vendido todo”, ha destacado, al tiempo que ha agradecido la presencia del representante de Fundación Atalaya, Jesús Caballos, y de los candidatos a la Alcaldía de PSOE y Adelante Minas de Riotinto, Rocío Díaz y Manuel García respectivamente, quienes han acompañado a la asociación durante la inauguración del puesto.

Para el responsable del proyecto, esta iniciativa surge de “la necesidad que desde hace años grita el lugar”, defiende Francisco Javier González, convencido de que “comprar en el mercado de abastos de El Valle es mantener nuestra cultura, nuestro patrimonio y nuestro entorno, social y ecológico, nuestro entorno, el entorno de todas”.

El Mercado de Abastos de El Valle, que forma parte de un conjunto arquitectónico construido por la Rio Tinto Company Limited (RTCL) en torno a 1930 de la mano del arquitecto británico Alan Brace, mantiene actualmente su actividad con sólo seis puestos, lo que para el también presidente de la Asociación Matilde es un mérito que debe agradecerse a unos “mercaderes que son herederos y mantienen, a duras penas, la tradición de dar continuidad al oficio que tuvieron sus antepasados”.

“Hoy sólo quedan dos puestos de carne, dos de fruta, verduras y hortalizas y dos de pescado, dos puestos de cada género que son los vestigios de la resistencia”, remarca González, para quien “cada uno de esos pequeños puestos representan hoy el esfuerzo y la continuidad de un tipo de comercio familiar y de proximidad” que se ha visto perjudicado por “los gigantes de la industria agroalimentaria” y su “mercancía plástica plastificada”, añade.

Frente a ello, el objetivo de este nuevo proyecto es conseguir que este mercado no corra la suerte que corrieron los otros dos edificios que completan el antes citado conjunto arquitectónico: la pescadería y la posada de El Valle, “dos edificios que llevan prácticamente décadas cerrados”, concluye este antropólogo riotinteño cuya trayectoria ya fue desgranada por Tinto Noticias a través de este artículo de nuestra sección ‘Con nombre propio’.