En la parte más occidental de la Cuenca Minera onubense, la aldea de El Villar resiste al paso del tiempo con la serenidad de quien conoce bien sus raíces. Este pequeño núcleo rural, perteneciente al municipio de Zalamea la Real, guarda en sus caminos, casas y leyendas el alma de una comunidad forjada entre la tierra, la fe y el trabajo.

Un rincón con historia

Con apenas un centenar de habitantes, El Villar es una de las aldeas más activas y pobladas de Zalamea. Su origen se remonta a los tiempos de la repoblación cristiana tras la conquista de Niebla, en el siglo XIV, y su historia posterior está estrechamente ligada a la actividad minera que marcó la comarca desde el siglo XIX.

Hoy, El Villar ofrece al visitante un entorno natural ideal para el senderismo —como la ruta circular al Vértice Geodésico La Pimpollosa— y la posibilidad de desconectar en plena naturaleza. Aquí, entre huertas, viejos muros y silencios compartidos, aún se respira autenticidad.

La Ermita de Santa Marina: un símbolo que perdura

Uno de los tesoros patrimoniales más queridos por los vecinos fue, durante siglos, la Ermita de Santa Marina, situada a las afueras de la aldea. Las primeras noticias de este templo se remontan a 1425, y todo indica que fue levantado poco después de la reconquista cristiana para atender espiritualmente a los repobladores del entorno.

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