Este amante del jazz y la improvisación, que ha sido 15 años director de la Pequeña Orquesta de Lucena (POL), forma parte de diferentes proyectos musicales y echa «mucho menos la Cuenca Minera»

Francisco Javier Delgado nació en Nerva hace 45 años, gran parte de los cuales lleva unido a su clarinete, instrumento que descubrió con tan sólo 14 años. En su trayectoria profesional destacan sus estudios en el Conservatorio Superior de Sevilla con Javier Trigos y el también onubense Antonio García Herrera. De esta etapa sevillana asegura que vivió “experiencias musicales inolvidables, como tocar en el programa de Canal Sur ‘Tal como somos’ o como la animación de calle en la Expo’92, con los compañeros de la Banda de la Cruz Roja, así como muchas Semanas Santas con la misma banda”.

Después de acabar la Expo’92 de Sevilla, Javier se quedó en el proyecto Cartuja’94, donde estuvo tocando en la Cabalgata, empezando a adentrarse en el jazz y en la improvisación.

Su vida dio un vuelco en 1996, cuando recibió una llamada de la Consejería de Educación para cubrir una vacante como profesor de clarinete. Según nos cuenta, “me daban a elegir entre Pozoblanco o Lucena. Y, sin conocer ni una ni otra, me decanté por Lucena por su cercanía a Sevilla. Así que, en compañía de mi padre, nos presentamos allí para conocerla. Y hasta hoy. Conocí a una lucentina, que ahora es mi mujer y madre de mis hijos”.

Junto a estos condicionantes, este nervense también se decantó por Lucena porque “se estudian las Enseñanzas Profesionales, siendo el segundo conservatorio de la provincia de Córdoba -después del de la capital- en importancia y en número de alumnos. Esto me da la posibilidad de trabajar, aparte de como profesor de clarinete, en otras disciplinas, que también me apasionan, como el jazz y la improvisación”, nos comenta.

Un músico que hemos querido conocer en profundidad en esta entrevista, en la que nos habla de la Cuenca Minera, una tierra que no olvida.

-Javier, ¿cuándo y por qué surge tu amor por la música?

-Hasta 6º de EGB no descubrí que se me daba bien la música. Fue gracias a Don Fernando Lepe, el director de la Banda de Nerva, que también fue maestro en mi colegio. Él me puso por delante la partitura del pasodoble de Nerva y descubrimos sorprendidos, yo el primero, que se me daba bien la flauta. Así que me animó para ir a la banda, la única posibilidad para estudiar música en Nerva. Guardo maravillosos recuerdos de esa etapa y de los momentos vividos con los compañeros.

– ¿Qué estás haciendo en la actualidad?

-Soy profesor de clarinete, de Pedagogía Musical, de Jazz y del Taller de creatividad de MusIntégrate. He dirigido durante 15 años la Pequeña Orquesta de Lucena (POL), pequeña por la edad de sus componentes. También toco el saxo en una banda de jazz llamada ‘Crash4Jazz’ y el clarinete en una banda de klezmer llamada ‘Klezmerebia’. Además, he estado de gira por diversos países con el bailaor sevillano Andrés Marín y su espectáculo ‘La Pasión según se mire’.

– ¿Qué trabajos has desarrollado en Lucena?

-Me encanta dar clase de Pedagogía Musical al alumnado del último curso de las enseñanzas profesionales, que no ha tenido nunca contacto con la docencia. Intento que en un futuro hagan las cosas de otra manera, que trabajen desde la motivación y la inteligencia emocional, porque considero que en muchos conservatorios seguimos empleando metodología del siglo XIX. En este sentido, me valgo de la experiencia, como comenté antes, adquirida durante los 15 años de dirección de la POL, mi entrañable orquesta de niños y niñas. Con ella, trabajamos no solo aspectos musicales, sino que presentábamos en escena verdaderos espectáculos, a través del humor y los disfraces; y, sobre todo, con una enorme ilusión y satisfacción comprobando la motivación de estos pequeños músicos hacia la música.

– ¿Algún proyecto en el que estés trabajando?

-Desde 2011 se implantó en este conservatorio ‘MusIntégrate’, un programa pionero en Andalucía en el que el alumnado, con alguna necesidad específica, tiene una reserva de plazas y una prueba de acceso adaptada para cursar estudios musicales en igualdad de condiciones al resto de alumnado. Afortunadamente, ya no estamos solos. Los conservatorios de Linares y Priego también han implantado esta iniciativa. Tengo un alumno de clarinete con síndrome de Down que cada día me da más satisfacciones. Y, en el taller, trabajamos colectivamente improvisación, rock y un poco de todo. Una experiencia única que recomendaría a todo docente.

-A nivel personal, ¿se echa mucho de menos la Cuenca Minera?

-Pues sí, mucho. Desgraciadamente, ya perdí a mis padres y voy poco, pero, al menos una vez al año, sí que lo hago, normalmente en verano. Me gusta montar a mis hijos en el tren turístico y explicarles que allí, en Talleres Mina, trabajó su abuelo durante 46 años como tornero, haciendo piezas para los trenes.

-Para terminar, ¿algún mensaje a los paisanos?

-Gracias a las redes sociales no siento demasiada nostalgia, ya que tenemos un grupo de WhatsApp con los compañeros del instituto y estamos organizando una quedada.