Nace ‘Diálogos en la calle Sanz’ para difundir la historia de la Cuenca Minera

El investigador campillero y colaborador de Tinto Noticias Juan Carlos Domínguez pone en marcha un blog sobre la historia de la comarca

Todas las personas interesadas en la historia de la provincia de Huelva y, más concretamente, de la Cuenca Minera de Riotinto, están de enhorabuena. Es gracias a una nueva iniciativa del investigador campillero Juan Carlos Domínguez, que recientemente ha puesto en marcha el blog ‘Diálogos en la calle Sanz, Historia de las Minas de Rio-Tinto y sus personajes’.

El contenido del blog también será difundido en TINTO NOTICIAS -El periódico de la Cuenca Minera de Riotinto-, del que Domínguez es colaborador, con lo que, además, este medio de comunicación refuerza su sección especial dedicada a la historia de la comarca, que existe desde la puesta en marcha de este periódico en enero de 2018.

El creador de este blog y gran aficionado a la historia de las minas de Riotinto y de la Cuenca Minera explica que ‘Diálogos en la calle Sanz es un conjunto de «historias narradas desde la calle Sanz, una de las calles más concurridas del antiguo pueblo de Riotinto, que empezaba en el bullicio de los mineros de la Plaza de la Constitución y terminaba en el precipicio de la corta Filón Sur».

«El nombre de esta calle se debe al director de las Reales Minas de Rio-Tinto Francisco Thomas Sanz, el sastre de Valencia, que estuvo de administrador de las minas durante la segunda mitad del siglo XVIII», explica Domínguez, que pretende con este blog «dar a conocer de una manera cercana e interesante la historia narrada en pequeños capítulos de temáticas variadas, como grandes obras de ingeniería británica, hechos y sucesos ocurridos, personajes de elevada transcendencia o sitios y lugares emblemáticos de la comarca minera de Rio Tinto».

El investigador campillero señala que «son historias descritas con anécdotas y curiosidades y complementadas con un importante archivo fotográfico comentado para un mejor entendimiento del lugar y del personaje que figura en el documento histórico». Además, las publicaciones están basadas en grandes obras escritas, como libros y otros documentos, e investigaciones realizadas por el propio autor «indagando en periódicos, estudios, informes, notas, cartas, expedientes, registros sonoros, internet, etc.».

Historias como ‘La obra de ingeniería del Puente Salomón’, ‘El incendio del Pozo Alicia y la lápida de John Gilbert’, ‘La locomotora 110’ o ‘Walter Browning’ son algunos de los artículos que han generado gran expectación entre sus lectores, que han intervenido con interesantes comentarios sobre estas publicaciones.

Todas las personas interesadas las publicaciones del blog pueden hacerlo a través de este enlace.

El economista campillero Juan Carlos Domínguez, un coleccionista de libros con cerca de 900 ejemplares

Miembro de la Junta Directiva de Cistus Jara de Zalamea la Real, este apasionado de la historia acaba de adquirir la edición original de 1899 del libro Memorias de Hugh Matheson, una figura desconocida en la Cuenca Minera a pesar de su importancia en la explotación de las minas de Riotinto por parte de los británicos

El economista y asesor fiscal y contable Juan Carlos Domínguez Vázquez (Minas de Riotinto, 1967) es un campillero que vivió en El Campillo hasta que se casó con su mujer, Inma. Siendo así, estudió en los colegios de El Campillo y Minas de Riotinto, mientras que el Bachillerato lo cursó en el IES Vázquez Díaz de Nerva. Una etapa tras la que se licenció en Ciencias Empresariales por la Universidad de Huelva.

Tras casarse, Juan Carlos residió con su mujer y sus dos hijas, María y Celia, en Zalamea la Real, por lo que se considera campillero y zalameño. Eso sí, en la actualidad, por cuestiones laborales, viven en Huelva capital, aunque suelen venir mucho a la Cuenca Minera: “Normalmente, venimos a Zalamea todos los fines de semana. La población de la comarca está bajando y esta es una manera de mantener y valorar nuestros pueblos. Desde hace más de 10 años, pertenezco a la Junta Directiva de Cistus Jara, una asociación cultural de Zalamea cuya finalidad es la preservación del patrimonio y la naturaleza. Por ello, puede decirse que soy un enamorado de mi tierra y sus tradiciones. Y un apasionado por su historia, una historia muy rica”.

Un enamorado de su tierra que ha desarrollado una amplia trayectoria profesional. Primero, comenzó a trabajar en El Monte, Caja de Ahorros de Huelva y Sevilla (actual Caixabank), en los pueblos de El Campillo, Riotinto y Nerva, donde rotaba según las necesidades y requerimientos del puesto. Tras un año en esta entidad, Juan Carlos pudo acceder a una beca como economista en Minas de Riotinto, S.A.L., donde estuvo trabajando durante siete años, hasta 2003, llegando a ser Responsable de Contabilidad.

De aquella época, nuestro entrevistado recuerda cómo, “en el verano de 2001, junto con un compañero de trabajo, Rafael Sousa, bajamos al mismo corazón de la tierra, al corazón de la mina, a la sala de bombas del piso 45 de Corta Atalaya, a 435 metros de profundidad. Un poco más arriba, en el piso 33 del Pozo Alfredo, pudimos ver, entre otras, las maravillosas salas de colores de los vitriolos, unas formaciones de sulfatos creados en minas de interior”.

Tras esta etapa, la vida de este campillero cambió debido a que la minería entró en crisis. Según él mismo nos explica, “la minería entró en crisis debido, principalmente, a los bajos precios de cotización del cobre, llegando a cotizar en 2002 por debajo de los 1.300 $/tm. Actualmente, el cobre cotiza en el entorno de los 6.000 $/tm”.

Atrás quedaban unos años en Minas de Riotinto que para Domínguez, “como experiencia profesional y personal fue espectacular. Tengo que destacar que soy la cuarta generación de mineros en mi familia: mi padre Maxi, trabajó en la mina durante 35 años; mis dos abuelos, Maximiliano y José, también trabajaron en distintos departamentos de la mina; y mi bisabuelo, Sabas Domínguez, trabajó como contratista a principios del siglo XX. Como curiosidad, mi bisabuelo Sabas participó en el rescate de los mineros atrapados en el incendio del pozo Alicia el 3 de noviembre de 1913, recibiendo como reconocimiento por parte de la Rio Tinto Company Limited una medalla de oro grabada con su nombre”.

Su siguiente destino laboral fue Astilleros de Huelva, S. A., donde comenzó a trabajar en 2003, llegando a ser director financiero de la empresa. “Durante mi etapa en los Astilleros se llegaron a construir cerca de 20 barcos pesqueros, 4 Ro-Ro para transporte de carga rodada y 2 barcos quimiqueros de última generación”, nos comenta.

En la actualidad, Juan Carlos Domínguez trabaja como economista en Gabitel Ingenieros, S.L., una joven empresa onubense con una importante proyección internacional en el mundo de las telecomunicaciones, la ingeniería industrial y la consultoría software.

Un puesto de trabajo que compagina con su afición a la investigación y a la historia, dos pasiones que le han permitido hallar algunos documentos de gran interés para la Cuenca Minera. Descubrimientos a los que ha podido llegar, principalmente, por su pasión por los libros. Es más, según nos comenta, “nuestra comarca es una de las zonas donde más libros se han escrito y de la que más ha sido estudiada, bien por el tema minero o bien por temas históricos-culturales”.

Una afición que inició hace más de 20 años, cuando comenzó a coleccionar libros, porque, según dice, “creemos que los libros son la fuente del conocimiento y de la sabiduría”.

Este interés le ha permitido coleccionar cerca de 900 ejemplares de todas las temáticas, autores y ediciones, entre los cuales se encuentran más de 80 volúmenes dedicados a las Minas de Rio Tinto o a la comarca minera, como ocurre con estudios mineros actuales, facsímiles de viejos libros de los siglos XV al XIX, libros publicados por tesis doctorales y una amplia variedad de obras que ponen de manifiesto la riqueza de la comarca a nivel cultural.

El último ejemplar adquirido por Juan Carlos ha sido la edición original de 1899 del libro Memorias de Hugh Matheson, escrito por su esposa tras fallecer su marido un año antes. Tal y como nos explica este apasionado de la historia, “Hugh Matheson es poco conocido en nuestros pueblos mineros, pero él fue el artífice que creó la sociedad para comprar al estado español las Minas Nacionales de Riotinto. De origen escocés, fue uno de los hombres de negocios más conocidos de Londres. En 1873 creó un consorcio de financieros internacionales llamado Casa Matheson y Cía. y, el 14 de febrero, adquirió las minas por 92.800.000 pesetas. Además, fue presidente de la Rio Tinto Company Ltd. durante 25 años, desde 1873 hasta su muerte en 1898. Huhg Matheson tuvo muchas amistades españolas y se codeó con las más altas autoridades de la esfera política y social de la época, como el rey Alfonso XII, del que recibió La Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, o el presidente del Gobierno Cánovas del Castillo”.

 

Una joya para los amantes de la historia y coleccionistas a nivel general, que se une a otros ejemplares de su colección realmente interesantes, como ocurre con la primera edición de 1920 de El Metal de los Muertos de Concha Espina y la edición de 1875 del libro de Lucas de Aldana Las Minas de Rio Tinto en el transcurso de siglo y medio, desde su restauración por Wolters en 1725…, libro difundido a través de impresión bajo demanda por Consulcom.es.

Del mismo modo, en su biblioteca particular hay una gran variedad en formato de libros-facsímil como sucede con la Memoria antigua de romanos nuevamente descubierta en las Minas de Rio-Tinto, escrito por Francisco Thomas Sanz en 1762, cuando se descubrió en la galería de San Carlos la placa romana dedicada al emperador Nerva; Ensayo sobre las Minas de Riotinto, de Rúa Figueroa del año 1852; Descripción Física, Geológica y Minera de Huelva, de 1898 por Joaquín Gonzalo Tarín; Diccionario geográfico estadístico de Huelva, del año 1845 de Pascual Madoz; Memorias sobre las minas Nacionales de Rio Tinto, de Anciola y Cosio de 1856; o Memorias de Rio Tinto de Joaquín Ezquerra del Bayo de 1852.

Del mismo modo, cuenta con tres facsímiles que han sido publicados por la asociación Cistus Jara, que pueden ser considerados como auténticas joyas patrimoniales: Las Reglas de la Hermandad de San Vicente de 1425; Las Ordenanzas de la villa de Zalamea de 1535; y El Libro de los Privilegios de Zalamea la Real, otorgado por Felipe II en 1592.

En este punto, Domínguez aclara que, “hasta 1845, los pueblos y aldeas que configuran la actual comarca minera de Riotinto pertenecían al término municipal de Zalamea la Real. Por tanto, puede decirse que la historia de Zalamea es la historia de la Cuenca, la historia de nuestros cuatro pueblos y de las más de diez aldeas que conforman nuestra comarca”.

En cuanto a los libros escritos en el siglo XX, este campillero nos resalta obras como Piritas de Huelva, de Pinedo Vara; Nunca en el cumpleaños de la reina Victoria de David Avery; El Desastre en el Pozo Alicia de Pedro Real Valdés; Cuatro volúmenes publicados por la tesis doctoral de Flores Caballero, Las Minas de Río Tinto hasta su venta a los ingleses; Historia de la arquitectura inglesa en Huelva, escrito por Miguel Vílchez; El Gibraltar económico: Franco y Riotinto 1936-1954, de Antonio Gómez; A cielo abierto de Félix Lunar; Minería y poder: Antropología política en Riotinto de Esteban Ruiz Ballesteros; Génesis del anarquismo en Minas de Río Tinto de Alfredo Moreno Bolaños; El Campillo. El gran desconocido de Gilberto Hernández Vallecillo; El Campillo, de la independencia a la democracia de Josema Vázquez Lazo; y Zalamea La Real: Aproximación histórica, de Antonio Domínguez y Manuel Domínguez.

Y, junto a todo ello, un largo etcétera de volúmenes, así como artículos de periódicos de la época, de revistas mineras, documentos extraídos de libros, de la gaceta, crónicas, reportajes, noticias, ensayos, escritos, folletos, textos sueltos…

En definitiva, una biblioteca personal de incalculable valor, que, como nos cuenta Juan Carlos, “al ser, principalmente, en formato papel podrá transmitirse de mano en mano, por lo que perdurará para las futuras generaciones, para que puedan disfrutar de estas joyas literarias”.

La locomotora 110 del parque de El Campillo, una joya de la industria minera

La Locomotora 110 que está instalada en el parque de Los Cipreses en El Campillo pertenece a la Clase K y fue adquirida por la compañía en 1907 junto a otras 25 locomotoras de esta misma clase, por tanto, este año de 2018 se cumplen el 111 aniversario de su construcción.

Con la nueva explotación a cielo abierto iniciada a principios del siglo XX, “Corta Atalaya”, la Rio Tinto Company Ltd solicitó a la firma North British un pedido de 26 locomotoras de la clase K, a un precio de 1.875 libras esterlinas cada una. Se las conocían como “Gordas” o “de 40 toneladas” ya Locomotora 110 Clase K de 1907 que tenían la misma estética que las locomotoras de la clase I pero eran más altas (1).

Entre 1907 y 1908 se entregaron 18 locomotoras que fueron numeradas del 101 al 118. En 1910 se recibieron seis más y en 1912 las dos últimas, algo más modernas.

Las características principales son las siguientes: Diámetros ruedas tractoras: 991 mm, Capacidad carbón: 1.000 Kg, Capacidad agua: 3.612 L, Peso adherente: 40.000 Kg

Se compraron expresamente para trabajar en Corta Atalaya, donde lo hicieron por Caja de fuego y mandos espacio de años y construyéndose allí una cochera en el año 1910 para que no reguladores de la 110 bajasen a dormir a la cochera de Reverbero.

Por los años veinte el Sr.Kenworthy pensó en utilizarlas en la vía general, retirando dos locomotoras de la clase C; esto produjo una gran economía en la empresa y fue felicitado por tal decisión.

Una sola máquina de la clase K podía remolcar hasta 50 vagones del tipo A, que eran unas tolvas de 10 toneladas de carga máxima.

Aún con la llegada de las Garratts (en 1928 se adquirieron dos, la 145 y la 146, las cuales podían remolcar hasta 50 vagones de tipo M –que tenían 30 toneladas de capacidad-) las máquinas de la clase K hacían servicio de trenes, llamados de Materiales, con resto de vagones desde Los Frailes hasta Riotinto Estación.

A la locomotora nº 118 se le amplió el ténder o depósito para asegurar la reserva de carbón en la máquina, pero no dio resultado ya que esta perdía adherencia en las vías.

Las máquinas de la clase K hicieron servicio en doble tracción hasta que en 1953 vinieron las tipos Mogul con ténder remolcado (serie 200; en la rotonda de Riotinto podemos ver la locomotora nº 201. Se las conocían como Gildas ya que “era un auténtico canto del cisne (…) oir sus acompasadas pulsaciones”), quedando relegadas a tareas de maniobras, como subir el mineral de Zarandas a Fundición, al Muelle San Dionisio, al Concentrador y trenes obreros hasta los últimos tiempos como las números 134,135 y 137.

La construcción del ferrocarril desde las minas de Riotinto hasta el puerto de Huelva se realizó, siguiendo el curso del Río Tinto ¡en tan solo 25 meses! que se levantaron los 84 km de vías, se construyeron 8 puentes, 5 túneles y 12 estaciones con la anchura inglesa de 1,067 m (vía estrecha). El proyecto del ingeniero George Barclay Bruce se inició en junio de 1873 por cinco puntos simultáneos y en julio de 1875 estaba finalizado.

La máxima dificultad se presentó en el km 51 que obligaba por el río a describir un meandro de más de un kilómetro de longitud y para ahorrarse esta vuelta se construyó un puente para pasar a la otra orilla del río y un túnel de 140 metros, llamados de Salomón.

El Puente de Salomón original fue arrasado por una gran riada en diciembre de 1888 y el encargado de reconstruirlo y que hoy día podemos ver con sus 68 metros, fue el ingeniero Thomas Gibson, el mismo que dirigiría la construcción del muelle de Huelva.

En el año 1935 entró a trabajar en la RTC George Trevor Lewis y años más tarde mandó a pintar en el flanco de las locomotoras los grandes y característicos números blancos para distinguirlas de lejos. Todas las locomotoras de vapor estuvieron siempre pintadas de negro y la traviesa de topera con un ribete rojo, incluso algunas lucían las placas del fabricante pulimentadas en latón. La Compañía aunque numeró desde el principio todas sus locomotoras, el Sr. Lewis propuso la clasificación también dentro de una serie de grandes grupos diferenciados por letras, desde la A hasta la O.

Por otra parte, las Tolvas, aunque eran vagones de mercancías, se catalogaron en vagones Tipo A, utilizados en la primera época de la RTC, con 10 toneladas de capacidad y de los que se llegaron a contar hasta 2.000 unidades. Y los vagones tolva Tipo M, adquiridos a principios de los años 30, con un peso de más de 10 toneladas y una capacidad de 30 toneladas, los cuales se construyeron más de 300 ejemplares.

También había otros vagones como los tipos B, llamados Bruce; los tipos C, Cuartillas; o los tipos E, Moros.

Comúnmente son conocidos por nosotros los Continos, unas vagonetas de media tonelada de capacidad empleadas en la mina y que eran empujadas a mano en los tajos de zafreo.

En pleno apogeo, la RTC llegó a contar con 147 locomotoras a vapor, 9 locomotoras diésel hidráulicas, 6 automotores, 21 locomotoras eléctricas, 1.300 Contino de media tn para zafrear en la Corta vagones, 2.000 vagonetas y 36 coches de viajeros, todo ello para 264 km (2) de ramales de vías que servían de unión entre los talleres, los almacenes, los tajos, las distintas poblaciones y los poblados mineros, además de los 84 km del ferrocarril Riotinto-Huelva.

En 1910 la Cuenca Minera de Riotinto alcanzó su máximo poblacional con 45.646 habitantes, de los cuales 16.087 vivían en Nerva (3); en esa época Nerva tenía la misma población que tiene actualmente toda la Cuenca Minera en su conjunto. En 1914 la Compañía tenía 14.208 trabajadores.

La Locomotora 110 de clase K, patrimonio industrial minero que tenemos que valorar, cuidar y mantener como recuerdo del esplendor económico que tuvo nuestra Cuenca Minera de Riotinto.

Fuentes consultadas:
(1) García Mateo, José Luis y Prieto Tur, Lluís – “El Ferrocarril minero de Riotinto”- Ediciones Lluís Prieto Tur – 2012
(2) González Vilches, Miguel – “Historia de la arquitectura inglesa en Huelva” – Universidad de Sevilla y Diputación Provincial de Huelva – 2000
(3) http://www.revistalacomuna.com