Situado en el norte de Portugal, debe su nombre a una sangrienta batalla que tuvo lugar en el siglo X

La Cuenca Minera, y la provincia de Huelva a nivel general, se siente muy orgullosa de su río Tinto, un nombre característico que se debe a su color rojizo, impuesto por los minerales que lleva. Sin embargo, a muchos mineros y onubenses sorprenderá el hecho de que hay un pequeño municipio situado al norte de Portugal que lleva este mismo nombre, Río Tinto.

Se trata de un rincón de 9,5 kilómetros cuadrados que cuenta con más de 47.000 habitantes y pertenece al Concejo de Gondomar. Su gentilicio es el de riotintense.

Al parecer, el nombre de esta localidad portuguesa proviene del río que lo atraviesa y su origen se encuentra en una leyenda que hunde sus raíces en el siglo X, cuando los cristianos ganaban terreno a los moros, que estaban asediando el territorio desde Galicia a Coimbra. Al final, en Oporto, los portugueses consiguieron alejar a los moros tras una sangrienta batalla junto al arroyo.

Tan cruel fue la batalla que en la memoria del pueblo siempre quedará la imagen de la sangre derramada que tiñó de rojo las aguas del río, que, desde entonces, pasó a conocerse como Río Tinto. Luego, Río Tinto heredó el nombre de este arroyo que atraviesa la parroquia.

En concreto, fue el 10 de diciembre de 1867 cuando, a través de un decreto, se creó el municipio de Rio Tinto, que, finalmente, se convertía en ciudad en 1995, once años después de haber sido elevada la villa.

Durante siglos, el río proporcionó a la población agua y pescado, mientras que las lavadoras ganaban la vida en sus aguas y proliferaban en los márgenes los molinos, cuyos molineros disputaban con los labradores el agua de los riegos. Es decir, la vida de la localidad ha girado siempre alrededor de su río.