El vecino cuidado por la Fundación Tutelar TAU falleció recientemente y permanece en el recuerdo de todos
Antonio Cañado ha presentado al concurso de relatos Villa de Campofrío un texto relativo a la figura de Julián Díaz, persona muy querida en el municipio fallecido el pasado mes de febrero y que fue cuidado hasta sus últimos días por la Fundación Tutelar TAU. El Ayuntamiento de Campofrío, que ahora ha hecho público este relato, participó activamente en el merecido homenaje que se le hizo en vida, en septiembre de 2020, cuando con las cámaras de Canal Sur como testigos, todo el pueblo se reunió junto a este entrañable vecino para aplaudirle y demostrarle todo lo que lo querían. De hecho, incluso rotularon con su nombre una calle de la aldea de Ventas de Arriba donde residió la mayor parte de su vida.
Se da la circunstancia de que Antonio Cañado es hermano de Reyes Cañado, la cuidadora que se ocupó de Julián durante muchos años y que también falleció en noviembre de 2020.
El relato con el que participa en el certamen es el siguiente:
En este día triste de últimos de Febrero, quizás las cosas no cambien, serán como otro día más de este frío y seco invierno.
La rutina en la que nos vemos inmersos es imparable, la vida sigue por encima de todo, porque ese es su sentido, el de todo y todos…
Nuestra vida sobre la faz de la Tierra es breve. Todos somos viajeros, la flor de un día muere al caer la tarde.
Pero para un mundo m uy especial, único.Ya nada será igual. Es un mundo compuesto por una Tierra de ensueño, en la cuaJ hay un camino largo que llega hasta el hogar de nuestro añorado juJián . Una humilde aldea, «Las Ventas» que es la hermana peq ueña de un pueblo blanco, Campofrfo. ¿Qué decir de Campofrío?, quizás sea el Jugar donde vive todo lo querido, donde due rmen los sueños dorados de juventud.
Los campos … el campo que rodea estos lugares es hermoso, nos sorprende caminar por el y siempre nos enseña algo nuevo. Quizás no haya palabras para describir su belleza. Tan solo sentir, ser uno mismo junto al campo.
Dichoso el espíritu que salbe escuchar la melodía eterna y divina del campo.
Hoy todo el mundo se ha vestido de tristeza amarga, que es de recogimiento por el amigo perdido. Caminante que se nos fue y no volverá a pisar estos caminos.
Porque el cuerpo mortal se rindió, quizás de cansancio o de melancolía y venció la enfermedad.
Su cuerpo, su persona. Tan nuestra … tan de todos.
Hoy pienso que algo valioso se nos fue con la persona de Julián, algo que no olvidaremos nunca.
Mi hermana Reyes que desde el cielo nos mira cuidó a Julián durante una época, al trabajar como cuidadora de personas mayores. Tuve oportunidad en aquellos días de conocerle mejor.
Solo puedo decir que ganó todo mi respeto y reconocimiento. Me encontré en Julián a una persona tímida y llena de humanidad. Creo que todos deberíamos ser escuchados en algunas ocasiones, no es mucho pedir, supongo.
Debo decir que muy pocos nos hubiéramos en él la capacidad de entender a los demás desde el fondo. El regalo inigualable que le concedió el Creador , que fuera siempre un alma libre, el cual sabía apreciar y valorar la libertad, como nu nca seremos capaces de entender.
Las leyendas existen, nosotros las creamos. Para el pueblo de Campofrío, para su gente, Julián «El tripas» como lo llamaban, siempre será una leyenda.