Tinto Noticias inicia este lunes 19 de febrero un bloque de informaciones dedicadas a dar a conocer los hechos acaecidos el 4 de febrero de 1888 en el antiguo pueblo de Riotinto, cuando el Gobierno de España, a través del Regimiento de Pavía, arremetió a tiros contra una multitud de manifestantes que reivindicaban una serie de mejoras laborales y sociales a la Riotinto Company Limited (RTC), la compañía que por entonces explotaba las minas de Riotinto.

Para ello, este periódico digital de la Cuenca Minera onubense se ha puesto en contacto con distintos investigadores e investigadoras que han estudiado y realizado publicaciones sobre el llamado Año de los Tiros. Es el caso de María Dolores Ferrero, conocida como Lola Ferrero, con quien Tinto Noticias ha querido iniciar esta sección al ser la autora de la primera publicación histórica sobre aquel suceso, titulada ‘Capitalismo minero y resistencia rural en el Suroeste andaluz (1873- 1900)’, cuya primera edición es del año 1994.

Coincidiendo con la conmemoración del 130 aniversario de tal efemérides, y ante el debate suscitado en las últimas semanas en torno a la idoneidad o no de declarar el 4 de febrero como Día Mundial del Ecologismo, esta historiadora muestra su disconformidad con tal declaración. “Algo similar a ecología era ajeno a la cultura de la época y, más todavía, a la situación socioeconómica de entonces”, sostiene Ferrero, al tiempo que indica que aquella movilización “no fue una protesta ecológica como la entendemos actualmente, ni considero que se pueda asociar con los temas actuales de acumulaciones de residuos, etc. con los conocimientos que se tienen hoy en día”, añade.

Lola Ferrero se opone así a la postura defendida históricamente por los ayuntamientos de la Cuenca Minera de Riotinto y, en las últimas semanas, por instituciones y organizaciones como la Junta de Andalucía o Mesa de la Ría, quienes, tal y como también aprobó el Ayuntamiento de Huelva el año pasado, han defendido la declaración del 4 de febrero como Día Mundial del Ecologismo, una tesis que se basa en que al menos parte de los manifestantes protestaban contra los humos provenientes de las teleras, el sistema de calcinación de mineral al aire libre que empleaba la RCL, con lo que, para estas entidades, puede interpretarse que aquella manifestación fue la primera de la historia con componentes ecologistas que tuvo resultado de muertes.

Sin embargo, esta catedrática de Escuela Universitaria de Historia Contemporánea tampoco está de acuerdo con la declaración institucional aprobada recientemente por el Ayuntamiento de Minas de Riotinto, con la que se declaraba el 4 de febrero como ‘Día de la lucha obrera en Riotinto’. Para esta referente en la investigación sobre el Año de los Tiros, tal declaración “falta a la verdad histórica”, pues “de ningún modo fue solo una manifestación obrera”, explica, por lo que considerarlo así sería, a su juicio, “restrictivo”. Ferrero cree que “tanta importancia” tuvo la manifestación obrera, que partió de Nerva, como la antihumista, que salió de Zalamea, tras lo que “ambas se unieron a la entrada de Minas de Riotinto”, señala la historiadora, que considera por ello que, frente a las dos posturas antes referidas, el rasgo distintivo de aquella movilización es que fue “la primera manifestación minero-agrícola de la Historia Contemporánea”.

Ferrero se basa para ello en las diferentes causas que, según sus propias investigaciones, publicadas desde 1994, tuvo aquella manifestación. Por un lado, señala que las reivindicaciones de los obreros eran “por completo laborales”, así como que “únicamente protestaban contra los humos porque en los días de manta tenían una gran reducción de su jornal o lo perdían del todo, porque no se veía suficiente o no podían trabajar en absoluto. Y ese fue el punto que encontraron para unirse a la Liga Antihumista y poder hacer mayor fuerza entre ambos grupos”, añade la autora de ‘Capitalismo minero y resistencia rural’, convencida de que los obreros “nunca hubieran arriesgado su trabajo por tener mejor aire o menos molestias”.

Por otra parte, Ferrero alude a los pequeños propietarios, que eran de unos 20 pueblos y solo poseían escasas parcelas. Según sus investigaciones, éstos “protestaban contra las calcinaciones porque les destrozaban los cultivos de los que vivían, pero sobre todo porque la compañía no pagaba las indemnizaciones prometidas ni en las zonas en que la RTC reconocía el perjuicio de las teleras. Si les hubieran pagado bien -añade Ferrero- con el poco provecho que sacaban de sus cultivos, probablemente se hubiera mitigado mucho el conflicto, pero los expedientes de indemnización se acumulaban en el juzgado de Valverde sin cumplirse nunca con las promesas”, agrega.

Por último, la historiadora sitúa a otro grupo de manifestantes, formado por los grandes propietarios o los llamados “caciques”, ricos propietarios con influencia política como José María Ordóñez Rincón o su suegro Lorenzo Serrano, líderes de la Liga Antihumista. Éstos no sólo “veían resentidas sus propiedades por la agresividad de las calcinaciones”, sino que también “veían amenazada su influencia política por el nuevo cacicazgo minero que había aterrizado en la zona y que pretendía imponerse y cambiar su modo de vida y estatus de poder, incluso a escala nacional”, señala Ferrero, quien explica que “a estos grandes propietarios, lógicamente, les siguieron todos los pequeños”.

Estas son, para la historiadora, las dos principales causas de la manifestación ocurrida el 4 de febrero en Minas de Riotinto: “la huelga obrera, planificada desde hacía tiempo, que había comenzado días antes, y los antihumistas, que llevaban años de lucha por las razones expuestas y aprovecharon para unirse y organizar con los obreros la manifestación del 4 de febrero”.

De otra parte, la autora de la primera obra publicada sobre el Año de los Tiros defiende que “no hay duda” de que las calcinaciones eran “muy contaminantes”, tal y como se aprecia en el último capítulo de su libro, ‘mortalidad y morbilidad’, donde se demuestra la sobremortalidad producida por el sistema de calcinación al aire libre y las causas de muerte. “Pero esas evidencias no podían ser demostradas en aquel tiempo”, aclara Ferrero, hasta el punto de que, incluso, “se difundía que las teleras, al desprender gases azufrosos, eran beneficiosas para la salud”.

‘Capitalismo minero y resistencia rural en el Suroeste andaluz ( 1873- 1900)’, editada por la Universidad de Huelva, cuenta ya con tres ediciones. Tras la primera, publicada en 1994, hubo una segunda, con igual título pero ampliada y revisada, en 1999, y, a continuación, una tercera, en 2006, en la que se incluye como subtítulo ‘La historia del Año de los tiros’.

Nacida en León, María Dolores Ferrero vivió en Alicante desde los 3 a los 18 años, momento en el que marchó a estudiar a Granada, tras lo que ha desarrollado toda su vida profesional en Huelva. Después de 38 años en activo, se jubiló hace siete años y desde entonces divide su residencia entre Huelva y Alicante, donde reside su madre. Aunque al jubilarse dejó la docencia en la Universidad de Huelva, continúa con su labor de investigación, aunque por otros derroteros.

Ferrero tiene varias publicaciones sobre minería y la Cuenca Minera de Riotinto. Además de la obra ya referida, también es autora del libro ‘Un modelo de minería contemporánea. Huelva, del colonialismo a la mundialización’, así como coautora de la obra ‘El Campillo. De la independencia a la democracia’.