Sección Descubriendo el Mediterráneo, octavo artículo

“…sería necesario que un hombre te quisiera con un amor más intenso del que tiene a su padre y a su madre; que se aferrase a ti con todas sus potencias y todo su amor (…) Entonces su alma entraría en tu cuerpo y tú también tendrías parte en la bienaventuranza reservada a los humanos. Te daría alma sin perder por ello la suya (…)”.

La Sirenita, Hans Christian Andersen.

Hace escasamente dos meses se estrenó la nueva versión de la factoría Disney de la Sirenita. La película de animación de 1989 se convertía esta vez en un film con personajes de carne y hueso, con ciertas modificaciones de la primera versión. De todas ellas, quizás la más relevante sea que se ha cambiado el personaje de una doncella pelirroja por una chica afroamericana, la actriz Halle Bailey, aportando según comentan los críticos de cine “frescura” y actualidad al clásico.

Disney ha tenido el marchamo de ser una “fábrica de sueños”. Es por ello que, sus versiones de cuentos clásicos han sido siempre muy libres. Tanto es así que una historia dramática con finales trágicos en la mayoría de las ocasiones se convierta en un relato de ensoñación. El cuento de la Sirenita narrado por Disney no es distinto a su tónica habitual, pues, aunque en su narración toma algunas cosas del cuento original del danés Hans Christian Andersen, sorprende la libertad con que modifica elementos importantes de la historia.

Antes de comenzar a comparar ambas narraciones detengámonos un momento en analizar qué es una sirena a lo largo de la historia. Las sirenas eran seres mitológicos que aparecen definidos en textos desde la Antigua Grecia hasta los Bestiarios medievales como un ser híbrido entre mujer con patas y alas de pájaro o mujer y cola de pez. Uno de los pasajes más famosos donde se cita a las sirenas es en el libro la Odisea. En el canto XII se cuenta como el héroe Ulises debe con sus hombres hacer frente a las Sirenas, seres marinos encantadores que seducen con sus cantos y que, si el navegante sucumbe a ellos, se ahogará. Estos seres marinos en la mitología griega se representan mitad mujer mitad pájaro con garras y alas, como podemos observar en la crátera griega conservada en el British Museum (Ilustración 2) que cuenta este pasaje del canto XII.

No será hasta el siglo VIII, en la Alta Edad Media, cuando en un libro, el Liber Monstrorum, aparezca la primera definición de sirena como la concibe en su cuento Andersen y como luego la toma Disney. Aquí se dice lo siguiente sobre estos seres: “Las sirenas son doncellas marinas que seducen a los navegantes con su espléndida figura y con la dulzura de su canto. Desde la cabeza hasta el ombligo, tiene cuerpo femenino, y son idénticas al género humano: pero tienen las colas escamosas de los peces, con la que siempre se mueven en las profundidades”.

Si observamos la definición del Bestiario, la sirena es seductora con su canto y eso la hace en un mundo moral como era el medieval, malvada, pues lleva a la perdición a los navegantes; aunque esta visión aparece narrada de pasada en el cuento de Andersen, en este pasaje: “(…) y con arte exquisito cantaban a los marineros las bellezas del fondo del mar, animándolos a no temerlo; pero los hombres no comprendían sus palabras, y creían que eran ruidos de la tormenta (…)”. Su perspectiva está llena de romanticismo y ensoñación. Se presenta el mundo marino y de las sirenas como un reino distinto al de los humanos cuyas reglas son distintas y en ese ámbito se mueve el cuento de Andersen, en el intento de transgresión, por parte de la protagonista, de las normas del reino terreno y el marino. En el relato del danés, este respeta las leyes que rigen a los mitos y los castigos a los que pueden enfrentarse los actores de dichos intentos de transgresión. En el caso de Disney la Sirenita sí tiene un nombre, Ariel pero en el caso de Andersen nunca se dice su nombre.

La Sirenita es la más pequeña de todas las hijas de Tritón al inicio del cuento se presenta melancólica, como si algo le faltara en su mundo submarino, y no es hasta subir a sus quince años a la superficie cuando ante la presencia del príncipe, se llena de vida y de amor. Puesto que, la presencia de las sirenas hace naufragar a los barcos, ella debe salvar al príncipe del naufragio de su navío, como así lo hace. Al volver al mar, totalmente enamorada de él, busca desesperadamente la posibilidad de estar a su lado y le pregunta a su gran confidente, su abuela, en el cuento de Andersen y esta le dice el gran secreto, que sólo si el príncipe se enamora de ella de verdad, podrá tener alma y permanecer entre los humanos, ya que las sirenas, nos cuenta Andersen, eran seres que vivían 300 años y que se convertían al morir en espuma marina, sin alma, sin poder alcanzar aquello que sí alcanzan los seres humanos, la inmortalidad.

Hasta el momento la narración por parte de Disney y Andersen es parecida, pero ante las dificultades que encuentra la protagonista para vivir su amor por el príncipe podemos empezar a ver los primeros cambios de guion. Uno muy importantes es que el rey padre de la Sirenita, tiene en el cuento de Andersen un papel escaso, sin embargo, en la versión de Disney toma un papel preponderante, sobre todo al final. En el cuento de Andersen la Sirenita va a hablar con la bruja que le concede ir a la superficie como una doncella con piernas, pero con una condición, su preciosa voz. Ella, desesperada, acepta la oferta de la bruja. Al subir a la superficie busca al príncipe que la recibe en el castillo y aquí también encontramos grandes diferencias con respecto al cuento de Disney, porque si bien en el cuento de Disney Eric se muestra confuso porque ve en Ariel a ratos a aquella chica que lo salvó del mar, en el cuento de Andersen la cosa cambia, y en un pasaje el autor deja claro el sentimiento del príncipe hacia la Sirenita: “(…)Cada día aumentaba el afecto que por ella sentía el príncipe, quien la quería como se puede querer a una niña buena y cariñosa; pero nunca le había pasado por la mente la idea de hacerla reina(…)”. La Sirenita no puede decirle a él que ella es la persona que lo salvó y la que él busca, aquí Disney pone algunos obstáculos en el cuento, como en la nueva versión el personaje de Vanessa, pero en el cuento de Andersen las cosas son de otra manera. Al cabo del tiempo, la Sirenita tiene que sufrir que el príncipe busque esposa y acabe enamorándose de su prometida con la que finalmente se casa.

En el cuento narrado por Disney como sabemos, aunque el personaje de Halle Bailey tiene dificultades, cumplirá con su final feliz, es decir, el padre, Tritón, concede por su lucha a su hija que pueda vivir entre los humanos y se case con Eric; en el texto de Andersen, sin embargo, nunca se trasgreden las normas del mito, pero la solución del autor es romántica y noble para la protagonista. Las hermanas de la Sirenita le dicen que debe clavar un cuchillo en el corazón del príncipe y que al derramar su sangre en los pies le volverá a crecer la cola como sirena. La oferta de sus hermanas es la de volver a la vida marina de nuevo, más bien revertir el hechizo de la bruja, pero la protagonista siente hacia el príncipe un amor tan verdadero que incapaz de matarlo esperará a su destino de convertirse en espuma marina al amanecer. Ese acto de amor, Andersen lo premia convirtiendo en su final a la Sirenita en una de las hijas del aire, que pueden ganarse con buenas acciones lo más ansiado, la inmortalidad.

Como vemos, Disney en sus adaptaciones de los cuentos clásicos y populares nunca abandona su lema: “fábrica de sueños”, puesto que siempre en sus narraciones maravillosas hay un final feliz a los problemas reales de la vida que contaban los cuentos populares en su origen.

Los cuentos y la mitología intentaban dar explicación a los sinsabores de la vida, a los hechos trágicos que tienen que acompañarnos como ser humano, es por ello que, los personajes mitológicos siempre se presentan separados del género humano, en ocasiones para aleccionarlos. No podemos negar la influencia de Disney en el imaginario popular actual, la fuerza con que presenta e incluso actualiza los cuentos o la mitología, pero esa actualización no debe pasar por una visión equivocada para el público que se refleja en esa creación de finales que poco tienen que ver con la vida.

Los cuentos de Andersen o de los hermanos Grimm no tenían la ambición de “fabricar sueños” sino más bien tenían la necesidad de presentar problemas en ámbitos como: el amor, la vida y la muerte. La fuerza de esos tres conceptos universales es lo que continúa haciendo inmortales a esos cuentos tradicionales y a las narraciones mitológicas que todavía hoy día nos inspiran.

Ilustración 1: Sirena o Ninfa marina, por Edward Burner Jones

Ilustración 2: Crátera griega. British Museum(Londres)