Fernando Rodríguez Núñez, más conocido en la Cuenca Minera como Mallofret, es un riotinteño nacido en Minas de Riotinto, en la calle Méndez Núñez, junto al Casino de Riotinto, en 1948, por lo que, en la actualidad, tiene 69 años. Su madre era Práxedes Rodríguez Núñez y su padre, Jesús Mallofret Mallofret, aunque no lleva sus apellidos debido a que su padre había tenido un matrimonio anterior, pero convivió con él siempre, de ahí que sea conocido por todos como Fernando Mallofret.
Un onubense que, en 1967, con 17 años, emigró a Barcelona, ciudad que le ha acogido desde entonces, puesto que continúa viviendo en el entorno en la ciudad condal. En concreto, su lugar de residencia es San Baudilio de Llobregat, situada a cinco minutos del centro de Barcelona y a cinco kilómetros del Aeropuerto de El Prat. Una zona en la que hay mucha gente de la comarca, como sucede con Nicolás Vargas, otro minero por el mundo que ha entrevistado Tinto Noticias, amigo de la infancia de Fernando.
Su vida en Barcelona ha sido buena, puesto que, como había estudiado temas de administración en el instituto, estuvo trabajando como administrativo e, incluso, tuvo una empresa propia, formada por una serie de compañeros con los que formó una cooperativa, en la que realizaba tareas de administración, contabilidad y economía. Una entidad en la que estuvo durante 16 años, hasta que se jubiló, coincidiendo, además, con el cierre de la empresa, debido en parte a la crisis económica. Era una organización de calderería, dedicada a aparatos a presión, grandes depósitos o construcciones metálicas a niveles industriales, realizando trabajos, incluso, para la Sociedad General de Aguas de Barcelona o para firmas tan conocidas como Siemens.
Pero en Barcelona no sólo encontró trabajo, sino también el amor, porque, según nos cuenta, “me casé con una catalana, aunque sus padres son andaluces, porque su padre es de Jaén y su madre, de Córdoba”. Mallofret se casó en 1975, un matrimonio del que nacieron sus tres hijos, de 41, 39 y 32 años, aunque “todavía no tengo nietos, a pesar de que a mi mujer y a mí nos encantan los niños, así que a ver si mis hijos se animan”.
Como se puede comprobar, una vida completa en Barcelona que no ha impedido, sin embargo, que se acuerde constantemente de su tierra, de Minas de Riotinto. “Donde voy, presumo de pertenecer a la Cuna del Fútbol Español, además de que sigo por Facebook todas las páginas que hay de mi pueblo y de la comarca, especialmente a través de Jesús Chaparro y de mi primo Rafael Cortés García, que vive en Bellavista, además de estar muy pendiente del fútbol”.
De sus años en la Cuenca Minera, Fernando echa de menos “todo, porque viví allí toda mi infancia y juventud y son años que nunca se olvidan. Es verdad que ahora con las redes sociales estoy recordando muchas más cosas, que echo mucho en falta. Por eso, siempre que puedo, voy a Huelva. Suelo ir para las fiestas, que son unos días de reencuentro para muchos que estamos fuera, no sólo en Cataluña, sino también en Madrid o Valencia. Tanto es así que, si pudiera, si no fuera por mis hijos, me iba a vivir allí ahora mismo. Es el lugar en el que me gustaría estar”.
Eso sí, este minero por el mundo reconoce que “durante su juventud, la mina estaba en todo su apogeo, por lo que había mucha actividad en la comarca, cosas que se han perdido. Se me parte el alma cuando veo cómo ha cambiado la zona. No puedo olvidar cuando iba con mi padre recorriendo los diferentes pueblos cargados de cosas para la venta ambulante y yo, desde niño, lo acompañaba desde bien temprano”.
Por este motivo, nos cuenta que “se me partió el corazón cuando hace veinte años vinimos a la Feria de San Roque en agosto y, después de que yo estuviera acostumbrado a una gran fiesta con todo abarrotado, con muchas terrazas y bailes con orquesta, había mucho menos ambiente, al tiempo que mucha gente no estaba porque se había marchado esos días a la playa”.
A eso se añadió también los cambios en el mismo Riotinto, puesto que “cuando nos vinimos a Barcelona, mis padres y mis dos hermanas nos quedamos sin casa en Minas de Riotinto, porque la vivienda era de la compañía. Pero, además, todo lo que se conocía de la mina de abajo ha desaparecido, por lo que todo lo que había vivido durante mi niñez y mi juventud ya no existe, así que cuando lo vi me dio muchísima pena, pero es lo que hay. Las explotaciones mineras van comiendo terreno y es así”.
Este hecho unido a que tiene poca familia en la comarca ha provocado que no venga todo lo que le gustaría a la Cuenca Minera, sobre todo, desde que sus padres fallecieron. A pesar de ello, durante años, ha estado viniendo a las fiestas de la Virgen del Rosario, que se celebran durante el mes de octubre, “una festividad muy famosa a la que, siempre que podemos, vamos y nos alojamos en el Hostal Atalaya. De hecho, mis hermanas van todos los años”. Eso sí, “mis hijos van poco, porque, aunque los llevábamos mucho cuando pequeños para que conocieran el pueblo, como no tenemos casa allí, al final se va perdiendo el contacto”.
Mallofret también tiene familiares en Nerva, tanto por parte de madre como de padre, siendo una persona muy conocida en la zona, porque su familia ha tenido varios negocios, al ser personas comerciantes, tanto en la plaza de abastos, como con una tienda de ultramarinos, mientras que su madre tenía una mercería.
Por todo ello, para despedirse, Fernando Rodríguez Núñez nos dice entre lágrimas, muy emocionado, que “los llevo en el corazón. Soy muy blando y se me saltan las lágrimas cuando pienso en la Cuenca Minera. Ahora mismo, estoy llorando recordando todas las cosas de mi vida. Los echo mucho en falta. Me gusta mucho mi pueblo y lo llevaré siempre conmigo. Tanto que, si pudiera, estaría allí ahora mismo, a pesar de no ser lo que era”.