En la mayoría de las veces, la sincera profundidad del sentimiento andaluz se manifiesta en canciones cuya veracidad de sus letras expresan, en tales ocasiones, el desgarro o alegría que producen en quienes las escuchamos.

Lamentablemente hoy acudo a la evocación de una sevillana que define la “tristeza que deja en el alma el amigo que se va”. Quizás mi retentiva para la letra –como en casi todo- no tenga la exactitud requerida, pero su contenido se corresponde con el ánimo de mi propio sentir.

Escasamente hace horas marchó de este mundo mi gran amigo de infancia y juventud, Carlos Rojas Casanova, cuyo perfil personal y social es bien conocido en Río Tinto, siendo imposible para mí añadir más elogios de los que siempre gozó.

A la altura de mi algo avanzada edad atesoro los recuerdos de hace 70 años, disfrutados en el huerto de los Casanovas, correrías por el Zumajo, prohibidas incursiones en el inglés Bella Vista, como igualmente en la Parroquia y hasta apadrinamientos bautismales en La Naya y Las Delgadas.

En fin, prolijo enumerar los curiosos eventos en los que, junto a otros chavales, conformó esa época de nuestras sencillas vidas.

Desde la profundidad que anteriormente cito, te acompaña el agradecimiento por la desinteresada amistad que durante años me dispensaste, junto al imborrable recuerdo que guardaré de ti, el tiempo de permanencia que Dios me otorgue vivir. ¡Descansa en paz, AMIGO/HERMANO!

Por Pedro Real