Rober da Graça, el voluntario que descubrió las ropas de Laura Luelmo, rompe su silencio y cuenta su dura experiencia en El Campillo
El asesinato de Laura Luelmo ha conllevado numerosas reacciones a diversos niveles. Son muchas las manifestaciones realizadas, personal y colectivamente, muchas las lágrimas derramadas y muchos los testimonios escuchados en torno a este trágico suceso.
Uno de los que aún no se ha escuchado en toda su extensión es el de la persona que localizó los primeros restos de ropa de Laura. Rober da Graça García es un voluntario de Cruz Roja que participaba activamente en las labores de búsqueda y protagonizó uno de los momentos de mayor importancia desde el inicio de las investigaciones.
Rober fue la persona que descubrió las ropas de la víctima, lo cual desencadenó el posterior hallazgo del cadáver. Hasta ahora no había querido ofrecer su visión y sus recuerdos de forma amplia, pero ahora descubre para Tinto Noticias y Diario de Huelva las impresiones y emociones de aquel fatídico momento.
Coincide su decisión con otro suceso que ha conmocionado a la sociedad, el rescate fallido del pequeño Julen, y que ha vuelto a poner de manifiesto la importancia de los voluntarios y las colaboraciones altruistas en este tipo de acontecimientos.
-¿Cómo describiría el impacto que supuso para usted el descubrimiento de las prendas que vestía Laura Luelmo en el momento de su muerte?
Al principio no le di importancia por tratarse de ropa, pero me alarmé cuando me acerqué por segunda vez, ya acompañado por la Guardia Civil y lo vi todo con más detalle. Tardé horas en asimilar la mala noticia que había tras mi hallazgo.
-Después ese primer momento, ¿cómo se desarrollaron los acontecimientos?
Me ayudaba de un palo para abrirme camino entre la maleza, y lo utilicé para señalizar el lugar, clavándolo en el suelo, a las 11.55 horas, exactamente. Me aproximé a la carretera y llame al 062 para dar aviso. En el móvil aún tengo registrada esa llamada que marcó los hechos. Mientras esperaba, le dije al operario de la obra de la carretera, que se encontraba en el fatídico punto kilométrico 166, que parase a cualquier vehículo de la Guardia Civil que viera. Y así hizo pasados unos minutos, paró a una patrulla del SEPRONA, entraron en el camino y les indiqué lo ocurrido, con la señalización del lugar donde estaba la ropa de Laura.
-Más allá de ese instante, que quedará para siempre en su memoria, ¿qué experiencias ha vivido en El Campillo, con sus compañeros, con las fuerzas del orden?
El fin de semana lo pasé en Málaga, estuve muy pendiente de cómo trascurría la búsqueda y sentía mucha impotencia por no poder estar allí ayudando.
Desde que tengo uso de razón siempre he sido una persona con mucha empatía, me pongo en el lugar de la familia y de tantas personas ayudando a buscarla, sin apenas descanso un día tras otro.
El lunes siguiente, en cuanto dejé a mi hija en el colegio y tras avisar al técnico de Cruz Roja en Cortegana, decidí volver a El Campillo. Llegué al centro de coordinación y en el exterior sólo había medios de comunicación. Enseguida pude hablar con el coordinador de Protección civil, que había sido compañero mío en la Cruz Roja de Nerva. Él fue el único miembro de este cuerpo con el que hablé ese día, ya que al resto, por culpa de las obras de la carretera, me fue imposible encontrarlos.
La Guardia Civil, tanto antes como después del hallazgo, se mostró muy cercana, con muchas ganas al igual que yo de terminar con este sufrimiento. Tras la mala noticia que nadie deseaba, y mientras esperábamos a la Guardia Civil, yo seguía negando lo ocurrido y los temblores y el frío me invadían. Ellos no tardaron en ofrecerme sus abrigos que tenían en el todo-terreno y cuando me lo puse sentí como el abrazo que necesitas en esos momentos, para calmarme. Fue muy gratificante.
-A nivel personal, ¿piensa que los voluntarios precisan algún tipo de formación o preparación para hacer frente a situaciones tan complejas como la que ha enfrentado?
Más que formación, en este caso los voluntarios cercanos a la zona y experimentados con el terreno deberían ir más despacio adentrándose entre los arbustos y la arboleda. Creo que deben observar cualquier alteración de la flora, de los caminos, pararse y escuchar. De ellos depende buena parte del éxito de una operación de este tipo, tal y como se ha demostrado con el caso de Laura y recientemente también con el de Julen.
-Hasta ahora no ha decidido romper su silencio de forma amplia y relatar los acontecimientos a un medio de comunicación. ¿Cuál ha sido la razón por la que se ha mantenido en silencio?
Por respeto a la familia siempre. No fui capaz de levantar cabeza en unos pocos días y además decidí que no hablaría de este tema con los medios de manera amplia, como estoy haciendo ahora, hasta que su familia no le diera sepultura, no me parecía ético.
La familia ha estado siempre en mi pensamiento. Han mostrado una actitud impresionante, no como otros padres que intentan sacar partido de una desgracia tan grande. Por eso, no se merecían tanto linchamiento por parte de algunos medios de comunicación que trataron el tema con morbo y una forma de detallar lo ocurrido, con imágenes y supuestos, que en mi opinión ha sido repulsivo. Pienso que debería estar prohibido hacer ese tipo de prensa sensacionalista en casos como el de Laura.
Luego vino mi citación en el juzgado como testigo y volví a hundirme, no quería rememorar aquellos tristes momentos. Sin embargo, esta declaración me devolvió confianza ya que todos me apoyaron y tanto la jueza como el fiscal me felicitaron por la labor realizada y por tantos años de voluntariado. Las muestras de cariño de la Guardia Civil, de la UCO, de familiares, amistades e incluso desconocidos, me han hecho plantearme hablar con un medio de comunicación para que todos conozcan cómo me he sentido en este trance y sepan lo importante que es el voluntariado
-Su labor como voluntario deviene de un compromiso de servicio que lleva años demostrando en la Cruz Roja de diversas localidades, como San Sebastián de los Reyes, Alcobendas o Jabugo. ¿Qué le llevó a participar en la búsqueda de la profesora zamorana?
Mi vinculación al movimiento del voluntariado viene de muy lejos. He estado vinculado al área social de la Cruz Roja en Madrid, Moguer, Huelva, Nerva o Cortegana y seguiré ayudando allí donde me necesiten para aportar mi granito de arena como voluntario. También desarrollo esta labor solidaria en otros ámbitos, como ayudas a domicilio de personas con movilidad reducida para ayudarles a salir a la calle, charlas para aconsejarles sobre los riesgos más comunes que hay en el hogar, apoyo emocional tras los atentados del 11M, hacer compañía a nuestros mayores que están solos y otras muchas acciones en las que he colaborado.
En el caso de Laura, ella vino desde muy lejos para ejercer su profesión con nuestros hijos, y yo no podía quedarme de brazos cruzados. Por eso, decidí hacer lo que mejor sé hacer. Como ya ocurriera en otro caso de una persona desparecida en Moguer, me pongo en el lugar de la familia.
¿Está decidido a continuar con esta labor altruista al servicio de la sociedad, a pesar de los sacrificios o malos momentos que comporte?
Sí, por supuesto, ya no sólo como miembro de una ONG, seguiré siendo un ciudadano comprometido con la ayuda al que lo necesite, no debemos quedarnos de brazos cruzados. Y esto a pesar de las dificultades, porque yo me he lesionado subiendo a una persona mayor a un cuarto piso sin ascensor, tan sólo para que pudiera ver las fiestas de su pueblo, a las que no iba desde hacía treinta años.
Pero las satisfacciones son muy grandes. Me acuerdo de aquel pequeño con autismo de quien conseguí que dejara de autolesionarse en sus salidas al parque, me costó mucho tiempo y papeleo que le volvieran a admitir en una piscina pública. Otros momentos son difíciles, como aquella tarde en que llegué tarde a mi cumpleaños el verano de 2008 por intervenir en una agresión de un hombre hacia su mujer e hijo, muchos miraban desde sus balcones y nadie hacia nada. En estas y en otras muchas ocasiones siempre reconforta ver la cara de los que reciben la ayuda y de sus familiares.
Aún paso noches de insomnio recordando lo sucedido. De hecho, la noche antes de esta entrevista, sólo he podido dormir una hora. Además, ha habido momentos duros después del hallazgo, hubo gente que no ha tomado en serio esta labor, que me dijeron que me traería problemas lo ocurrido por el papeleo y los juicios, e incluso ha habido quien ha hecho bromas de la situación. Lo voy superando, pero lo que tengo muy claro es que lo volvería hacer.