La explotación de las minas de Riotinto, que actualmente se limita a Cerro Colorado, podría extenderse próximamente a otros yacimientos, incluido los subterráneos, como Pozo Alfredo o San Antonio. Esa es una de las posibilidades que maneja la empresa propietaria del Proyecto Riotinto, Atalaya Mining, una vez que acometa la inversión de 80 millones de euros que recientemente aprobó su Consejo de Administración para incorporar equipamiento de última generación al proceso de producción de cobre.

“Trataremos más mineral con menos costes”, lo que “significa que podremos procesar mineral de menor ley y que yacimientos que están en nuestra concesión y que hoy no son rentables pueden llegar a serlo, incluso con minería subterránea, como por ejemplo las masas de Alfredo y San Antonio”, sostiene el consejero delegado de la empresa, Alberto Lavandeira.

De hecho, el principal objetivo de esta inversión es la mejora de la eficiencia del proceso de tratamiento de mineral, para lo que el proyecto contempla la instalación de nuevos equipos de mayor capacidad y menores requerimientos en términos de consumo energético, mantenimiento y costes. Entre ellos, destaca la construcción de una nueva sección de trituración, la instalación de un nuevo molino tipo SAG, que será de los más grandes de Europa, y nuevas celdas de flotación de gran capacidad, además de otras infraestructuras.

Para saber si finalmente se extiende la explotación a otros yacimientos habrá que esperar más de 18 meses, pues ese es el tiempo que, según los cálculos de la propia compañía, durarían las labores de instalación de los nuevos equipos, que aún están pendientes de la obtención de las autorizaciones pertinentes. Eso sí, durante ese periodo, Atalaya Mining espera “picos importantes” de contratación de personal.

Desde la empresa también aseguran que, una vez ejecutado el proyecto, la mayor capacidad de producción de cobre “significará sin duda un incremento de las necesidades de personal fijo”, aunque todavía no hay datos concretos sobre ello.