Afincado en Gijón desde el año 2002, este amante de su profesión trabaja en el Servicio de Quirófano del Hospital Vital Álvarez Buylla, de la localidad de Mieres
Esta semana, en ‘Mineros por el mundo’ nos trasladamos hasta Gijón (Asturias) para conocer a Andrés Ángel Pérez Ferrera, un minero de 49 años que nos cuenta su trayectoria y sus recuerdos de la Cuenca Minera.
Natural de Nerva, aunque nacido en el Hospital de Minas de Riotinto en el verano de 1.969, Andrés es el menor de tres hermanos. Su padre, llamado Pedro, era oficial de 1ª calderero y se encargaba, fundamentalmente, del mantenimiento y arreglo de las máquinas de vapor de la mina, mientras que su madre Virtudes, además del enorme esfuerzo que significa ser ama de casa, atendía un comercio de artículos de regalo y electrodomésticos heredado de sus abuelos.
Con su familia y con Nerva como escenario, su infancia transcurrió feliz y divertida en el pueblo, aunque los veranos los solía pasar en Palma de Mallorca con sus padrinos. Una etapa maravillosa, de la que recuerda que “entonces creció en mí una enorme pasión por la práctica por la pesca, la cual continua en la actualidad, inculcada por mi padre”.
Unos años de los que también guarda muy buenos recuerdos -y ahora amistad- con su profesor del colegio, Don Antonio. Y es que este nervense pertenece a la generación de españoles que fueron a la EGB, donde tuvo la suerte de hacer amigos de toda la vida, que aún conserva.
Tras el colegio, estudió BUP y COU en el IES Vázquez Díaz y, posteriormente, obtuvo el título de Técnico de Laboratorio de Análisis Clínicos “en la Profe, que es como se conoce o conocía de forma coloquial al Centro de Formación Profesional de Río Tinto. Durante este tiempo practiqué el baloncesto en el equipo C. B. Nerva, que llegamos a ser campeones de Huelva en varias ocasiones y pasamos de la Liga Provincial a Liga Regional en 1ª Andaluza «qué buenos recuerdos…», asegura.
Una vez finalizado el instituto, este nervense se marchó a Sevilla para hacer la Diplomatura de Enfermería en el Hospital Universitario Virgen de Macarena entre 1990 y 1993. Justo en julio de ese mismo año comenzó a desarrollar su profesión, para que, tras un largo periplo de contratos, preparó y aprobó una plaza dentro de la Oferta de Empleo Público del SAS en el año 2002.
De sus años universitarios recuerda cómo se fue a Sevilla, donde compartió piso “junto a unos amigos de Nerva, gracias al esfuerzo económico que hicieron mis padres. Esta etapa supuso un gran cambio en mi vida y una experiencia inolvidable. Era el ‘Erasmus’ de nuestra época y suponía salir de casa a la gran ciudad y sin la cobertura paterna ni materna, con todo lo que ello supone de responsabilidad en los estudios, aprender a desenvolverte domestica y económicamente, además de pasarlo de «p.m.».
En la actualidad, desde septiembre del año 2000, Andrés reside en Gijón (Asturias), donde su vida transcurre de forma normal, con su tiempo dedicado a la familia, el trabajo y todo lo que ofrece esa tierra para disfrutar de la vida.
En concreto, trabaja en el Servicio de Quirófano del Hospital Vital Álvarez Buylla, situado en la localidad de Mieres. “Mi profesión es «muy vocacional» y para mí ser enfermero es un privilegio. Me considero un afortunado por la labor que realizo. Trabajo en el Servicio de Quirófano, pero a lo largo de mi escasa vida profesional, sólo 25 años, he pasado por varios servicios. De todos ellos he aprendido y adquirido experiencia tanto en lo profesional como en lo personal”, nos explica.
Tanto es así que considera que “me encuentro en uno de los mejores momentos de mi vida laboral, haciendo y trabajando en el servicio que quiero y me gusta. No todo el mundo puede decir lo mismo. Aprendiendo todos los días algo nuevo y con ganas de afrontar la jornada, pese a la enorme responsabilidad que conlleva un servicio tan especial como es un quirófano, donde el paciente «se pone en nuestras manos» y a la presión asistencial del sistema. A pesar de ello, no le cierro la puerta a nada. A punto de cumplir los 50 años aún conservo, y espero que, por mucho tiempo, las ganas de aprender y probar cosas nuevas: UCI, Urgencias… En lo personal he formado una familia con una mujer maravillosa, motivo de mi traslado a esta tierra, con una hija a la cual adoro. Y, sobre planes de futuro la vida y el tiempo dirá. Mis principales sueños se están cumpliendo”.
Por todo ello, su balance de su experiencia en tierras asturianas es muy positiva, enriquecedora y satisfactoria al 100%, “con sus momentos duros y traumáticos, que los tiene y muchos, pero que, sin lugar a dudas, se compensan con la satisfacción de saber que has ayudado a la curación y recuperación a un paciente, así como al apoyo emocional que necesitan estos y su familia”.
A pesar de ello, Pérez Ferrera no se olvida de Huelva, puesto que “es un recuerdo que tengo muy presente y que llevo con mucho orgullo”. Para él, la Cuenca Minera “supone todo. Mis raíces, cultura, educación, recuerdos, una forma de ver y concebir la vida. El lugar donde siempre quiero volver”. Por ello, suele venir varias veces al año, como en Navidad, Semana Santa, en verano, en junio con motivo del cumpleaños de su madre y en algún puente en otoño.
En concreto, lo que más echa de menos es a su familia y amigos. “Para mí es lo que más me cuesta, no poder verlos todos los días. También la «luz» y el cielo azul. Asturias es una tierra preciosa, llena de contrastes, una postal en muchos sentidos, pero no posee esa luz del cielo andaluz. Y, naturalmente, esos contrastes de colores que tenemos en la Cuenca Minera, que son únicos, los pinares que nos rodean… Y sentarme plácidamente en un pantano a pescar”, nos dice.
Por todo ello, para despedirse, sus palabras en la entrevista se dirigen a “mi familia, que siempre la tengo presente. Y a mis amigos: «Tomamos una cervecita» ¡¡¡VIVA NERVA!!!