En las muestras de orina recogidas no se revelaron sustancias estupefacientes

La psiquiatras forenses que exploraron al acusado (M.J.N.B) como presunto autor de la muerte de otro varón (C.R.M) en Huelva, al que supuestamente decapitó y cuya cabeza paseó por la calle el 31 de octubre de 2020, tras lo que fue depositada en un contenedor de basura de la avenida Pío XII, han señalado que en el momento de su entrevista el mismo no presentaba síntomas propios de «una psicopatía que mermara su capacidad cognitiva».

Así lo han manifestado durante su declaración este martes en la segunda sesión del juicio que se celebra en la Audiencia de Huelva, en la que también han indicado que la primera de las pruebas se la practicaron el día 3 de noviembre y la segunda el 11 del mismo mes, así como han apuntado que recogieron análisis de orina pero que «pasados tantos días» no se registraba consumo de estupefacientes, al tiempo que han apuntado que en el momento de los hechos «podría haber consumido droga», por lo que «no descartan» la «influencia» de las mismas.

En este sentido, han expuesto que se encontraron con una persona que se encontraba «consciente, con una atención adecuada y atenta», aunque «parecía estar confuso en algunos aspectos» pero que su estado «es el normal dentro de su situación», toda vez que han reseñado que no presentaba «una ruptura de la realidad ni alteración de su voluntad», al tiempo que han indicado que se mostraba «arrepentido» pero que esas muestras «no iban en consonancia con su comportamiento».

En este punto, han esgrimido que notaron que presentaba «rasgos narcisistas» y que en su entrevista explicó que la motivación de sus actos fue por producirse «un atentado al honor de su familia».

Finalmente, han señalado que consideran que «no necesita internamiento psiquiátrico ni tratamiento» y han reiterado que «no pueden determinar» si había consumido drogas en el momento de los hechos ya que las pruebas se hicieron varios días después.

De otro lado, este martes también han declarado en calidad de peritos el forense que llevó a cabo el levantamiento de la cabeza y el cadáver del fallecido y los que practicaron la autopsia, señalando estos últimos que sus conclusiones son que se trató de una «muerte violenta» por «traumatismo craneoencefálico severo» y que la cabeza presentaba cinco lesiones, dos de ellas estos traumatismos –uno por delante del cráneo y otro por detrás, siendo este último el más «complejo»–.

A este respecto, ha detallado que se produjeron «de forma simultánea» y que son «compatibles» con «un mínimo de dos golpes» realizados «por detrás del fallecido» y que para conseguirlos «hay que aplicar mucha fuerza».

Asimismo, han indicado que el cuerpo presentaba heridas y hematomas también en brazos y manos, así como que se analizó si las uñas contenían restos biológicos de otra persona, siendo negativo el resultado, por lo que consideran que esto es una señal de que «no existiera mecanismo de defensa» por pare de la víctima, toda vez que han señalado que la muerte se dató a las 8 de la mañana del día 30.

Con respecto al cuchillo que fue presuntamente usado para su decapitación, han dicho que el que se presenta como prueba es «compatible» con esta decapitación, al tiempo que han apuntado que quien seccionó la cabeza «sabía lo que estaba haciendo» comparándolo con el trabajo que pueda realizar «un carnicero, porque sabe cortar» y que se realizó en «tres o cuatro cortes».

Por otro lado, han apuntado que el fallecido había consumido metadona que «podría ser compatible» con la dosis que tomaba tras su rehabilitación, además de derivados de cocaína.

Por su parte, el forense que realizó el levantamiento del cuerpo seccionado ha señalado que en la inspección ocular observó que la dirección de la sangre que se encontraba proyectada en el techo era compatible con la hipótesis de que los golpes se hubieran realizado «por detrás» y cerca del frigorífico de la cocina.

POLICÍA CIENTÍFICA

De otro lado, los agentes de la Policía Científica de la Policía Nacional de Huelva que realizaron la inspección ocular de la zona, así como la de los pisos del fallecido y el acusado han señalado que se hicieron dos en la vivienda, ya que necesitaron un reactivo para comprobar si se habían limpiado restos de sangre, que hallaron en el baño.

Asimismo, han explicado que en la casa encontraron una colilla con restos de ADN que pertenecían al acusado y también en una botella de agua que estaba preparada como pipa para fumar droga, en la que además hallaron restos biológicos de la víctima. También encontraron una huella de M.J.N.B en un vaso de agua y mandaron el resto de huellas (cuatro más) y pruebas a analizar al laboratorio de esta brigada de la Policía Nacional en Sevilla y que la cadena de custodia se cumplió ya que fue el propio agente encargado de la investigación el que las entregó.

En cuanto a la hipótesis de la muerte, han explicado que hallaron en la cocina un atillo con varios elementos preparados como el cuchillo cebollero de «20 centímetros» que presuntamente se usó para seccionar la cabeza y una pieza de calentador de gas con «aristas» que consideran que es lo que se utilizó para acabar con la vida del hombre ya que «estaba manchado de sangre».

Ante esto y con en base a la inspección ocular de la escena, los agentes trabajaron con la hipótesis de que el fallecimiento «se produjo en el centro de la cocina» y que C.R.M recibió «más de un golpe» mientras «se encontraba agachada», al considerar que las heridas que presentaba la víctima «eran compatibles» con esta hipótesis, al tiempo que cree que la lámpara de la cocina «resultó fracturada del golpe al levantar la pieza del calentador» por lo que «arrastró el cuerpo» hasta otra estancia de la casa «al carecer de luz en la cocina».

«LE AMENAZÓ CON CORTARLE LA CABEZA»

Este martes también han declarado otras dos personas como testigos. En concreto, uno de estos testigos es el joven que persiguió al acusado tras verlo con la cabeza y que ha manifestado que desde aquel día está «bajo tratamiento psicológico» y que ha perdido «40 kilos».

Así, este testigo ha indicado que el acusado, tras ser visto en la plaza Houston, se marchó y «se escondió en su casa» hasta la que fue perseguido por esta persona que observó como «después salía corriendo» y fue «a por la cabeza» para finalmente «dejarla entre dos contenedores en Pío XII.

De la misma manera, ha declarado que el fallecido era «toxicómano» pero que «no se metía con nadie ni hacía daño a nadie» y que era «buena gente», apuntando que «había gente que iba a fumar a su casa» porque «le abría la puerta a casi todo el mundo», al tiempo que ha explicado que «ayudaba a los chavales a arreglar sus motos o sus bicis porque siempre tenía muchas herramientas y le gustaba la mecánica» y «le pagaban algo por ello».

De otro lado, el otro testigo es una de las personas que el acusado aseveró que se encontraba en la casa el día de los hechos y que presenció su presunta disputa con el fallecido, quien ha manifestado que este extremo no es cierto y que ‘el mexicano’ llegó a amenazar a la víctima con «cortarles la cabeza». Este ha señalado que estuvo allí «dos minutos» y se fue al ver que estaba con el acusado por lo que «no vio» ni la presunta pelea «ni vídeos ni fotos sexuales». Asimismo, ha indicado que veía a C.R.M «casi todos los días» porque «trabajaba al lado» y al salir del trabajo «iba a fumar con él».

Por ello, el día de los hechos volvió a pasar «sobre las ocho de la tarde» y se «extrañó» de que la luz estuviera apagada y «su moto aparcada», por lo que volvió al día siguiente «y tampoco abrió la puerta». A este respecto, ha añadido que cuando el día 31 comenzó a escuchar hablar de una cabeza volvió a ir a su casa y al ver que no le abría de nuevo llamó a casa de su vecina para pedirle que llamara a la familia porque «llevaba esos días sin verlo y ya estaba extrañado».