Tener movilidad reducida y residir en la urbanización de Inverluz de Huelva es incompatible con vivir de manera independiente

Tener movilidad reducida y residir en la urbanización Inverluz de Huelva es incompatible, en pleno siglo XXI, con vivir de manera independiente, una situación que desde hace seis meses está padeciendo una vecina de esta zona de la capital, situada entre el Barrio Obrero y Marismas del Polvorín.

La protagonista de esta historia necesita silla de ruedas para desplazarse, lo que le impide acceder sola al interior de su urbanización, al no poder sortear el bordillo de la calle, por lo que siempre requiere de la ayuda de alguien para superar esta barrera arquitectónica y entrar en su domicilio.

La lucha de esta onubense para poner fin a esta situación comenzó el pasado mes de junio, cuando se puso en contacto por primera vez con el Ayuntamiento de Huelva para reivindicar la construcción de una rampa de acceso desde la calle Mazagón hasta su calle, la Lope de Vega, sin que de momento se haya dado cumplimiento a su demanda. 

Primero contactó con la delegación de Urbanismo, desde donde la derivaron a la de Infraestructuras, y desde entonces «no hago más que reclamar y no me ayudan», lamenta la afectada, que se ha puesto en contacto con TINTO NOTICIAS para dar a conocer su situación.

Mientras tanto, esta vecina de Inverluz tiene conocimiento, a través de la mancomunidad de su urbanización, que técnicos municipales han estado en la zona para estudiar una solución a este problema, ya que la propia mancomunidad también realizó una reivindicación similar con el objetivo de que se facilite el acceso de los servicios de emergencia, explica esta onubense.

No obstante, «cansada de que no me contesten, la semana pasada vuelvo a contactar con Infraestructuras, donde me dicen que ya se ha hecho un estudio para solventar este problema y que las obras se realizarán posiblemente a principios del próximo año, pero tampoco me lo aseguran», lamenta esta onubense.

«Me siento totalmente impotente. Desde junio no hago más que reclamar y no me ayudan», critica esta vecina de Inverluz, quien desde entonces «no puedo ir sola a casa. Siempre tiene que venir una persona conmigo», explica.