Solamente como insólita, irresponsable y temeraria podemos calificar la reciente decisión de nuestras autoridades sanitarias al dejar desierto el concurso para cubrir el puesto de director gerente en el Hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva.

Insólita porque no conocemos ningún caso en el SAS donde un hospital haya estado sin gerente durante seis meses, los transcurridos desde la dimisión del anterior.

Irresponsable porque creemos que la situación actual de un hospital que hace aguas por todos lados (tenemos los peores indicadores de todos los hospitales andaluces) necesita de manera inmediata la figura de un líder que aglutine las diversas líneas enfrentadas en la actualidad y que consiga formar un equipo donde todos remen en la misma dirección y asuman objetivos comunes.

Y temeraria porque se avecinan retos importantes para este hospital, como la eventual construcción del Materno Infantil, por ejemplo, que necesitan grandes dosis de trabajo por parte de todos. La ausencia de una cabeza visible, nos tememos, puede dilatar, aún más, la que se considera como la infraestructura imprescindible para que nuestra sanidad salga de la parálisis que sufre.

Además, la falta de un liderazgo claro y de unas líneas de actuación bien definidas no van a hacer más que ahondar en la desafección de los profesionales, que seguirán encontrando a este hospital poco atractivo para desarrollar su carrera profesional, aumentando asimismo la lacra que padecemos de «fuga» de profesionales.

Todo parece señalar que los motivos para esta resolución no han sido técnicos, sino motivados por luchas de poder, vetos personales y pugnas de partido. Por tanto, rogamos a nuestras autoridades que nos indiquen (no olvidemos que ha sido una convocatoria pública), cual es el perfil que están buscando.

Porque se nos ocurren pocos perfiles más adecuados que el de una persona que es onubense, que se ha formado en este hospital, al que ahora conoce como la palma de su mano y, sobre todo, tiene la capacidad, la actitud y la formación necesarias. Solo hay que recordar que en estos últimos meses ha venido desempeñando el cargo en funciones, a pesar de tener que bregar con elementos incompetentes, cuando no hostiles, en el entorno de la gestión hospitalaria. Nos consta que se ha dejado la piel y, por ejemplo, se le puede atribuir la salvación de la Unidad de Ictus en el último segundo, mientras la consejera de Salud vendía en el Parlamento Andaluz las “bondades” del Teleictus. Asimismo, podemos afirmar que cuenta con el apoyo unánime de la mayoría de los servicios del HJRJ.

En resumen, creemos que, en el momento actual, lo que menos necesita nuestra sanidad es un ejemplo tan flagrante de politización sanitaria. Rogamos dejen la política para otros escenarios y permitan que sea el mejor proyecto técnico el que intente aunar esfuerzos y salvar esta nave del naufragio.

Por Diego Mora, presidente de Onusap