Rafa Pinto inauguró el pasado mes de enero la exposición ‘The Dolittle People’, a la que fui invitada.
El cuadro que aparece en la invitación y que ilustra este artículo lo pintó ex profeso para el Festival ‘Grito de mujer’ que íbamos a celebrar en Riotinto el 14 de marzo de 2020, cuyo lema era ‘las niñas huérfanas por violencia de género’.
Se brindó a transportar el cuadro y a asistir al acto, sin conocerme de nada, lo cual dice mucho de él como ser humano.
Como pueden imaginar nada pudo llevarse a cabo. Ni siquiera nos pudimos conocer personalmente.
Ante la imposibilidad de corresponder a su invitación, he querido hacerle un pequeño regalo manifestando mi opinión y mi punto de vista sobre su obra:
Revolver el mundo,
romper espejos,
los cimientos son el cielo,
la madre ahora yace muerta y el niño se convierte en la Piedad acunando un cuerpo muerto, muerto antes de que muriera.
El cristal presenta una realidad caótica cuyo orden es la herida que provoca todo lo que conmueve a un genio, todo es el esperpento en que nos hemos convertido como sociedad. Por ello las figuras están distorsionadas, la concavidad del hueco, del vacío, de la existencia en el callejón del gato, la extrema necesidad de zarandear las conciencias dormidas.
Sin duda, la genialidad de Rafa no tiene parangón. Su perspectiva es la visión de un artista que grita lo que calla el mundo.
En definitiva, tu mirada ante la realidad cambiará ante el mundo arrebatador que presenta en sus cuadros.
Por Rosario Santana, poetisa