En estos días los periódicos y las tertulias repiten sin cesar que se han quedado 200 plazas de Medicina de Familia sin cubrir en el MIR. Lo que nos faltaba. Todo el mundo es ya consciente de que tenemos un “problema de médicos” en España, y en un país en el que cualquiera tiene derecho a opinar y cree tener la solución a todos los males, se escuchan propuestas de lo más variopintas: aumentar las Facultades de Medicina, quitar los números clausus, aumentar las plazas MIR, equiparar los sueldos entre autonomías, estabilizar a los profesionales, traer médicos extranjeros…
La realidad es que todas son válidas, pero ninguna refleja la situación real de la Atención Primaria. Tenemos un problema de médicos, sí, y concretamente de Médicos de Familia: sólo en Huelva en los próximos 5 años se jubilarán cerca de un 30% de médicos especialistas de Atención Primaria, y la ratio de reemplazo más optimista es de un nuevo MIR que fije su residencia en nuestra provincia por cada tres jubilados. Las cuentas no salen. Pero aun así, lo peor está aún por llegar, ya que el problema principal es que los nuevos Médicos de Familia prefieren no trabajar en los cupos de los Centros de Salud. Tienen otras opciones más atractivas: trabajar en urgencias hospitalarias o extrahospitalarias, trabajar como dispositivos de apoyo en los Centros sin asignarse a un cupo o, simplemente irse a puestos de gestión, a la medicina privada o al extranjero. Éste es el principal problema de organización que actualmente tenemos los gestores de Atención Primaria, y que va a sufrir directamente en los próximos años la población. La falta de Médicos de Familia que quieran trabajar como referentes de cupos de 1500 1800 pacientes, principalmente en las zonas rurales, pero ya también en las capitales.
Dicen que falta vocación, pero es difícil pedirle a un médico joven que ha hecho 6 años de carrera y 4 de especialidad, y que ha superado como mínimo tres oposiciones para conseguir su plaza (número alto de selectividad, oposición MIR y oposición en la Seguridad Social), que se ancle por vocación el resto de su vida a un puesto de trabajo en el que va a dedicarse casi al 100% a atender pacientes cada 5 minutos. Y en el que paralelamente, va a tener escasas posibilidades de desarrollar otras facetas imprescindibles como son la investigación, la docencia y la formación, que en cambio sí llevan a cabo las especialidades médicas hospitalarias. Sin apenas desarrollo, ni reconocimiento profesional, y con mínimas expectativas de incremento retributivo en los próximos años, no se nos pide vocación para trabajar en un cupo de pacientes, sino capacidad de sacrificio hasta la autoinmolación en este entorno globalizado actual.
Conseguir Médicos de Familia que quieran trabajar asignados a cupos de pacientes, es la clave de la supervivencia de la Atención Primaria tal y como hasta ahora la conocemos. Ésta relación continuada a lo largo del tiempo entre el paciente y su Médico de Familia es lo que entendemos como longitudinalidad, y se caracteriza por establecer un pacto de compromiso, confianza, conocimiento y reconocimiento mutuo entre médico y paciente, que son las propiedades definitorias de la Atención Primaria. Lograr este objetivo es literalmente una cuestión de vida o muerte, ya que está demostrado que conservar la longitudinalidad aumenta la esperanza de vida, y perderla aumenta la mortalidad. La longitudinalidad también disminuye el uso de recursos sanitarios innecesarios y aumenta la satisfacción del usuario, así como la seguridad y humanización de la asistencia sanitaria. Los Médicos de Familia somos especialistas en personas, no en enfermedades. La administración y la población han primado en cambio otras características de la Atención Primaria como son la accesibilidad asistencial, por desgracia confundida con inmediatez y demora cero, y la resolución de demandas incluso banales, invirtiendo en exploraciones complementarias para alimentar la insaciable fascinación tecnológica de la ciudadanía.
La solución pasa por hacer más atractiva profesionalmente la adscripción a los cupos médicos de Atención Primaria. Necesitamos propuestas imaginativas de carácter político y económico, que permitan al profesional que decida trabajar prolongadamente en un cupo, mejorar su retribución y disminuir su carga fiscal, facilitar su estabilidad laboral futura, y reducir sus tareas asistenciales. De esta manera se podrá acceder a tiempo que, a su vez, permitirá mejorar las expectativas profesionales, actualizando su formación y acreditación, habilitándole a tutorizar residentes y a intervenir en proyectos de investigación, y por supuesto, a mejorar su capacidad resolutiva con acceso a pruebas diagnósticas y a una fácil coordinación con otros especialistas. Sólo así conseguiremos que más médicos quieran trabajar en la Atención Primaria que queremos y necesitamos.
Antonio Ortega Carpio
Médico de Familia
Gerente del Distrito Huelva-Costa Condado-Campiña
16/07/2022