Los miembros de la Columna Minera de Riotinto que fueron fusilados en Sevilla a finales de agosto de 1936 comienzan a salir a la luz gracias a los trabajos de exhumación de la fosa común de Pico Reja de la capital hispalense, que se iniciaron el pasado 19 de enero.
Esa es una de las conclusiones que puede extraerse del último informe de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, adjudicataria de los citados trabajos de exhumación, en el que se cita textualmente a estos mineros: «No puede descartarse la presencia de sujetos asesinados por consejos de guerra, más allá del grupo de los mineros fusilados en los últimos días de agosto de 1936», se indica, tal y como informa el diario.es a través de esta información.
Según las primeras conclusiones, ya han sido localizados un total de 502 sujetos, de los que 412 han sido exhumados y 84 presentan posibles evidencias de haber sido represaliados, tal y como se indica en el informe sobre la exhumación de Pico Reja, donde se estima que yacerían más de mil de los 4.500 represaliados por el franquismo que fueron depositados en el cementerio de San Fernando de Sevilla.
La fosa común de Pico Reja es considerada la mayor fosa del franquismo de Sevilla y es la primera que se exhuma en la capital hispalense. Además, se trata de la exhumación de mayor envergadura que se afronta en España.
La Columna Minera, cuya historia se aborda en la novela del escritor y periodista Rafael Adamuz ‘La memoria varada’ (Pábilo Editorial), partió desde la Cuenca Minera de Riotinto en dirección a Sevilla el 19 de julio de 1936 para combatir el golpe militar, pero este grupo de personas, compuesto en su mayoría por jóvenes mineros y campesinos que fueron reclutados por los políticos republicanos que lideraron la marcha, planeada desde Madrid, no alcanzó la capital hispalense.
A las puertas de la ciudad, en la barriada de La Pañoleta (Camas), los mismos guardias civiles que tenían órdenes de acompañarles les tendieron una sangrienta emboscada. El resultado: más de una decena de muertos y setenta detenidos encerrados en el Cabo Carvoeiro, la prisión improvisada en un barco de cabotaje atracado en el Guadalquivir.
En sus estrechas bodegas, en pleno verano, permanecieron en condiciones inhumanas y fueron sometidos al fin a un macrojuicio que fue, con toda probabilidad, el mayor Consejo de Guerra celebrado en los albores de la Guerra Civil en España.