El fundador de la Asociación Paz y Bien y Fundación Tutelar TAU realiza su labor pastoral en Guatemala desde 1969
Texto y Fotografías: Rocío Maestre
Detrás de la labor de la Asociación Paz y Bien y la Fundación Tutelar TAU, dos entidades solidarias con un fuerte arraigo en Huelva, hay una persona echa a sí misma y cuya empatía y bondad han traspasado fronteras y ha llevado una encomiable labor pastoral y de ayuda a los más necesitados hasta Guatemala, lugar que visita anualmente y en el que se siente su presencia benefactora: «Se tienen menos necesidades cuanto más se sienten las ajenas», se lee en el cartel que cuelga frente al escritorio de Fray Rafael Pozo, fundador de Paz y Bien.
Debajo de la cita de Doris Lessing, la imagen de una mujer muy mayor, de etnia chortí, que come lentejas de un plato de plástico. La foto fue tomada en el centro de promoción social Tuncushá, en el municipio de Quezaltepeque, perteneciente al departamento de Chiquimula, en Guatemala. Un pequeño milagro socio-sanitario en mitad de una de las zonas más pobres del mundo, el Corredor Seco; una franja de clima hostil que recorre, como una cicatriz, el oriente del país centroamericano. Allí se alternan las lluvias torrenciales con largas sequías, haciendo imposible una previsión de cosechas, con sus consecuentes hambrunas.
Fray Rafael Pozo recorrió aquellas tierras en 1969. En aquel año, su sueño por construir un mundo más justo se materializó en un viaje que cambió su vida. En Guatemala, tras ser ordenado capuchino, dio inicio su actividad pastoral. A lomos de una mula y con un megáfono comenzó su aportación a la labor de reconstrucción social de un país necesitado, ahogado en su propia carestía. Con los pies enrojecidos por el camino, sin largas homilías, comenzó su transformación pausada. Puso en marcha actividades que supusieran la mejora anímica y cultural de los vecinos: instalaciones sociales, consultorios, arreglo de caminos, escuelas radiofónicas o escuelas de promoción del campesinado.
Fray Rafael Pozo había nacido en 1941 en el calor de un hogar sencillo y llano en la aldea de El Palomar de Puente Genil, en Córdoba. «Desde muy pequeño quise seguir la estela de San Francisco de Asís», responde a este periódico. La de la modestia y la cercanía con las personas más necesitadas. Sin boato, con palabras sencillas y un lema que le ha acompañado toda la vida: «Hechos, no palabras».
De vuelta a España, Rafael Pozo impulsó la Asociación Paz y Bien y la Fundación Tutelar Tau, puntales andaluces en el apoyo a personas con discapacidad intelectual o del desarrollo, pero nunca olvidó Guatemala. Por eso en 2007 cumplió uno de sus sueños más ansiados: abrir una sede de Paz y Bien en Quezaltepeque. En la actualidad hay 47 profesionales trabajando en el Centro de Promoción Social Tuncushá. 28.064 beneficiarios del Consultorio Médico, 59.482 del Comedor Social, 17.254 del Programa de Alimentos… Números desorbitados para un proyecto con catorce años de vida.
Preguntado por una foto con la Reina Sofía, que visitó su sede en Guatemala: «Le habían llegado comentarios de nuestra labor allí, y quiso conocernos. ‘Se puede comer en el suelo’, nos dijo, por la limpieza y pulcritud de nuestro centro. Almorzamos tamales con los profesionales y usuarios de nuestra residencia. Fue un día inolvidable», recuerda.
Actualmente, la Asociación Paz y Bien cuenta con dos sedes en la provincia de Huelva (Cortegana y Galaroza) y gestiona un hotel rural 100% inclusivo para mejorar la estancia de las personas con discapacidad. El Hotel Sierra Luz ha sido ejemplo y referente de los hoteles inclusivos de Andalucía acaparando varios premios por su labor pensando en las necesidades de los discapacitados.