Paco Mir monta una adaptación reducida que permite entender mejor la historia
La 37 edición del Festival de Teatro y Danza Castillo de Niebla encamina su recta final con la puesta en escena este sábado de ‘El perro del hortelano’, la comedia de Lope de Vega, en una novedosa versión de Paco Mir, que ha creado una gran expectación entre el público del certamen.
La diputada de Cultura, Bella Canales, que ha presentado el montaje junto al actor, director y productor, ha subrayado el esfuerzo que viene realizando la Diputación “para que cada vez más propuestas escénicas en el festival permitan la accesibilidad a personas con discapacidades físicas y sensoriales”. En este sentido, ‘El perro del hortelano’ contará con pantallas de subtitulado, sistemas de bucle magnético y amplificación de sonido para las personas con discapacidad auditiva, y audiodescripción para las personas con discapacidad visual. Estos mismos recursos se utilizaron en el espectáculo que inauguró el festival ‘Tartufo’, de Molière.
Canales ha destacado la respuesta de los aficionados al teatro y a la danza “que, como en la próxima función con el cartel de no hay entradas, están acudiendo masivamente al patio de los Guzmán, afianzando el Festival de Niebla como uno de los referentes estivales de las artes escénicas españolas”.
El director responsable de la adaptación, Paco Mir, ha asegurado que “es una alegría llegar a un Festival en el que ya no ha entradas”. Según ha explicado, los dos actores y dos actrices -una de ella la onubense Amparo Marín- que integran el montaje dan vida a los 16 personajes de ‘El perro del Hortelano’ en una función “metateatral”. Mir concibió una idea de espectáculo que se podía adaptar a cualquier tipo de obra: “dos técnicos que llegan a un teatro diciendo que el resto de las treinta personas que integran la compañía están camino de Lugo, pero que ellos se encargarán de hacer el espectáculo pase lo que pase, porque han encontrado dos actrices locales, les han dejado un vestuario, y con lo que encuentran por el teatro montan el espectáculo”.
El director buscó textos clásicos para participar en el Festival de Almagro “y el que se adaptaba mejor a cuatro personajes era El Perro del Hortelano, que además es muy divertida”. La propuesta hace una reducción del texto original, gracias al recurso del metateatro y a los dos técnicos que tienen que ir explicando la obra, allá donde no llega, explicando lo que falta, “de forma parecida a lo que hizo Pilar Miró en la adaptación de El Perro del Hortelano para el cine”. Ello permite que la historia se entienda mucho mejor, ya que la original es más enrevesada y complicada con la abundancia de diálogos.
Según el director, “hemos conseguido que la gente se ría con la parte de Paco Mir, pero que también se ría con la parte de Lope de Vega, que a veces cuesta: eso quiere decir que la gente sigue el texto y se ríe a carcajadas”
Mir ha afirmado que los cuatro actores son “excepcionales”, y que “no son conocidos, que es lo que prevalece ahora en el mundo del espectáculo, que hay que traer a famosos de la tele; ellos poseen una larga carrera en el teatro clásico y en teatro cómico”.
La escenografía es un espacio casi vacío. Una alfombra colgando del telar, otra limitando el espacio de actuación y algún mueble manejable “es todo lo que nos hace falta para recrear todos los salones palaciegos, jardines e iglesias que se describen a lo largo de la obra”. Un espacio vacío que rinde homenaje a la manera de hacer del Siglo de Oro y que se justifica en la dramaturgia con la que se ha envuelto este Perro del hortelano.
Como adaptación, elige el género del Teatro dentro del Teatro ya representa la obra de Lope y, al mismo tiempo, una sátira amable sobre el mundo de las compañías en gira. Una función que no pierde la comicidad del original y que, gracias a la trama secundaría, explica con toda claridad los enredos de Diana y Teodoro.
Con una puesta en escena dinámica, el texto original pide acción desde la primera escena y la trama secundaria aún facilitará más las entradas y salidas propias de una comedia de enredo. La dirección de Paco Mir añade un estilo que siempre busca maximizar el movimiento escénico, convertiendo el espacio aparentemente vacío, en un transitar infinito. “Intentar conseguir la simplicidad, que parezca que todo fluye con facilidad sólo se consigue combinando el trabajo actoral con un complejo diseño de luces y sonido que, sin ser evidente, llegue directamente al alma del espectador”.