El polifacético escritor onubense Bernardo Romero aborda en una entrevista diversos aspectos de su vida y de Huelva como el turismo, el Recreativo o su paso por la política durante los últimos años del franquismo, al tiempo que nos adelanta algunas pinceladas de su próxima novela
Alguna vez se le ha definido como hombre del Renacimiento y la idea que tenemos de ese término no está muy alejada de lo que conocemos de Bernardo Romero. Escritor, dibujante, diseñador gráfico, periodista, hostelero en tiempos de rocanrol y movidas que orilleaban el lado oscuro o profesor de Historia en las últimas dos décadas.
Menos conocidas pueden ser otras facetas suyas, como la de experto en turismo, labor que desarrolló lejos de las tierras que habita, aunque su Guía del Viajero por la Provincia de Huelva llegara a marcar un hito en el desarrollo turístico onubense o al menos propició que se dieran a conocer aspectos poco conocidos de la provincia.
También su relación con el cine o con el mundo de la política se fueron quedando atrás en el extenso currículo del autor de Huelva en su salsa o La cocina de Huelva, otra de sus pasiones, la que le llevó a ser con 30 años recién cumplidos el miembro más joven que haya ingresado en la Academia Andaluza de la Gastronomía y el Vino.
De todo ello hablamos con él en La Bohemia, un gran restaurante de Huelva y uno de los pocos lugares en el que se le puede encontrar. Sale poco, o eso dice, pero desde luego elige bien, no solo por los deliciosos manjares que cocina el gran chef de este establecimiento, Diego García Cassini, sino también por cómo nos atendió y dispuso todo para que pudiéramos tener esta conversación, de la que sale la primera de una serie de entrevistas a grandes personajes de Huelva que hoy iniciamos en Tinto Noticias.
– Pregunta: Está usted encerrado, apenas se deja ver.
– Respuesta: Sí, siempre he tenido más miedo que vergüenza. Pero de la pandemia esta no vamos a hablar, que me agobio (pasa a nuestro lado un señor con sombrero y camisa floreada, le grita, se acerca a la mesa alta en la que estamos, se abrazan, se desmascarillan y se besan). Un colega, de cuándo éramos jipis.
– P: Pues no se ve que le tenga usted mucho miedo al virus que digamos. Además, en tiempos complicados estuvo metido en política.
– R: Bueno, en realidad eran ya tiempos de la dictablanda, de la última, no la de Berenguer, pero parecida. El último franquismo fue fácil de driblar y propició que nos pudiéramos organizar en partidos, fundamentalmente de izquierdas, donde se pudo trabajar por la libertad y la democracia. Los del Régimen eran pocos y los pudimos rodear sin problemas. Los tiempos duros, la terrible represión, la muerte y el exilio, no los conocí, toda esa barbarie fue desapareciendo a medida que España intentaba integrarse en su contexto natural, el de los sistemas liberales democráticos. Los setenta fueron otra cosa y tampoco tiene tanto mérito. Incluso quedabas bien en tu entorno. Te veían como una especie de héroe, y ya si te trincaban los de la Brigada Político Social, pues para qué te voy a contar. Fueron tiempos intensos y divertidos. No me quejo, sino todo lo contrario, pero en todo caso contra Franco no se vivía mejor. El cambio de este país desde que llegó la democracia ha sido radical, de una España gris y pobretona hemos pasado a una España en color con unos indicadores de calidad de vida y bienestar social que, pese a quien pese, han mejorado una barbaridad.
– P: Pero en aquellos tiempos, que califica de dictablanda, a usted lo trincaron.
– R: En la mismísima calle Concepción, con una mochila hasta las trancas de propaganda subversiva. Panfletos pidiendo amnistía y libertad creo recordar. No me pusieron una mano encima. Incluso me trataron con respeto. Uno de los policías que me escoltaban en la lechera (vehículo policial para el traslado de detenidos) me dijo que no me preocupara, que con el tiempo los de la o íbamos a ganar. Los de la o éramos, en sus escasos conocimientos de teoría política, los del PSOE. Por lo de la o de obrero, de la que parece que ya le va quedando poco. La vida, que te da sorpresas.
– P: Pues no se le ve muy escarmentado de su paso por la política.
– R: En absoluto, incluso he vuelto a tropezar en la misma piedra. Y queriendo además.
– P: Mesa de la Ría.
– R: En efecto, pero sobre eso preferiría ni hablar siquiera, no merece la pena. Un desastre.
– P: También ha sido usted empresario del ramo de la hostelería. Cuénteme cómo pasó.
– R: (El escritor se echa para atrás hasta casi caer del taburete en el que está sentado. Ríe a mandíbula abierta. Se nota que le hemos llevado a tiempos mejores o al menos más divertidos). Lo de los chiringuitos en la playa abiertos hasta el amanecer, los pubs y el rocanrol fue genial. Menos mal que tenía la cabeza peor que ahora, en caso contrario, con el dineral que ganaba entonces, si no me lo llego a gastar en una fiesta sin fin, habría acabado formando parte del sector empresarial, y eso es muy sacrificado. Yo he venido al mundo para disfrutar y para observar detenidamente cómo el mundo no para de dar vueltas. Es entretenido. Ocnos, encerrado en el Hades, no paraba de trenzar juncos para hacer cuerdas que su burra se comía sin remedio. Otros que se entretenían con poca cosa, el uno con el trenzado y la otra sin parar de comer. Intento imitarlos a ambos, al fin y al cabo somos grecolatinos, es nuestra cultura y nuestro momento. Date cuenta de que tras varios millones de años en la Tierra, el Homo más o menos sapiens vio en la aurora de dorados dedos el surgir de la civilización hace poco más de un par de milenios. Ayer como el que dice.
(Intentamos que nos cuente lo de la movida en los años setenta y primeros ochenta, antes de que «una luz», según él, le iluminara para conducirlo a las aulas universitarias. Pero eso pertenece al ámbito privado y por lo tanto «tendría que cobrar por realizar declaraciones», nos asegura la mar de serio. Del viaje a tierras sevillanas regresó con una licenciatura en Geografía gracias a la cual pudo profundizar en dos parcelas que le interesaron sobremanera: la meteorología y el turismo. Sobre este tema giraría buena parte de la conversación.
– P: ¿Qué razón hay para que Huelva sea la provincia litoral con un menor desarrollo turístico de toda España?
– R: Nunca hubo el menor interés en promocionar la provincia de Huelva, tal como se entiende por promoción, es decir, crear las condiciones óptimas para que el sector se hubiera podido desarrollar. Aquí se empezó la casa por el tejado. Llevan décadas tirando el dinero en una promoción absurda e institucional, tipo Fitur o Berlín, pero olvidaron o no cayeron en la cuenta de que es menester crear infraestructuras y por lo tanto el turismo de masas no se pudo desarrollar, aunque habría que añadir que afortunadamente.
– P: Ni el de masas ni el más elitista.
– R: Ese mucho menos. Esto es tierra olvidada, arrinconada. Le voy a poner un ejemplo: enlazar con la Vía de la Plata desde la nacional 435 estuvo en los programas electorales de las elecciones del 79. Han pasado más de cuarenta años y ahí está, nuevamente parada. Es como si estuvieran obsesionados en joder a Huelva. Mientras tengamos profesionales de la política que solo se ocupan de sí mismos, esto no avanza. Hacen falta políticos preparados y sin ataduras al sillón, con compromiso por mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.
– P: ¿Tiene la marca Huelva posibilidades aún?
– R: No creo. El turismo de cercanías, lo que siempre se ha llamado veraneo, lo ocupa casi todo. Estamos muy atrás y además han surgido en los últimos años destinos mucho más competitivos. La costa adriática o el litoral sur del Mediterráneo, por poner un par de ejemplos cercanos. Si nos vamos a Asia o a América Central encontramos auténticas bicocas y al final todos los hoteles en el mundo están a un mismo vuelo de avión, tienen la misma pulserita, el mismo cuarto de baño y la misma recepción. El turismo de masas no busca calidad, sino precios bajos. Otra cosa sería haber procurado buscar a un tipo de turista como ese al que usted aludía, con mayor poder adquisitivo, que son los menos pero gastan mucho más y resultan más rentables al fin y al cabo. Pero eso nunca ha estado en el horizonte de los responsables políticos, más empeñados en el ladrillo cerca del mar que en desarrollar el sector como es debido, con infraestructuras.
– P: ¿Siempre los políticos tienen la culpa de todo?
– R.- Por supuesto, pero no son los únicos. Hay empresarios muy bestias que solo entienden de números. Hacen un tándem terrible entre unos y otros.
– P: Hablando de partidos, usted siempre fue muy recreativista.
– R.- Sí, y sigo siendo socio, abonado y accionista, pero no voy al estadio desde hace tres o cuatro temporadas. Es bastante desolador que un club de fútbol señero en España se haya convertido en un triste instrumento en manos de la clase política. Esta sociedad anónima desde luego no es el Real Club Recreativo de Huelva, ni tan siquiera es un club. Es eso, una sociedad anónima y, para más inri, municipal, es decir en manos de los intereses partidistas. Un desastre. Pero esto, como todo en la vida, incluida la muerte, tiene solución. El Real Club Recreativo de Huelva, el auténtico club, que tiene su sede detrás del Palacio de Justicia, debería recuperar su sección de fútbol aunque haya que militar en categorías provinciales. Que más o menos es donde vamos a acabar pero con la rémora de una deuda absurda de no se sabe bien cuántos millones de euros.
(El escritor vuelve a saludar a un grupo que al paso le grita algo así como «ole ahí el Agatacristi de Huelva». Se vuelve a levantar, se quita la mascarilla y todo son besos y abrazos. Los recién llegados parece que quieren seguir con la entrevista porque le preguntan por su próxima novela. Al regresar le hacemos la misma pregunta).
– P: ¿Qué proyectos tiene ahora en mente?
– R: El mismo de siempre, vivir y dejar vivir. Pero si se refiere a los aspectos literarios, ninguno.
– P: ¿A qué dedica entonces el tiempo libre?
– R: La lectura, el jardín, pintar garabatos y beber vino con mi editor. Solemos quedar para preparar la presentación de una novela que lleva ya un par de años esperando en la imprenta. Igual hasta hay que cambiar el formato del disco, o ya para cuando la publiquemos habrá sistemas informáticos nuevos no compatibles con el que se envió. Pero no logramos llegar a nada claro, la culpa la tiene el Chachi, porque el vino que nos ponen aquí igual está caducado, por eso se nos nubla la vista y el entendimiento. El resto del tiempo lo dedico a mis clases en el instituto, que en el fondo es de lo que vivo.
– P: Pues de la editorial Niebla nos aseguran que la nueva novela está ya al salir, incluso nos han adelantado el título, El asunto don Simón.
– R: Es una antigua novela, la primera de Alicia Goles. La terminé hará cuatro o cinco años y ya estoy con la tercera de la serie, pero no se va a publicar hasta que termine la pandemia o hasta que las vacunaciones nos lleven a esa inmunidad de rebaño por la que tanto suspiramos. No hay prisas porque no hay que llegar a ningún lado. La vida es estancia, no tránsito, pero eso lo explica Palacios en una de las novelas de la serie de Alicia Goles, de modo que si usted quiere saber más, compre las novelas.
– P: ¿Cuándo?
– R: Cuando salgan, obviamente
– P: Habrá que esperar.
– R: Hombre, no sea pesimista. Esta acabará como han acabado todas las epidemias que nos han acompañado a lo largo de la historia. Muchas más de lo que la opinión pública y las redes sociales puedan sospechar siquiera.
– P: Parece usted adivino, como Casandra Medina.
– R.- No, Casandra es una persona muy seria y no se dedica a las artes adivinatorias. Tiene una sólida formación y sabe de lo que habla, de ahí sus acertadas previsiones. Ella predice, no adivina. Otra cosa es su sentido del humor o su manera de ver las cosas, algo que obviamente no está al alcance de todo el mundo. En cierto modo me recuerda al mito clásico, a la otra Casandra, la que fue cegada por Apolo al no poder retirarle sus poderes adivinatorios, ya que se los había cambiado por ciertos favores sexuales, pero además de cegarla para que no viera lo que tenía delante de sus narices, el cabrón de Febo Apolo procuró que nadie la creyera. A esta Casandra Medina le ocurre lo mismo. Pocos la creen. No sé cómo sigue escribiendo de meteorología, debería hacer como yo, observar y callar, que estamos más guapos. Pasado mañana he quedado con ella y con Alicia Goles, que está cabreada porque escribo sobre ella pero no la dejo que lea lo que escribo y piensa que me lo invento todo. En fin.
(Se levanta, le pide al camarero que le apunte los cafés a los del periódico y el vino a su editor. Desde una mesa más debajo de la calle Rábida, se oye una voz: «Illoooo, Bernardoooo». Y don Bernardo Romero, todo un intelectual con la mascarilla elegantemente colgada de una oreja, cambia de bar, deja La Bohemia para irse a La Paka o al Azafrán. Para colmo el que le llama es su editor, Rafa Pérez, el mismo que nos ha contado que pronto verá la luz El asunto don Simón y que ya está liado con las pruebas de Palacios, falsificador, segunda novela que cuenta las aventuras y desventuras de Alicia Goles. Dos entregas que esperamos vean la luz en lo que resta de año y a las que seguirán otras si el escritor onubense opta por jubilarse de una vez y dedicarse a escribir, porque, como él mismo asegura, escritor es quien escribe y él mayormente lo que hace es leer. Leer, podar los rosales y hablar a sus alumnos de Cernuda, del Caravaggio o del anticiclón de las Azores, de lo que surja o de los que les apetezca ese día. Debe ser alucinante asistir a las clases de este niño que ya debería estar jubilado pero aún no sabe qué va a ser de mayor).
Fotos: Juan F. Caballero