La artista onubense expone sus obras pictóricas en el bar ‘La gamberra’ hasta el próximo 7 de enero
Todos los aficionados y amantes del arte y de la pintura tienen una cita ineludible estos días en el céntrico bar onubense de ‘La gamberra’, de cuyas paredes cuelgan más de 30 obras de la conocida artista onubense Bella Segovia, todas ellas unidas bajo un mismo concepto, ‘El Tiempo de lo Distinto’, título de esta exposición que puede visitarse hasta el próximo 7 de enero de 2024 en el referido establecimiento gastronómico de la Plaza Niña de Huelva.
Segovia reivindica con esta muestra la necesidad de respetar la diferencia o la diversidad en una época en la que «vivimos en el reino de lo igual», esto es, «en una sociedad excluyente», tal y como indica la propia autora de la exposición, convencida de que «el aumento del ser humano narcisista, potenciado por las nuevas tecnologías, el individualismo y la autoexplotación, hacen que el ser distinto, aquello que es distinto, se elimine o se expulse para dar paso a lo igual».
El otro son «aquellos contrarios que piensan distinto, que viven distinto, que no encajan en la forma de vida que se espera, los que no pueden llevar el ritmo de los tiempos actuales», prosigue Segovia, para quien «la negatividad del otro deja paso a la positividad de lo igual».
Para Bella Segovia, «hoy la sociedad espera que estemos a la altura, que nos pongamos metas, que las alcancemos, que nos estructuremos y tengamos autodisciplina, que seamos productivos, y eso es lo que se vende como positivo. El que no puede mantener el ritmo, el que requiere de espacios para respirar, el que necesita de cierto tiempo para realizar sus actividades, el que tiene pensamiento crítico que incomoda, el más débil, el diferente…, el Otro, es dejado de lado, se saca del camino y así, junto con él o ella, se va su negatividad, que entorpece al sistema creador de los iguales y que permite que no haya interrupciones en la cadena de producción, sin nada que se le oponga», agrega.
«La invisibilización de la diferencia, la homogeneización, los algoritmos, que nos van guiando solo a lo que mostramos interés alejando lo otro y nos dirigen solo a lo que nos gusta consumir, nos lleva a lo igual», prosigue la artista, para quien «las personas que piensan lo mismo que nosotros refuerzan la sensación de que somos muchos quienes pensamos igual», con lo que «se elimina la distancia» y «todo se presenta igual de lejos o de cerca», agrega.
La artista considera que «con esta globalización, a la que le es inherente una violencia que hace que todo resulte intercambiable, comparable e igual, surge otra violencia con un discurso de odio que intenta igualarnos negando la presencia del otro y el miedo a lo distinto», hasta el punto de que «se llega a normalizar el dolor del otro, negando las heridas y las diferencias para volver al mundo de lo igual».
«Algunos dirán que no somos iguales, que vemos gente diferente todo el tiempo en la calle y que la gente busca diferenciarse de los demás, que nos diferenciamos por nuestros gustos, pero esa autenticidad es una ilusión de ser diferente, no se es realmente distinto, porque al compararte con los demás, vuelves a ti mismo y hay una competitividad en lo igual, no hay alteridad, sino que se intensifica la referencia al ego, que es aprovechada por el mercado donde los individuos expresan su autenticidad mediante el consumo voraz», sostiene Segovia.
La autora de ‘El Tiempo de lo Distinto’ se pregunta «qué es lo que nos puede rescatar del infierno de lo igual», para lo que tiene clara una respuesta: «el arte, la poesía, la empatía de ponernos en lugar del otro desde el interior de su cabeza, escuchar, mirar al otro, que le prestemos la atención, que lo hagamos presente y que a pesar de que piense distinto, amarlo».
«No se trata de tolerar como si el que tolera tuviera una posición de superioridad y dominante, sino de respeto. Es avanzar hacia un tiempo de lo distinto, con humanidad compartida, sentir y no suprimir sentimientos, no suplantarlo como mecanismo de protección, no desconfiar de los demás porque no son nosotros, porque son nosotros. Es vital el acercamiento y la diplomacia en nuestro mundo más hostil y volátil, tan necesitado de escuchar al Otro», añade Segovia, tras lo que sentencia que «el amor es entender y alegrarse de que haya otro que viva, actúe y sienta de forma distinta e incluso opuesta a como lo hacemos nosotros».