Antes de sumergirnos en los ecos del siglo XIX, quiero dedicar este relato a una persona que ha dedicado su tiempo y pasión a iluminar los rincones olvidados de nuestra memoria local: mi primo, Vicente Rodríguez Serrano, investigador incansable de la historia de Zalamea la Real. Es gracias a su trabajo de archivo y a su curiosidad que podemos compartir hoy estos fascinantes detalles sobre cómo la Constitución de Cádiz marcó la vida de nuestro pueblo.

La historia de España, como un río caudaloso, arrastra consigo grandes batallas, reyes y revoluciones. Pero si miramos de cerca, en las orillas de ese río, encontramos pueblos como Zalamea que vivieron esa historia con una intensidad única, reflejando los vaivenes de la nación en sus plazas, sus ayuntamientos y el corazón de sus gentes. Hoy, viajamos al siglo XIX para desenterrar dos capítulos singulares que conectan a Zalamea con una de las piezas clave de nuestra modernidad: la Constitución de 1812, «La Pepa».

Reconstrucción de la placa. La original se encuentra en el Archivo Municipal

El Amanecer de la Modernidad: Un Juramento Solemne en 1812

Imaginemos Zalamea un domingo 26 de agosto de 1812. España está en guerra contra los franceses, pero en Cádiz, un grupo de valientes ha redactado meses antes, un texto que promete una nación nueva, libre y justa. Esta es «La Pepa» promulgada el 19 de marzo. El 27 de julio, la noticia, y el texto, llegan a Zalamea.

El ambiente debía ser palpable. El pregonero R. Rodríguez, con voz firme, la leyó en la Plaza Pública, ante la mirada de una partida del Regimiento de Infantería del Rey que se encontraba allí.

Siga leyendo a través del siguiente enlace: La Lápida Perdida, un episodio de la Resistencia Antiliberal en Zalamea.