El fuego arrasó más de 12.000 hectáreas y a municipios como El Campillo y Zalamea la Real

Este viernes, 27 de agosto, se cumple un año del comienzo del incendio forestal declarado en Almonaster la Real y en el que se calcinaron 12.101 hectáreas de los términos municipales de Almonaster la Real, La Zarza, El Cerro del Andévalo, El Campillo y Zalamea la Real, lo que lo convirtió, según señaló la Junta, en «el peor siniestro de la última década en Huelva», por superficie y el peor de la temporada de alto riesgo en toda Andalucía y del que todavía se desconocen las causas de su inicio.

Este incendio duró activo doce días –no se dio por extinguido hasta el 7 de septiembre– y el número de personas desalojadas por el fuego ascendió a 3.150 de las aldeas de Mina Concepción, Cueva de la Mora y Monteblanco (tres aldeas de Almonaster la Real), Traslasierra en El Campillo, El Villar, El Pozuelo y El Buitrón, en Zalamea la Real, además de La Zarza-Perrunal, los núcleos residencias de Los Pinos, La Florida, Los Campiños y Puerto Blanco en Valverde del Camino y la pedanía de Sotiel Coronada en el municipio de Calañas.

Frente a estas circunstancias, el Infoca estableció un despliegue técnico sin precedentes y activó desde el primer momento el nivel 3 de una escala de 5. Más de 2.000 efectivos del propio Plan Infoca y otros tantos integrantes de UME, bomberos de Huelva y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de Estado trabajaron incansablemente para controlar las llamas.

De este modo, desde la Junta indicaron que ni el gran incendio de Minas de Riotinto, en 2004, ni el de Doñana, en 2017, ambos en la provincia de Huelva, sumaron tal despliegue de recursos; y por vez primera, los vehículos pesados, jefes de grupo de retén y técnicos de operaciones (TOP), así como los bomberos forestales a su mando, estuvieron localizados en todo momento.

Igualmente, la administración andaluza resaltó que el método de trabajo utilizado permitió minimizar daños personales, pese a que hasta la estabilización del fuego se movilizaron 110 aeronaves, más de 2.150 bomberos de todas las provincias de Andalucía y 320 de la Unidad Militar de Emergencias (UME), 40 máquinas pesadas (‘bulldozer’) y 50 vehículos pesados de extinción, además de la Unidad Médica de Incendios Forestales, la Unidad de Análisis de Grandes Incendios, la Unidad Meteorológica de Huelva y la Unidad Móvil de Análisis del Ministerio.

Además, colaboraron efectivos del Consorcio Provincial Contra Incendios de Huelva, a través de la Diputación, y bomberos del Ayuntamiento de Huelva.

Tras este incendio, en 6 de octubre comenzaron las actuaciones de emergencia en las zonas afectadas de El Campillo y Almonaster la Real, en las que han trabajado seis empresas, la empresa pública Tragsa y cinco privadas.

Estas obras han estado financiadas tanto por el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, con un presupuesto de 1,3 millones, como por la Junta de Andalucía, con una inversión de más 1,4 millones de euros. Los trabajos se han desarrollado en 1.434 hectáreas de monte público, situadas en los términos municipales de Almonaster la Real y El Campillo.

Los trabajos han consistido básicamente en la corta de árboles quemados para evitar riesgo de caída y en la construcción de estructuras hidráulicas para evitar erosión: fajinas (en las laderas) y albarradas (en los cauces). Estas estructuras se construyen con el material de la zona, es decir, con los árboles quemados apeados y con piedras. Las superficies afectadas son fundamentalmente de pinar y eucaliptal.

Así, se ha eliminado parte del arbolado con mayor afección del incendio y se ha retirado esta biomasa quemada. Por otra parte se han construido un gran número de albarradas y fajinas, en cauces y zonas de pendiente.

Con estas obras se ha cubierto una gran parte de la superficie de la cuenca vertiente al embalse de Olivargas, dentro del monte público. Asimismo, entre los objetivos marcados por el plan de restauración de la Junta se encuentra el de primar la siembra de plantas y especies que mejor se adapten al terreno para recuperar la vegetación que había hace décadas, que sean más resistentes al fuego, sirvan para mitigar los efectos del cambio climático y contribuyan a la fijación de la población al territorio.

La restauración de la zona consta de varias fases. Así, una vez finalizada la de las obras de emergencia, el proyecto de reforestación se encuentra actualmente en estudio y la última fase será la propia reforestación de las zonas afectadas.