“A mí no se me intimida, ni se compra, ni acepto un acuerdo que no sea el siguiente: pedir perdón públicamente”

El condenado por la muerte de la niña Mari Luz Cortés, Santiago del Valle, ha escrito unas memorias desde la cárcel de Herrera de la Mancha (Ciudad Real), justo cuando se cumple el 15 aniversario del crimen de la menor. El también pederasta niega ser el autor del asesinato aunque sí reconoce que ha cometido delitos de abusos sexuales a lo largo de su vida.

El documento, al que ha tenido acceso Tinto Noticias, consta de dos manuscritos de un total de 92 páginas que ha sido enviado a una editorial para su publicación, aunque no ha salido a la venta.

Santiago del Valle fue condenado a una pena de 22 años -por asesinato y abusos sexuales-, junto a su hermana Rosa del Valle, a una pena de 9 años por cómplice. El tribunal demostró que la tarde del 13 de enero de 2008 Mari Luz Cortés fue abordada por el criminal en la avenida de las Flores de la barriada de El Torrejón, cuando la niña regresaba de comprar un paquete de palomitas en un kiosco cercano a su vivienda. Su cadáver apareció 54 días después en la ría de Huelva.

Quince años después de aquella fatídica tarde para la familia Cortés, el asesino ha roto su silencio desde la prisión: “yo no he hecho nada, todo lo contrario, pagar por un crimen horrendo contra una criatura de cinco años, eso es lo que me han hecho a mí en este país”.

El manuscrito, que repasa su vida desde su nacimiento el 22 de febrero de 1965, está repleto de faltas de ortografía y de saltos temporales en el relato, pero dedica decenas de páginas a la niña Mari Luz, a la que se refiere como “esa criatura que murió, ante todo que Dios la tenga en su gloria como debe ser, pero que yo sea el culpable, eso lo saben bien, que yo no he sido”.

En una delirante nueva versión de los hechos, asegura que su detención, y posterior condena, se debe a una teoría de la conspiración en la que estaría implicados la forense, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y su propio abogado, Juan López Rueda.

“Todo estaba previsto, hasta el auto de procesamiento en la parte forense, la data (del fallecimiento) de la menor Mari Luz Cortes es superior a cuatro semanas al levantamiento del cadáver. Esta es una prueba de sobra junto con la prueba de ADN negativa, lo cual prueba todavía más mi inocencia, incluida la falta de testigos oculares. ¿Por qué no dice la fecha la cual la niña falleció, la cual fue el siete de febrero? No lo dice que porque yo no estaba en Huelva”, asegura en una de sus páginas.

Según consta en el escrito, tras la desaparición de la niña la Policía Nacional, encargada de la investigación, tuvo prisa por resolver el caso y “un poco mas y me meten la desaparición de la niña esa inglesa, Madeleine (McCan)”, desaparecida en mayo de 2007 en Praia Da Luz, Portugal.

En varias partes del manuscrito arremete contra el abogado que llevó su defensa y señala que “a fecha de hoy yo dudo de que fuera letrado de verdad”, porque, a su parecer, “me da que no estaba para defenderme a mi sino a la otra parte”, en referencia a la familia de Mari Luz. Se atreve a afirmar, incluso, que su detención se debió a una cuestión política en la que estaría implicado el propio PP.

Para poder explicar esta teoría debemos retroceder al año 1999. Santiago del Valle y su mujer, Isabel García, vivían en la barriada de las Tres Mil Viviendas de Sevilla con sus hijos de 5 y 2 años. Santiago del Valle ya era un depredador sexual y abusó de su propia hija. En 2002 fue condenado por ese delito a dos años y nueve meses de prisión. Pero esa sentencia no se ejecutó y el pederasta continuó en libertad hasta que asesinó a la pequeña Mari Luz.
Tras destaparse el escándalo, el Consejo General del Poder Judicial sancionó al juez sevillano que debió meter en la cárcel a Santiago del Valle, el juez Rafael Tirado.

Para Santiago del Valle esa sanción es una cuestión de “índole política y han usado para tal fin al padre de una niña”, en referencia a la colaboración que prestó Juan José Cortés con el PP para la implantación en España de la cadena perpetua revisable. “Aquí hay muchos intereses, sino a ver cómo es posible que el PP que lo haya cogido (a Juan José Cortés) aquí en España”.

“Hay mucha gente que se ha dado cuenta de que lo han hecho solo para ganar dinero ocultando a la opinión pública cosas que demuestran que soy inocente”, añade.

Llega, incluso, a lanzar una petición a la justicia y la familia de la niña: “a mí no se me intimida, ni se compra, ni acepto un acuerdo que no sea el siguiente: pedir perdón públicamente”.

El pederasta cree que, a pesar de la condena y de que la sociedad lo haya tachado como un “monstruo”, finalmente se sabrá la verdad de lo que pasó la tarde del 13 de enero de 2008, una verdad que solo él conoce pero que no que desvela en el manuscrito. “La verdad saldrá a la luz, sea como sea”, asevera.

Reconoce los abusos sexuales

Santiago del Valle dedica varios pasajes de su biografía a dar su versión sobre los abusos sexuales que ha cometido a lo largo de su vida y que le han valido hasta cinco condenas.

El pederasta confiesa que sus impulsos sexuales comenzaron muy pronto y señala como culpable a uno de sus hermanos. “Mi hermano mayor abusaba sexualmente de mí y yo la verdad estoy arrepentido de haber hecho cosas feas a mis hermanas más chicas, la verdad es que cuando se las hacía luego me arrepentía (….) Si ven esto, quiero pedirles perdón.

Durante su adolescencia comenzó a poner anuncios para establecer contactos con chicas en el periódico Cambalache. Así pudo contactar con “niñas de nueve años o menos (….) no era lo que buscaba, porque había cada niña de nueve años que me daba vergüenza, yo cortaba porque me gustaba una de más edad”.

Especialmente duro son los párrafos que dedica a los abusos contra su propia hija, delito por el que fue condenado en 2004. Aunque en las primeras páginas asegura que nunca la tocó, “yo no soy culpable de abusar de mi hija”, poco después reconoce que sí lo hizo.

“Que sí, que yo tengo antecedentes penales por abusos sexuales pero eso no quiere decir que siempre haga uno lo mismo (…) Quitando el caso de mi hija, los demás (casos de abusos) no han sido cerca”. También reconoce que una vez que le quitaron la custodia de la pequeña –y de otro hijo menor de edad-, volvió a cometer abusos contra otras menores aunque las culpa, directamente, a ellas. “Yo no las he buscado, se me pegan como lapas. Me puse en un banco y se me vienen a montones, tengo que decir que son de muchas edades, pero no tiene gracia.

El manuscrito termina con una petición de perdón a las menores de las que abusó y confiesa que “nunca he entendido porqué yo hago esas cosas tan malas, pero cuando salga de aquí quiero ir a un sitio donde me quieran ayudar”.