El sacerdote que ayudaba a los más necesitados falleció el pasado 19 de mayo tras ejercer como cura en la localidad durante 40 años
Izquierda Unida quiere que Manuel Cirilo Arroyo Arrayás, el sacerdote valverdeño que falleció recientemente tras ejercer como cura en Zalamea la Real durante 40 años, sea nombrado Hijo Adoptivo de este municipio, una propuesta que el grupo municipal de IU presentará en el próximo pleno ordinario del Ayuntamiento zalameño, que se celebra en este mismo mes de junio.
Desde Izquierda Unida solicitarán que se se inicie el expediente para ello, como marca la Ordenanza de Honores y Distinciones del Consistorio zalameño, así como que el reconocimiento sea aprobado por consenso de todos los grupos políticos con representación municipal, según han comunicado desde la propia organización política zalameña.
Tal y como ya informó TINTO NOTICIAS -El periódico de la Cuenca Minera de Riotinto-, Zalamea la Real perdió el pasado 19 de mayo a uno de sus vecinos más queridos y admirados: Manuel Cirilo Arroyo Arrayás, el cura de Zalamea, donde ejerció como sacerdote durante 40 años, desde que llegó, en 1980, hasta su fallecimiento, pues incluso después de jubilarse, aunque ya no era el párroco oficial del municipio, nunca dejó de ejercer como cura.
Sobre su legado se pueden contar muchas cosas, como que fue el impulsor del centro de menores Talita Cumi y de la residencia de ancianos de la localidad, que precisamente adoptó su nombre hace unos años en reconocimiento a su labor, pero el cariño y la admiración del pueblo se los ganó por muchas otras cosas: por su condición humana, su solidaridad con las personas más necesitadas y su implicación a la hora de hacer la vida más fácil a los demás.
Hay muchas experiencias que dan fe de ello, como la que se vivió en 2004 durante el grave incendio de Berrocal, donde Manuel Cirilo también había ejercido como cura. Los vecinos de ese municipio fueron trasladados al Teatro de Zalamea, donde las autoridades habían dispuesto un equipo de apoyo psicológico. Sin embargo, el mejor psicólogo que tuvieron estos hombres y mujeres fue Manuel Cirilo, que no solo no dudó en acercarse al lugar para ayudar a estas personas, sino que logró tranquilizarlas, transmitirles la paz que él siempre sabía transmitir.
Además, por citar una más reciente, durante el confinamiento decretado por el Gobierno en marzo de 2020, Manuel Cirilo Arroyo Arrayás, como no podía salir y realizar visitas, cada día llamaba por teléfono a las personas de Zalamea que estaban solas, con lo que conseguía hacerles más llevaderos y felices esos duros momentos.
Hace seis años, en 2015, Zalamea le rindió un emotivo homenaje por sus 50 años de sacerdocio, de los que 35 los había pasado en esta localidad, en la que siempre vivió desde que llegó a principios de los años 80, pues, incluso después de jubilarse, este sacerdote, natural de Valverde del Camino y zalameño de adopción, decidió mantener su residencia habitual en Zalamea.
Y si hace seis años ya fue homenajeado en vida, también lo está siendo tras su muerte, que se produjo el 19 de mayo en su pueblo natal, donde se encontraba acompañado por sus hermanas y hermano durante los momentos complicados de salud que estaba atravesando y que finalmente provocaron su fallecimiento, que le llegó a los 79 años de edad. El 26 de julio de este 2021 cumpliría 80.
Una muestra del enorme cariño que se ganó entre los vecinos y vecinas de Zalamea son los innumerables elogios que el sacerdote recibió tras su muerte a través de las redes sociales, donde destacaron aspectos como su «don de vivir al servicio», su «religiosidad cercana al pueblo», su «fe al servicio del necesitado» o «la Iglesia social» que siempre impulsó.
Además, el Ayuntamiento de Zalamea la Real declaró dos días de luto oficial por el fallecimiento del sacerdote, periodo en el que las banderas de los edificios municipales ondearon a media asta, al tiempo que mostró a sus familiares la condolencia y solidaridad del Consistorio y de todos los vecinos y vecinas del municipio.
Manuel Cirilo se ordenó como sacerdote a los 23 años, como él mismo contaba en una entrevista que le hizo ‘La Otra Mirada’ en 2015 con motivo del homenaje que iba a recibir unos días después, en el que se volcaron los vecinos de Zalamea, de sus aldeas y del vecino pueblo de Berrocal. «A los 23 años. Mis inquietudes eran llevar el evangelio a todos, especialmente a los jóvenes, y ayudar a la gente en todas sus necesidades», manifestó.
Y eso es precisamente lo que hizo en Zalamea, donde por ello no pasó desapercibido desde el primer momento. No hacía las cosas como habitualmente las hacían los curas anteriores, hasta el punto de que se iba con los jóvenes al Paseo Redondo «como uno más», lo que incluso provocó cierto rechazo en algunos sectores que tenían una percepción diferente de la Iglesia.
«Los primeros momentos fueron de mucha ilusión, como si fuera un nuevo estreno de mi sacerdocio. El pueblo en general me acogió muy bien. Con la sorpresa de algo nuevo, desde lo externo hasta mi forma de ser y de actuar. Bien es verdad que estuve muy bien arropado por el grupo de catequistas, con Ángeles Mora al frente, y muchos jóvenes con los que tuvimos muy buenas experiencias de convivencias y actividades. Como anécdota graciosa, puedo contar que algunas personas decían que yo era porreta porque me sentaba en el Paseo Redondo con la juventud como uno más», manifestó en esa entrevista.
Han pasado 40 años de aquellos momentos y Manuel Cirilo ya no podrá sentarse con los jóvenes en el Paseo Redondo ni llamar por teléfono a las personas mayores que están solas, pero la impronta que deja en la sociedad seguro que ha provocado que muchas otras personas estén siguiendo su ejemplo y que otras lo sigan en un futuro, pues Zalamea siempre lo recordará y siempre contará a las nuevas generaciones su forma de actuar.
Foto: La Otra Mirada