Oleksandra Yavorska lidera las campañas de recogida para 300 afectados

La provincia de Huelva sigue mostrando su solidaridad con Ucrania cuando se cumple un año de la invasión de Rusia Durante estos doce meses no han cesado las ayudas, las campañas de recogida e incluso la llegada de refugiados, alrededor de 300 en estos meses.

Así lo ha explicado a la agencia Europa Press Oleksandra Yavorska, una ucraniana que lleva 17 años viviendo en Huelva y que desde el primer día se ofreció como voluntaria para las campañas y recogida de material que se han ido realizado y canalizando a través de la parroquia de los Santos Cirilio y Metodio de la capital.

La voluntaria explica que hace un año su hija la despertó desde Ucrania avisándola que estaban bombardeando el país, desde entonces, asegura «ha cambiado la vida» porque «mi cuerpo está aquí y mi alma allí».

«En ese momento empezamos otra vida, la de saber cómo poder ayudar, por dónde empezar. Así que un grupo de compañeros comenzamos a hablar por los grupos que tenemos y la idea era donar dinero para nuestras familias y para el ejército porque sé que no estaba preparado para la guerra porque Ucrania es un país que siempre quiere vivir en paz», ha explicado.

Así, el día 26 de febrero, Yavorska había logrado recaudar 7.000 euros «gracias a las donaciones de amigos y vecinos» y se envió a Ucrania para «cubrir las primeras necesidades», además de que se empezó a pedir ayuda a los ciudadanos de Huelva a través de las redes sociales.

«Rápidamente, en Huelva se volcó todo el mundo porque el sábado siguiente al inicio de la guerra ya estaba la gente en la iglesia preguntando qué necesitábamos. Traían muchísima ropa y comida. A los pocos días comenzaron a llamar empresas ofreciendo su ayuda. Por ejemplo, Fresón de Palos donó a un centro de refugiados en Polonia camiones con productos. Además, como aquí se acumulaba muchísima ayuda y no cabía nada, un empresario de Niebla ofreció sus naves para poder almacenar la ayuda», ha relatado.

Así, Yavorska cuenta que los tres primeros meses «fueron muy duros», pero recibieron «muchísima ayuda», como la del Colegio de Farmacéuticos para «clasificar la medicina que donaban» o vecinos de la zona se turnaban para recoger la ayuda.

Por otro lado, otra de las acciones que se realizaron desde Huelva fue el traslado de refugiados desde Polonia, alrededor de 300 ciudadanos ucranianos, según la voluntaria, han ido llegando a lo largo de este tiempo «gracias a autobuses, furgonetas que se cedían o coches particulares».

Así, los onubenses no han dejado de enviar ayudar, por ejemplo, el día 30 de enero, Día de la Paz, recibieron la ayuda de los colegios de Huelva, Bonares y de otras localidades y desde el Colegio de Abogados se ha prestado asesoramiento para que los refugiados pudieran tener la documentación necesaria y «gracias a eso nadie de los que han venido han tenido problemas con los papeles».

Por todo ello, Oleksandra Yavorska ha asegurado que «Huelva sigue ayudando» y ha estado «muy atenta a las necesidades» de los ucranianos y «siempre con la mano abierta para ayudarnos», por lo que ha subrayado que no sabe «cómo agradecerlo».

No obstante, la voluntaria espera que «continúe la ayuda» porque hay «muchos problemas» para poder, por ejemplo, trasladar las donaciones, puesto que «ha subido el transporte, ha incrementado todo y es complicado».

En cuanto a los refugiados que viven en Huelva, según ha comentado la voluntaria, han venido «con miedo y asustados», pero siempre «sabiendo a dónde se dirigían, ello gracias a Cruz Roja y a muchas personas que se informaron por redes sociales y ofrecieron sus casas para acogerlos».

«Hay muchos ucranianos en Huelva que siguen viviendo en las casas que les ofrecieron estas personas. Pero lo primero que hacemos es preguntarles lo que necesitan y entre nosotros vamos ayudando y colaborando en lo que se pueda. Pero lo más importante siempre es conseguirles la documentación necesaria», ha comentado.

No obstante, según comenta Yavorska, muchos ucranianos se han vuelto por «tema de trabajo», ya que «había gente que tenía esperanza de que la guerra se acabaría en unos meses» y «si se quedaban más tiempo, perdían el trabajo allí», pero los que se han quedado «o tienen amigos, conocidos o no tienen sitio para volver porque muchas de las casas han quedado destruidas».

En cuanto a la situación en Ucrania, la voluntaria comenta que «la vida sigue con lo que supone una guerra», por ejemplo «hay toque de queda, pero han vuelto a abrir las tiendas y funciona todo el sistema», pero «la vida tiene que seguir, porque hay mucha gente mayor que no puede salir del país o las personas no pueden dejar sus trabajos», por lo que espera que «todo se acabe pronto» porque ahora Ucrania «tiene mucha ayuda del mundo y está más preparada», pero «este tema es muy lento desde la vía diplomática».